Ser estrella de Disney es un sueño que muy pocas artistas alcanzan, pero una vez llegan a la cima, mantener la fama, la admiración y la popularidad sin desprenderse y extraviar la responsabilidad social que eso conlleva, es arduo; y prueba de ello, es el transcurso de las vidas de algunas de las más intérpretes más influyentes de la historia de la productora que lanzó el 24 de marzo de 2020 Disney Plus, un servicio de streaming en cooperación con Marvel, Pixar, Star Wars y National Geographic.
Gestionar la presión que implica el alcance mundial de formar parte de la compañía de medios de comunicación y entretenimiento más grande del mundo no siempre es tarea fácil. Algunas ‘chicas Disney’ comenzaron sus carreras profesionales a edades muy tempranas, como Britney Spears que, a los once años, ya era conocida mundialmente por su trabajo en ‘El Club de Mickey Mouse’. Pocos años después (en 1999), se convirtió en ‘la Princesa del pop’ y protagonizó miles de millones de minutos de reproducción en los radiocasetes.
En 2003 (durante la gala de los MTV Video Music Awards) se produjo el ‘gran beso’ entre la cantante y Madonna, un acontecimiento que marcó un antes y un después en la trayectoria de Spears, que copó las portadas de toda la prensa. Tras una oscura relación sentimental con Justin Timberlake y un matrimonio frustrado con Kevin Federline, fue madre a los 25 años y terminó perdiendo la custodia de sus hijos. Tentó a la suerte y perdió; su músca y su físico cambiaron drásticamente (se rapó en público) y sufrió problemas mentales, pero lo que parecía el fin de los días de la estadounidense más estimada del momento, terminó siendo un punto y aparte y, ahora, su realidad es notablemente más tranquila.
Otra virtuosa de la pequeña pantalla fue Miley Cyrus, cuyo personaje de Hannah Montana le jugó una ‘mala pasada’. Y digo mala porque, pese al inagotable éxito que cosechó, la intérprete fue encasillada por un público que no la vislumbraba en otro campo. Quizá por ello, sintió la imperiosa necesidad de probar que aquella niña no le representaba. Y lo hizo de la peor manera: con deslucidas conductas y a través del consumo de drogas.
Pero, del mismo modo que Britney (e incluso mejor), remontó y demostró que reinventarse en la industria era posible. Volvió a los escenarios, protagonizó célebres producciones en televisión y, pese a sus idas y venidas en el plano sentimental, se instauró como una figura que hoy admiran millones de personas alrededor del globo.
El rostro de la hechicera de ‘Los Magos de Waverly Place’ era conocido desde que Selena Gomez soplara las velas de su séptimo cumpleaños. Cuando, en 2012, la ficción llegó a su fin, la angustia y el desasosiego se apoderaron de la estadounidense y terminaron traduciéndose en una aterradora adicción al alcohol.
Sus problemas de salud (padece lupus), le dieron un buen susto; tanto es así, que fue transplantada de un riñón que le donó su amiga, la también actriz Francia Raísa. Pese a ello, Selena recayó; su turbio romance con Justin Bieber y las burlas recibidas durante años en redes sociales contribuyeron a bajar su autoestima. En la actualidad, continúa luchando contra los sentimientos encontrados y «la depresión» con el inconmensurable apoyo de más de 170 millones de fans.
Lindsay Lohan también fue icono mundial gracias al papel que encarnó en ‘Tú a Londres y yo a California’. Años más tarde, su imagen se vinculó a escándalos sexuales, malas compañías, fiestas y excesos (llegó a ser bautizada como ‘la reina de la noche’). Ingresó en varios centros de desintoxicación y pasó un tiempo entre rejas a causa de su conducción bajo los efectos del alcohol y estupefacientes. La ‘chica mala’ obtuvo la salvación al mudarse a Europa, logrando escaparse (aunque no del todo) de los focos y, a día de hoy, alega que «no bebo ni salgo de fiesta porque estoy demasiado ocupada dirigiendo el negocio y supervisándolo todo».
Tras hacerse públicos los trastornos alimenticios y bipolares que sufrió, así como la sobredosis que casi acaba con su vida, Demi Lovato abandonó el rol de niña prodigio de Camp Rock para ser ejemplo de superación a los 27 años tras sobreponerse a la inestabilidad mental y a la inseguridad física que le caracteriza y por la que ha sido duramente criticada en Internet.