Hoy va de música

Como en mi pueblo lleva tres meses lloviendo sin parar -no había llovido tanto desde hace setenta años- y además hace un frío del carajo, me he refugiado en una máquina elíptica que tengo para combatir la obesidad. Me hago casi todos los días una sesión de una hora que se me hace más llevadera a base de leer libros o de ver películas o documentales en mi iPad. Entre estos últimos, y como me encanta la música, he visto recientemente en Netflix un montón sobre diferentes músicos que paso a comentarles brevemente por si alguno fuera de su interés. Lo haré en varias entregas, aquí van los primeros cuatro:

Mad Dog with Soul
(2017, Joe Edginton, 1:30): La verdad es que la vida de Joe Cocker da para mucho más de hora y media, Pero Joe Edginton aprovecha muy bien el tiempo.

Cocker era un joven instalador de gas en su Sheffield natal al que lo que de verdad le gustaba era cantar. No sabía tocar un instrumento ni tampoco sabía componer, pero vaya si sabía cantar. Y nadie daba más que él en un escenario.

Su explosión se produjo en el festival de Woodstock (1969) cuando su memorable versión de With a little help from my friends, de los Beatles, le puso en órbita. A partir de ese momento se lo rifaban, lo que hizo que Cocker se descontrolara por completo, bebiéndose todo lo bebible, fumándose todo lo fumable y en general metiéndose en el cuerpo todo lo que caía en sus manos, y le caían muchas cosas.

Así que su carrera fue de lo más movidita, con actuaciones memorables y otras en las que no podía, no ya cantar, sino literalmente tenerse en pie. La consecuencia lógica es que nadie le quería contratar y al desaparecer de los escenarios caía en el olvido. Pero tras una temporada en el secadero siempre se las arreglaba para resurgir, como el Ave Fénix… y vuelta a empezar. Cuando todo el mundo le daba por acabado Cocker sacaba un disco que arrasaba, y así una y otra vez.

Su cuerpo, bastante machacado por los excesos de todo tipo, dijo basta hace cuatro años. Pero Joe Cocker en su camino más que bacheado y accidentado nos dejó discos y actuaciones memorables. En el documental se ven algunas de ellas y ya sólo por eso vale la pena verlo, pero es que además está muy bien hecho, por lo que resulta altamente recomendable.

Keith Richards, under the influence
(2016, Morgan Neville, 1:20): Neville intenta contarnos en una hora y veinte quien es Keith Richards y, lógicamente, sabe a poco, ya que la más que intensa vida de Richards no tiene desperdicio y daría fácilmente para un documental diez veces más largo. Creo que estarán de acuerdo conmigo aquellos que se hayan leído Life, su autobiografía, que es altamente recomendable y muy divertida.

Aún así el documental está muy bien y resulta muy entretenido tanto para los fans de Richards y de los Stones como para los que no lo son tanto. El personaje es un auténtico crack y su vida es una especie de fiesta, una correría que no se acaba nunca. Dicho esto, y aunque probablemente preferiría no tenerlo como yerno, me declaro admirador incondicional de Richards.

Vale la pena escucharle contar algunas de sus innumerables anécdotas y piruetas y lo bien que se lo ha pasado. De hecho creo que no se me ocurre ninguna otra persona que haya hecho lo que le ha dado la gana toda su vida y que se lo haya pasado mejor que Richards. Aquella frase de «vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver» -atribuida erróneamente a James Dean– creo que estaba pensada con Keith Richards en mente, si le quitamos lo de muere joven, claro, ya que este no tiene ninguna pinta de que nos va a abandonar en un futuro próximo.

Así que no se lo pierdan, pasarán un buen rato.

Roger Waters: the Wall
(2014): Sean Evans y el propio Roger Waters nos ofrecen, editando varios de ellos, el megaconcierto de la gira The Wall (2010-2013) en la que Waters tocaba entero ese álbum de Pink Floyd.

La verdad es que resulta impresionante el despliegue de medios y el concierto en sí, con magníficos músicos en el escenario, con un público casi en trance con la música de Waters y con los espectaculares efectos especiales de luces, humo, muñecos gigantes volando… y con la construcción y posterior derrumbe durante el concierto de una gigantesca valla de diez metros de alto y quizá ochenta de ancho, entre otras amenidades. Todo ello tal vez acorde con la megalomanía de Waters, por otra parte un enorme músico.

En el concierto -que es entre otras cosas un alegato antimilitarista- intercala fragmentos del viaje que hizo en un antiguo Bentley de su propiedad desde Inglaterra hasta Anzio, Italia, donde está enterrado su padre, pasando por el cementerio francés donde está enterrado su abuelo. El padre de Waters no conoció al suyo, caído en las trincheras de la gran guerra. A su vez, Waters no conoció a su padre, caído en el desembarco aliado de Anzio muy cerca de Roma, en la segunda guerra mundial.

Las escenas de la visita a los cementerios rodeado de sus hijos resultan muy emotivas, quizá un poco demasiado para mi gusto, pues creo que sobran algunas lágrimas de Waters que quizá deberían haberse quedado en el ámbito privado de él y su familia.

Dicho lo anterior, el documental es bueno porque la música de Waters es muy buena. Así que, aunque quizá resulte un poco largo, los fans de Pink Floyd no deberían perdérselo.

Bowie: The man who changed the world
(2016, Sonia Anderson, 1:26): Anderson nos cuenta la vida de David Bowie, pero creo que el resultado es bastante decepcionante dada la talla del personaje, la época en la que vivió y la gente entre la que se movió. Creo que su ajetreada y apasionante vida podía haber cundido mucho más.

Les guste más o menos el personaje y su música -y yo no soy un enorme fan de la música de Bowie, aunque sí creo que era un gran artista y que tiene un montón de canciones buenísimas- se trata de un músico innovador, original y rompedor como ha habido muy pocos. Bowie siempre fue un pionero y con su camaleonismo y gran personalidad abrió caminos y marcó estilos que luego fueron imitado por muchos.

Bowie nos dejó hace ahora dos años, apenas unos días después de presentar su último disco sin siquiera dejar caer que estaba muy enfermo. Genio y figura.

En fin, que es una pena, pero creo que este documental se queda muy corto y es prescindible.

Otro día más.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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