El Gran Pufo

Preparan los alemanes la máquina de fabricar marcos –esa moneda a la que los demás llamamos euro- para salvarse de nuestra ruina. De momento nos sostienen de los pelos, pero si no aprendemos a nadar solos, terminarán por soltarnos. Entretanto, gastamos el dinero que no tenemos en entregárselo a una banca cuasi rota para que nos compre la deuda que necesitamos vender para darles el dinero a ellos. Al engendro le llaman FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). Lo mejor es que es un fondo sin fondo y sin fondos. Detrás no hay nada. Ni industria ni productividad alguna. Sólo los sueños de grandeza de un tenor hueco que hasta hace un año se paseaba por el mundo, ufano y risueño, alardeando de nuestra fortaleza bancaria y de nuestro ‘sorpasso’ (adelantamiento) de economías como la francesa y la italiana. Acabamos de tener que soportar que il cavaliere Berlusconi se descojone de ZP y de la España que representa, le diga tonto delante del mundo y lo deje descompuesto frente a las cámaras y los micrófonos. España es hoy el payaso de Europa, otra vez la tribu de Caín incapaz de gobernarse a sí misma, hidalga y mísera.

Supongo que antes o después nos expropiarán. Recuerdo cuando el PSOE se quedó con Rumasa para regalársela a unos amigos una vez saneada con dinero público. Entonces la explicación fue que Ruiz Mateos cubría los pufos de sus empresas con el dinero de sus bancos, un riesgo en enloquecida espiral, una suerte de riqueza-ficción que amenazaba con llevarse por delante todo nuestro sistema productivo. No era cierto, pero les vino de perlas para engañar a las masas socialistas –que entonces éramos casi todos-, mientras se lanzaban por el camino más desvergonzadamente capitalista que nunca hubiéramos conocido: el del monetarismo o máquina de las perras, la especulación y el pelotazo que nos han llevado a la hermosa situación del presente. Fue entonces cuando empèzamos a venderlo todo, nuestras fábricas y empresas, y que produjeran otros.

España es hoy una inmensa Rumasa, pero en peor, una burbuja de algo mucho más peligroso que la ruina misma: la mentira, una pelota creciente e imparable de embustes, una bola de nieve de embelecos que yira y yira en la que se nos va esquilmando cada día más para darle a la banca los capitales con los que sostener el enorme pufo del Estado y las Autonomías, dejando sin sangre, sin crédito, a lo poco que va quedando del tejido económico, cada día más expoliado, más desangrado, más ausente.

Hemos vivido sobre una gran patraña. Y sólo la costumbre de la farsa, el deseo de no enfrentarnos a la realidad puede explicar el que hace dos años se encomendara a uno de los mayores impostores de nuestra historia la tarea de conducirnos hacia la verdad: que no producimos, que vivimos de prestado desde hace décadas, que hemos gastado los fondos europeos en poner mármol en lugar de plantar inteligencia y trigo, que nos hemos pulido en fiestas y gobiernos todo lo que dejaron nuestros padres matándose a trabajar, que hemos criado a nuestros hijos para que no aspiren a otra cosa que no sea la subvención, el subsidio, un rentismo actualizado para el que ya no quedan rentas.

A la expropiación de España y su desguazamiento llevamos contribuyendo con denuedo desde que el invento autonómico se puso en marcha. Sólo con lo leído en las últimas dos semanas basta para hacerse una idea de nuestra unidad inquebrantable y nuestra fuerza en el mundo. En Cataluña, podrida de corrupción hasta lindar con el saqueo, su vicepresidente, Carod Rovira, acaba de fundir seis millones de euros para regalar a entidades independentistas de todos los territorios que ellos llaman catalanes: el Rosellón, las Islas, Valencia, la Franja aragonesa…

Claro que esto no es nada para ellos. Quizás sea pertinente recordar que Zapatero entregó a la Generalitat, como guinda del último sistema de financiación autonómica, la frugal cantidad de siete mil millones de euros para sus caprichos, además de otros ochocientos para su sanidad un año antes. Aunque lo más relevante es que, previendo la crisis que no existía, levantó el límite de gasto para autonomías y ayuntamientos, esos a los que ahora, después de dejarlos gastarse lo que no tenían, les corta el crédito al completo.

En cuanto a unidad económica y legal, se está produciendo una desbandada de empadronamientos desde Extremadura y Andalucía, Cataluña y Aragón hacia comunidades donde no se estén subiendo los impuestos a los salarios. Hace ya muchos años que se paga menos en las Vascongadas y Navarra que en el resto. Y la selva legal crece cada día. Ya no es que tengamos diecisiete sistemas educativos o diecisiete sanidades, es que hasta los derechos son distintos: si usted se divorcia en Cataluña o Aragón, obtendrá seguramente la custodia compartida. En el resto, si es hombre, seguirá siendo un paria sin más derecho que el de pagar. Y así todo. Hasta para morirse hay ya reglamentos y derechos diferentes.

Cuando el mundo se canse de aguantarnos, supongo que se repartirá los reinos. Seremos no ya un protectorado alemán, como hoy, sino que cada jirón será atribuido a alguna potencia. Una especie de Berlín grande. Yo me pido pertenecer a Florencia o a la República de Venecia. Si no pudiera ser, Valcárcel podría sugerirle a Obama que nos hiciera Huerto Asociado. Seguramente entonces vendría hasta el Ebro. Otros no tendrán la misma suerte y pasarán a Marruecos o Turquía. O a China, que se lo está comprando todo. Pero sin duda seremos muy felices. Podremos olvidarnos para siempre de lo que somos, de lo que hemos sido. Podremos disfrutar del autoengaño, desespañados, irresponsables para siempre, naciones nuevas en infancia eterna.

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