Los alegres frutos de la Paz

No ha sido justo aprovechar las confesiones íntimas del presidente Rodríguez a su periodista de cámara -el gran Iñaki Gabilon-do (o paloma), inventor de los terroristas suicidas del 11-M-, para poner en cuestión una verdad incontrovertible: la de que ZP nos ha traído un inigualable periodo de Paz, sin parangón desde que los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en España para aplastar a los liberales que se oponían a Fernando VII. Zapatero nunca ocultó que pretendía hacer lo mismo.

O mejor, sí lo ocultó de palabra, porque sus seguidores son personas sensibles, como Federico Luppi, el del ‘condón’, Gaspi (al que ‘llamazaremos’ ‘Torquegaspi’, el encarcelador de obispos) o José Luis Cuerda, ejemplo éste último de cómo alguien con vocación de sicario cultural de la Stassi ha podido perpetrar alguna película que en otro tiempo admiramos. E incluso citar a Góngora, sin saberlo, claro, pues la “infame turba” con la que calificaba a la mitad de los españoles que resistimos al zapaterismo, coincide con un espléndido verso gongorino, “infame turba de nocturnas aves”, si es que mi memoria antigua de profesor de Literatura –de antes de que la izquierda prohibiera enseñar cosas selectas a la plebe- no me engaña.

Pero Zapatero nunca ocultó de obra que su principal objetivo era laminar a la oposición, construir una alianza de hierro con los neonazis regionales y regresar a la Transición para ganar la Guerra Civil y alzar, bajo apariencia democrática, un régimen totalitario de nueva planta en el que fuera imposible la alternancia. Y del que se excluyeran, condenándolos a una existencia política vegetal, no sólo al PP, sino a todos aquellos movimientos (Foro de Ermua, Basta Ya, Víctimas del Terrorismo, Ciutadans, Asociación por la Tolerancia de Cataluña, Convivencia Cívica, Gallegos por el Bilingüismo… además de, por supuesto, la Iglesia católica) que se resistían a la disgregación nacional y reparto del botín, en forma de Confederación de Naciones, a que estaba dispuesto para la consolidación de su poder personal. No cabe ninguna duda de que acallar a los disidentes, como en la modélica Cuba de Fidel, contribuiría a la PaZP, el Bien y la Alegría que representan el Gobierno y sus bufones del dedo en el ojo.

Para el éxito de ese plan era imprescindible, como todos los totalitarismos nos enseñaron, producir previamente esa “tensión” -que empezó el mismo 12 de marzo de 2004- contra el enemigo necesario que, por representar todos los males, debía ser excluido. De ahí el Pacto del Tinell, las negociaciones traidoras con la ETA -incluso con los muertos encima de la mesa-, para intentar hacerse también con los votos de Batasuna, el “cordón sanitario”, los “conspiranoicos” y, para rematar, el más viejo de los recursos nazicomunistas: el “enemigo del pueblo” con el que un actorzuelo catalán se refería a cuantos se oponen al ZP, pervirtiendo el clásico de Ibsen, cuyo sentido es justamente el contrario: el de la venganza del poder establecido contra el hombre libre que se atreve a señalar la verdad, a discrepar del que gobierna.

Mantener esa tensión exigía gran tenacidad y muchos aliados, de resentimiento vocacional o comprado, como los del canon, para enfrentar, mentir, dividir y encizañar al servicio del nuevo Reich milenario de la España Plural, bajo la bendición del Carlismo y la Junta Islámica, cuya preferencia por ZP no puede sorprender a nadie pues los verdaderos demócratas siempre se reconocen.

Pero lo mejor es lo que se nos prepara para los años venideros. Repasemos algunos hitos recientes de las llamadas del zapaterismo a la represión y la purga para quienes se les opongan tras su anunciada victoria del 9 de marzo:

Maruja Torres, a la que se la ido poniendo la cara a tono con los mensajes, pidiendo que Esperanza Aguirre sea sedada por el Dr. Montes, lo cual, por cierto, en fin, Montes verá si se querella…

María San Gil agredida y amenazada de muerte en la Universidad de Santiago. Pobre Galicia, pobre universidad española.

-Los neonazis del BNG negándose, lógicamente, a condenar el Holocausto. ¿Se imaginan lo que hubiera pasado de gobernar el PP con un partido semejante?

-Un talibán pedagógico de la Universidad de Murcia (“fiel escudero de la secta pedagógica” y «lumbrera» lo llama Maximiliano Bernabé en el excelente y divertido artículo de El Inconformista Digital que relataba el caso), pidiendo que se pueda separar del oficio a los profesores que no sigan las pedagogías que ellos, los jomeinis farisaicos, trajeron para destruir la enseñanza pública mientras llevaban a sus hijos a la privada.

-Una nueva agrupación de Jóvenas Feministas de Andalucía, así como lo leen, no es un error, son “jóvenas” y se reúnen en “feminarios”, que piden que se multe, como se hace con el tráfico, a todos los que no respeten los principios de uso del idioma a que piensan obligarnos. Con subvención de Chaves, por supuesto.

-La Carmen Chacón, de egregia sangre andaluza, llamando a la alianza a todo el nazionalismo para echar de Cataluña a los del PP y a todos los que quieran estudiar en español. Con chuleta, por supuesto, que si no se le olvida.

Hay muchísimos casos más, lo del Joan Oliver llamando chorizos a todos los españoles, los que pedían los tiros en las piernas, las dianas pintadas sobre las fotos de los adversarios, el Rubianes y la puta Espanya, el exilio de Boadella, el uso de la Fiscalía al servicio del partido, la declaración de la Comunidad Valenciana y la Región de Murcia como provincias traidoras por no votar a Z, el Caudillo… No pararíamos, pero parece suficiente para entender la alianza de sectarios y tontos del haba que nos espera.

La España que viene, que ya está aquí, es la del Gulag “sanitario”, una España de trincheras en “tensión”, dividida en banderías y territorios, y con todos los que se opongan a la hegemonía nazional-socialista-islamista aislados y reducidos a la muerte civil. La España de ZP habrá logrado entonces convertirse en la referencia de una metáfora literaria, aquella con la que Shakespeare nos definió la existencia: la vida es una pesadilla absurda contada por un idiota. Sólo que aquí, además, en formidable pirueta barroca, el autor de la pesadilla será el idiota.

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