El Barça, el Madrid, el Camp Nou y la política

Quienes sostienen que una cosa es el fútbol y otra la política (un ejercicio de ignorancia voluntaria, un avestruz ciego), van a asistir este domingo al estallido espectacular de la mentira piadosa que se dicen a sí mismos. El fútbol no fue nunca otra cosa que política, civilizada guerra simbólica. Eso lo han sabido siempre y utilizado mejor que nadie los catalanes. El Camp Nou que va a recibir al Madrid de los españoles –son precisamente los nacionalistas los que le han conferido ese valor al Madrid- no será un estadio de fútbol, sino un foro de refundación del siempre fantasmagórico Estat català, la enésima proclamación de una independencia que nunca existió. Bienvenida sea. El mundo entero sabrá así que el Barça no es un equipo español. Incluso los que vayan desde las Españas tendrán que enarbolar la cartulina que les den a la entrada para colaborar en la gran bandera catalana que significa el rechazo a España.

¡Ah, las contradicciones, los gatos en el estómago que se comen a nuestros barcelonistas ante las muestras inequívocas –decenas de miles de banderas esteladas- de que estarán apoyando a quienes los llaman ladrones, mientras sienten hervir su sangre de pasión con los goles blaugranas! Lo tragicómico es que el domingo saldrán derrotados sea cual sea el resultado: si pierde el Madrid, como españoles; si pierde el Barça, como barcelonistas. Qué vocación de castigo tan taurina, tan española.

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