El festín siciliano

Filesa, Malesa, Time Export, Flick, el convoluto, BOE, Roldán, Urralburu, GAL y fondos reservados, Palma Arena, Matas, Urdangarín, los Albertos, Juan Guerra, Expo-92, Ibercorp, Prado y Colón de Carvajal, Naseiro, UGT-PSV, los cien mil alcaldes y concejales de Urbanismo, la SGAE, Gürtel, Mercasevilla, la Fiesta Mayor de los ERE andaluces, la familia Pujol, ITV, Pretoria, Casinos, Riopedre, juez Estevill, Durán y el caso Pallerols, la Hacienda familiar del PNV, Osakidetza, Marbella-Malaya, Millet y el caso Palau, Pepiño y el caso Campeón, los sueldazos, las pajines y aidos recolocadas, las pensiones vitalicias, las subvenciones a discreción, las oficinas para expresidentes regionales, las Hípicas sobrevenidas… y Bárcenas, que todo lo ilumina. Una nación que asiste callada a la revelación, en uno de sus parlamentos regionales, el catalán, de los tantos por ciento de comisión (el 3% que era el 4%) vigentes en la podredumbre organizada, y que se calla, merece que la desangren. Ha dejado de ser una nación, ha dejado de ser libre, ha matado la democracia. Todo comenzó cuando expulsaron del PSOE a Alonso Puerta por denunciar la corrupción en la recogida de basuras. Las basuras que no quisimos ver y han terminado por ahogarnos. España ha sido la mesa de las familias mafiosas, aquella escena de “El Padrino”, luchando por conservar la explotación autónoma de “su territorio”. El estado del bienestar, a la púa, el que hoy debemos, fue el pienso para mantener ocupados a los cerdos antes de su San Martín. El nuestro.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído