«Se tiró a plomo con las rodillas sobre su pecho…»

«Se tiró a plomo con las rodillas sobre su pecho...»

(PD).- No era una manifestación; ni había pancarta de cabeza ni protagonistas en primera fila. Había mucho dolor en el ambiente. Y un silencio que se hacía extraño entre tanta gente joven. Hubo palabras de recuerdo para Alvaro Ussía y también oraciones. Y se escucharon canciones, las preferidas del muchacho al que unos gorilas de discoteca molieron a golpes antes de que el mas corpulento se tirara a plomo con las rodillas sobre su pecho y le reventara el corazón.

La cita era a las puertas de la discoteca, cerrada a cal y canto y con la puerta cubierta de fotos de Álvaro. En el madrileño Paseo de Rosales.

«Esto es un acto familiar», se esforzaba en explicar uno de los jóvenes que, como improvisado dispositivo de seguridad, controlaban la avalancha humana y periodística que ayer se acercó hasta las puertas de la discoteca Balcón de Rosales para participar en el acto de recuerdo del joven, asesinado a golpes el pasado fin de semana a las puertas de este mismo establecimiento.

David Sancio, uno de los detenidos como participante en la paliza a Alvaro, ha incriminando directamente a uno de sus compañeros, el que se identifica como Antonio Sánchez, alias «Toño» o «Pitoño».

En su declaración ante la Policía Nacional, David Sancio confeso en el primer momento que, cuando estaban en el exterior de la discoteca, «Antonio le hizo un barrido y se tiró a plomo con su rodilla sobre su pecho».

Así se recoge en el sumario, cuyo secreto se levantó el jueves. Este testimonio no tiene nada que ver con lo que alegó el propio David S. posteriormente ante juez, cunado aleccionado por su abogado y al igual que sus compañeros, atribuyeron el fallecimiento de Ussía a un accidente provocado al caer Antonio, el gorila, sobre Ussía.

Los relatos de varios testigos coinciden en que Ussía fue expulsado violentamente de la discoteca por varios porteros, y que, una vez en la calle, «recibió de uno de ellos un barrido» -una patada en los pies- que le hizo desplomarse.

Una vez en el suelo, los encargados del local siguieron golpeando al joven, al que propinaron «una brutal paliza en la que le patearon la cabeza». Antonio S., al que todos describen como calvo y muy corpulento, cayó a plomo con su rodilla sobre el pecho de Álvaro.

Fue este mismo sujeto quien lo tumbó y le dio más puñetazos, pero no el que le expulsó del local, «pues iba con ropa de calle, no como los otros».

Otros de los que presenciaron los brutales hechos acusaron directamente a los porteros de «abandonar precipitadamente el lugar de los hechos tras la agresión», según recogen las diligencias.

En uno de los testimonios que incluye el sumario se dice también que Rodrigo (el ex novio de la chica rubia a la que habría empujado el amigo de Ussía y que está en libertad), dio «varias patadas a la víctima, mientras que Antonio le propinaba puñetazos en uno de los costados, tras haberle hecho una llave marcial».

LA MADRE, LA HERMANA Y LA PRESIDENTA

La madre y la hermana del joven fallecido permanecían este viernes ante la discoteca en un discreto segundo plano, rodeadas de otros miembros de la familia. Rotas por el dolor, como no podía ser de otra manera. Se abrazaron a Esperanza Aguirre, cuando la presidenta regional llegó, apenas comenzado el acto, acompañada por el concejal de Moncloa, Álvaro Ballarín.

El concejal justificó la ausencia del alcalde explicando que, en ese momento, se encontraba fuera del país -en Turquía- e informó que el repentino cierre de varias discotecas por todo Madrid sólo responde al curso normal de los expedientes que pesaban sobre ellas.

La multitud llegaba a las 3.000 personas. Poco después de las ocho de la tarde, el delegado de Juventud del Arzobispado de Madrid, sacerdotes del propio centro educativo y compañeros del joven fallecido comenzaron el acto entonando una serie de rezos.

SE ACABÓ LA FIESTA
La mortal paliza que Álvaro Ussía Caballero, de 18 años, recibió hace una semana de manos de los porteros de Balcón de Rosales, una discoteca que acumulaba 51 denuncias, 14 inspecciones y siete peticiones de cierre, ha desencadenado una cruzada. Se acabó la juerga. La de las licencias irregulares, sí. Pero quizá también la de un ocio nocturno construido sobre un sistema de tramitación de permisos enmarañado, permisivo y, en algunos casos, corrupto.

Por la mañana comenzaron con La Riviera, But y Moma. A las seis en punto de la tarde se presentaron tres funcionarios de Urbanismo en la puerta de Macumba, en la estación de Chamartín y colocaron un precinto en las dos entradas.

Según fuentes del Ayuntamiento, comienza un periodo de tolerancia cero. Los cierres de ayer crearon un especial malestar en el sector de la noche. Los empresarios de locales nocturnos repiten tres palabras: «sorpresa», «preocupación» y «alarma». Saben que a ésas les van a seguir más.

Critican que se haya tomado la decisión por un «hecho puntual» y «en caliente». «No puede ser que haya empresarios que pidieron sus licencias hace 30 años y todavía no la tengan concedida», aseguró el gerente de la Asociación de Empresarios de Espectáculos, Salas de fiestas, Discotecas y Ocio de Madrid, Juan Antonio Fernández. No es el único que apunta a la responsabilidad del Ayuntamiento.

El portavoz de la Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno (ECO), Vicente Pizcuela, definió como «marasmo y colapso burocrático» la tramitación de las licencias. Los empresarios se enfrentan, afirmó, a una «caza de brujas». «Se están mezclando cosas que no tienen nada que ver», criticó Fernández.

«El trágico suceso, que todos lamentamos, es un hecho puntual en el que no influye que el local contara o no con licencia», añade.

EL SUMARIO POLICIAL

El sumario del caso recoge el testimonio de al menos ocho personas, según fuentes jurídicas, que acusan a los tres porteros encarcelados por su homicidio. Y entre ellos, a Antonio Sánchez como el que le reventó el corazón.

Todo empieza con una broma en el interior de la discoteca Balcón de Rosales, según recoge el atestado policial. Álvaro, motivado por la «ingesta de alcohol», empuja bromeando a su amigo Rafael, quien «impacta con una chica rubia, de ojos azules».

En ese momento interviene la seguridad del local. Una chica ve cómo «en la pista de baile un portero arroja a un joven al suelo». Cuando se levanta, ese mismo portero «le agarra por el cuello, le inmoviliza y le saca a la puerta».

La expulsión de Ussía de la sala se hace «incluso arrollando a la gente con una agresividad desproporcionada», en boca de otra persona que estaba esa noche en Balcón de Rosales.

Otro testigo añade que al joven le pegan «un gancho» [un puñetazo] antes de sacarle. Los testigos señalan a dos gorilas, David Alonso y David Sancio, como las personas que le expulsan de la discoteca.

Mientras, el primo menor de edad que ha ido con Ussía al local intenta comunicarse con él para decirle que quiere irse. Le está enviando un mensaje al móvil cuando ve cómo «dos porteros» sacan a Ussía de la sala. En la puerta, dice el adolescente, le esperan «más porteros».

Tanto su primo como su amigo Rafael coinciden en que una vez en la calle Ussía «insulta a los porteros». Entre los dos tratan de calmarle, pero el joven «sigue insultándoles».

La reacción de los trabajadores de la sala es apalearle salvajemente. «Le lanzan por encima de una barandilla, golpeándole con puñetazos en la cabeza, le arrastran por las escaleras y le dan patadas por todo el cuerpo», sostiene su amigo.

Los testigos narran golpes de todo tipo: «En el costado», «en el estómago», «puñetazos», «patadas en el cuerpo y en la cabeza»… Y mencionan también a Rodrigo, el supuesto novio de la joven a la que Ussía y su primo empujaron sin querer, del que dicen que «profirió varias patadas» al fallecido, según fuentes judiciales que han tenido acceso al sumario.

Pero el golpe certero y mortal a Ussía, el «traumatismo torácico con rotura del corazón», es cosa de una única persona. «Aparece Antonio, le hace un barrido [una técnica marcial para derribar a una persona] y en su caída se podría haber golpeado la cabeza con la barandilla», cuenta Rafael. «En el suelo siguen golpeándole», añade.

David Sancio, otro de los vigilantes acusado de homicidio, también dice ante la policía que fue Antonio quien le propinó el golpe que le mató: «Le hace un barrido a Álvaro y luego se tira encima del fallecido y cae a plomo con las rodillas sobre el pecho».

Pero después, ante la juez, dice que el joven cayó «por inercia», la versión que ha mantenido siempre Antonio Sánchez.

Con Ussía ya en el suelo, su primo Rafael llama al 112 y al 091. Inicialmente le atienden dos miembros de la Cruz Roja que se hallan en el lugar. Luego, los efectivos del Samur tratan de reanimarle durante una hora y cuarto.

En ese tiempo Ussía sufre dos paradas cardiorrespiratorias. Los porteros, según el sumario, no le auxiliaron y se fueron del lugar «de forma precipitada».

«Antonio abandonó a la víctima cuando ya estaba inconsciente», recoge el escrito. El abogado de éste, José Carlos Paños, asegura que tras el altercado Antonio Sánchez fue a recoger a su hermana, que trabaja como camarera en otra discoteca.

En todo momento, Fortesa, la empresa para la que trabajan los tres detenidos, ha sostenido que Antonio Sánchez es sólo un amigo íntimo de la dueña de la compañía.

Pero en el sumario, un responsable de Fortesa admite que aunque no tiene una «relación laboral formal» con Sánchez, «algunas veces se dedica a pagar a porteros», como el día de la muerte de Ussía.

Aquella noche varios testigos identificaron a Antonio Sánchez como el jefe de seguridad de Balcón de Rosales. Y el responsable de la sala admitió que él era uno de los porteros de la discoteca.

Paños sostiene que Antonio Sánchez está destrozado por la situación. «Si dentro le han dado de hostias, me lo tendré que comer yo», asegura que le dijo el joven en la última visita que le hizo a la cárcel de Soto del Real.

En su defensa, Sánchez ha explicado siempre que intentaba mediar en una riña entre Rafael y Ussía en el momento de los hechos.

«Cogió a Rafael con la mano izquierda, a Álvaro con la derecha y en el momento de separarlos, Álvaro se cayó por la inercia y Antonio le cayó encima», ha relatado en varias ocasiones, según Paños.

Sin embargo, esta versión no es ratificada por los testigos de los hechos, a excepción de los porteros. Asimismo, Sánchez y el resto de los acusados del homicidio han negado que pegaran a Álvaro Ussía.

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