La Narbona de Samotracia

(Muchas gracias a cuantos han seguido visitando esta página. Se lo agradezco enormemente. He estado acabando un libro que sale «próximamente en este cartel» y del que les informaré en cuanto esté en la calle. Este mismo mes. Espero. Este ‘divertimento’ que sigue sobre Narbona es de hace unos pocos días. A los antitrasvasistas no les gustará, pero les aseguro que se ha hecho una verdadera campaña de desinformación sobre el asunto. Piénsenlo bien recordando imágenes recientes.Saludos).

Con tanta agua ecológicamente imprescindible para arrasar Aragón como cayó días atrás, junto al aviso de los regantes y agricultores murcianos de que el sector agrícola está condenado a desaparecer, vuelve a nosotros la figura majestuosa de la ministra Narbona, cuya magnanimidad con la Región de Murcia, y con el Sureste en general, ha marcado ya una época. Me parece que no se ha comentado lo suficiente la petición realizada por el Delegado del Gobierno en Murcia de erección de una estatua que recordara la condición de prócera surestina de la señora ministra, así como el afecto y predilección que siempre muestra al referirse a estas tierras, a los trasvases y, en general, a la redistribución de las aguas españolas a través de la interconexión de cuencas.

Es cierto que en cualquier otro sitio se habría declarado un motín, la Guerra de la Independencia ante una decisión como la supresión del Trasvase del Ebro, que habría abierto unas posibilidades de desarrollo que el viejo Reino murciano nunca tuvo; y que al suprimirlo desataba los agravios manchegos y anunciaba el fin del Tajo. Pero no se ha sabido ver el trasfondo de una medida que sólo don Ángel González , el señor Gobernador, ha interpretado correctamente con su demanda de un ‘menumento’, que es, en huertano, como habrá de conocérsele.

A los gobernadores los llamaba Miguel Espinosa “los alabanciosos”. Hacedores de discursos, competían en elogios al Dictador. Era un modo de devolver los favores recibidos y de aspirar a ser alzados hasta la recepción de alabanzas. En los regímenes políticos, el poder se mide por el número cada vez menor de aquellos a los que tienes que dirigir las alabanzas, y el cada vez mayor de los que te las dirigen a ti. González ha conseguido, con tan justa demanda (por la que ni siquiera ha habido quien pida que lo destierren), convertirse de golpe en uno de los mayores alabanciosos de la Historia, de los más audaces. Y eso, en el Arte, es siempre una cualidad: atreverse a ir más lejos de lo que nadie haya ido nunca. Un modelo de culto a la personalidad que podría exportarse, ante la caída de los limones, incluso a Corea del Norte. Y que pone de relieve la verdadera naturaleza del zapaterismo: su vocación de Régimen. De estatuaria para narbonas.

No era, por consiguiente, un túmulo funerario, con tomates secos y agricultores reconvertidos en caddies de golf, jardineros de ingleses, camareros o rentistas después de un buen pelotazo racalificante lo que nos ha propuesto el genio naïf del Delegado. Sino algo que conmemorara a la señora Narbona como representación de la Fortuna, como hada madrina, como Mamá Noela de cuota. No asistí directamente al acto en que hizo pública su luminosa ocurrencia, ni creo que hubiera sobrevivido a ese momento histórico de la risa. Pero imagino que a González lo que le gustaría es un grupo escultórico de huertana con unos cántaros delante de la sede del Sindicato Central de Regantes, algo como un monumento a las plagas de Egipto en Egipto, a Atila en Roma, al Etna en Pompeya o a Escipión en Cartago.

Y ¿por qué no? En primer lugar, no fue ella, sino Zapatero quien tomó la decisión de derogar el Trasvase del Ebro y olvidar en la práctica el resto del PHN, salvo en aquello que le exigieran los nacionalistas catalanes, como los trasvases dentro de la propia Cataluña, ya aprobados (de esto no se habla mucho en la prensa adicta). En el Régimen no se mueve un decreto sin que lo sepa el Caudillo ZP.

Y en segundo lugar, Cristina Narbona ha trabajado con denuedo desde hace muchos años para cambiar el modelo económico de la Región de Murcia, su agrícola esclavitud. Ya no tendrán los murcianos que vivir pendientes del agua, el sol, las plagas, los cabrones de los intermediarios, las grandes superficies monopolísticas, la falta de trabajadores, el pedrisco o las helás. Que le den por saco al tiempo. Fue ella la que movió el cielo y la tierra de Bruselas para que la Comunidad europea no concediera ayudas al Trasvase, y así poder esgrimir luego que sin ayudas no se podía hacer y que la culpa era del PP.

De haber venido el agua, ¿cómo habrían podido justificar los agricultores la venta de sus tierras a todos los especuladores del mundo mundial? ¿Cómo se podría haber forzado la muerte de la producción mediterránea española para cambiarla por golf y urbanizaciones? ¿Qué negocios habrían podido hacer las caixas y las kutxas en estas tierras mientras se acusaba a sus habitantes de derrochadores del agua y malversadores del equilibrio ecológico? ¿Cuántos mamones plurinacionales andan frotándose las manos ante las sesenta mil hectáreas de cultivos cuya desaparición anuncian las organizaciones del sector? Nadie como Narbona, a las órdenes de ZP, ha trabajado para liberar estas viejas tierras sedientas y dirigirlas hacia el I+D+i. En el futuro, cuando alguien piense en tecnología, no cabe ya duda, no pensará en Taiwan, sino en Abarán. De los melocotones al Ricote´s Valley.

No hay, pues, quien se merezca más una estatua que esta pájara. Creo que un buen modelo sería la Victoria de Samotracia, que tiene alas, aunque no cabeza. Le ponemos la cabeza de doña Cristina, que fue una mujer muy atractiva hasta que se le desaló el carácter, y mantenemos el resto. Y como rotondas no faltan, en cada rotonda una Narbona de Samotracia. Desalando. Para mayor gloria del Protocolo de Kioto y el Protocolo del Choto. También conocido como cabrito.

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