Esto es lo que hay

Miguel Ángel Violán

Destellos dominicanos

Todos mis viajes a la República Dominicana resultan salpicados de anécdotas y apuntes curiosos. He aquí algunos:

*los taxistas capitalinos: siempre empeñados en proclamar que son los más viejos del lugar y que son expertos en la conducción de sus vehículos. Te lo dicen especialmente cuando el coche está cogido con alambres y amenaza de derrumbe en cualquier recodo de la vía pública. Son particularmente graciosos cuando intercalan palabras en inglés.

*la humedad inexorable: sin ella Santo Domingo no sería Santo Domingo.

*las nalgas de algunas dominicanas: ocuparían con facilidad algún lugar preeminente en el libro Guinness de los récords. Operarse el trasero forma parte de los desvelos de muchas féminas dominicanas.En lo del trasero las dominicanas llevan la delantera.

*la jerga de los diarios: allí se notan las derivaciones insospechadas de la lengua castellana pero también se aprecian palabras que siendo un poco distintas son igualmente inteligibles. Como por ejemplo «confiable» en vez de «fiable».

*el aplatanamiento: supone el adaptarte al ritmo lento de buena parte de la población, a trabajar lo indispensable y a soltar unas risas a las primeras de cambio.

*los vendedores-ambulantes: auténticos hombres-tienda que aprovechan los semáforos para ofrecer cometas para el niño, latas de cerveza para el adulto o un alimentador de móvil para la señora.

*el malecón:es marca y sello de Caribe. Es transitado por muchos vehículos y cuando no hay bolsas de suciedad o de algas permite ver un mar hermoso.

*el nombre de las cosas: me enamoré de la denominación de un cóctel de jugo de naranja con leche. Lo llaman en Santiago de los Caballeros «Morir soñando». Qué buenos son bautizando las cosas.

*Los almacenes «La Sirena» de Santiago de los Caballeros: los más céntricos son extremadamente típicos. Y las calles aledañas tienen también un sabor extraordinario, con calzadas altísimas y un tráfico furibundo entre anuncios comerciales a través de la megafonía de algunos establecimientos.

*la línea de autocar Santo Domingo-Santiago: se llama Metro…pero son autocares (obsérvese lo equívoco de la denominación), de un fuselaje e interiorismo que te retrotraen a la España de los años ochenta. El conductor ayuda a descender a las damas y todos los pasajeros llevan su teléfono celular con las fotos de la parentela.Conversaciones telefónicas a grito pelado amenizan los trayectos a manera de hilo musical indígena. Se respira allí dominicanidad.

*los tapones: es la simpática manera que tienen los dominicanos para llamar a sus embotellamientos. Sencillamente los tapones no tienen remedio, limitan la movilidad y condicionan la agenda de los habitantes de Santo Domingo. Sin ellos, Santo Domingo podría ser una urbe transitable y atractiva. Pero no lo es: sobran coches a mansalva. Aunque propicia tema de conversacion, quejas al vacío, y educa en la santa resignación caribeña. Las penas mojadas en ron son siempre más llevaderas.

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Miguel Ángel Violán

Miguel Ángel Violán, Barcelonés. Periodista y escritor. Formador de comunicadores con millares de ex alumnos repartidos por toda España y Latinoamérica. Es doctorando en oratoria y conferenciante.

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