-Si usted supiera, profesor, lo dura que es nuestra vida…
Me lo espeta un alumno de Comunicación en la zona alta de Barcelona al final de la clase. Y parece creérselo.
(Y entonces mi memoria se retrotrae 40 años y recuerdo cómo yo me quejaba ante el ilustre jurista y amigo, mucho mayor que yo, don Miguel Ángel Marín Luna, por el hecho de que los catedráticos de la Facultad de Derecho donde yo estudiaba recomendaban sus propios manuales en la bibliografía y priorizaban sus textos a la hora de hacer las preguntas del examen. Entonces, calmo y solemne, el señor Marín me contestaba: «Consuélese, amigo Violán. Cuando yo estudiaba Derecho los catedráticos te indicaban la librería donde debías comprar sus manuales y te ponían en una lista»…)