¿Una web donde no se hable del País Vasco ni de Cataluña? (I)

Alguna vez habrá que hacer una web en la que no se hable ni del País Vasco ni de Cataluña. El efecto perverso de las Autonomías asimétricas que vivimos –falso federalismo que ZP va a aumentar con la confederalización de los estados vasco y catalán-es que no sabemos nada de nosotros mismos, que la información española ha sido ocupada militarmente por las políticas vasca y catalana, de modo que los españoles no sabemos absolutamente nada de lo que pasa en la provincia de al lado, pero podemos recitar de memoria el nombre de los principales cretinos plurinacionales.

En fin, que de lo que nuestros separatistas llaman España lo desconocemos todo. ¿Alguien puede enumerar cuáles son los principales problemas de la política andaluza, más allá de una somera idea sobre la cautividad socialista en que viven? Y digo Andalucía, por ser la mayor comunidad y la más poblada. Nos llega algún escándalo, alguna autovía hundida por falta de hormigón y exceso de convolutos, pero ignoramos los nombres de sus consejeros, por ejemplo, y mira que hay joyas. ¿Quién sabe lo que pasa en Castilla, en Asturias y sus reconversiones, qué problemas tienen los cántabros con sus comunicaciones, los valencianos y la asfixia a que los están sometiendo desde el Gobierno central –el centralismo resurge por barrios-, los murcianos y su sed, los aragoneses y su arte esquilmado por Cataluña (se lo merecen, por hacerles el juego)?

Nada, no sabemos nada, no nos llega nada, no existimos. Nunca como ahora habíamos asistido a un triunfo tan evidente del chantaje como arma política. Nunca la estructura antiigualitaria heredada del franquismo, Madrid-Bilbao-Barcelona, había llegado a tal extremo. Eso es, sin duda, lo que los nacionalistas buscaban: el mantenimiento de los privilegios simbolizados en la deformada, amputada, estructura informativa española. ¿Se imaginan lo que sería una España donde a vascos y catalanes nacionalistas no se les hiciera el más puñetero caso? Como con los niños mimados, ese sería el mejor antídoto, ahí se acabarían el capricho y el expolio. (Continuará.)

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