El ridículo Barça y la España rota (y una coda sobre el Madrid)

El mejor equipo desde el Big-Bang, la Armada Invencible del recientemente descubierto Imperio catalán, recibió ayer un palizón que hizo felices a millones de españoles. Los que decían que España no estaba rota, tuvieron que asistir este martes histórico, 23 de abril de 2013, día de San Jorge en Aragón, a la obscenidad de su ruptura, la peor de todas, la irreversible: la sentimental. El catalanismo ha trabajado incesante durante los últimos treinta años, con la necia complicidad de una izquierda irreconocible y sedicente y una derecha entreguista, para destruir España. Ya lo ha conseguido. Que se marchen o no, dada la tribu disgregada y cobarde en que se ha convertido España, sin voluntad ni dignidad ni decencia, sólo depende de ellos, de los nacionalistas catalanes, de sus intereses. Los españoles somos hoy un peso muerto en el mundo, el caso patético de la transformación de un pueblo que fue arriscado y orgulloso, en una desangrada carcasa sin alma. Quebrada, escindida. Y nada lo ha puesto tan de relieve como la reacción en nuestros corazones por la debacle catalana de ayer. ¡Adónde nos han llevado los miserables nacionalistas vasco-catalanes como para que los españoles gozáramos como niños ante la tunda que un equipo ¡alemán! les estaba arreando a los antaño españoles del Barcelona F.C.! Han sido tantos sus desprecios, sus ofensas, su odio, su prepotencia, su soberbia a lo largo de estos años, y, sobre todo, su hipocresía infinita para presentarse encima como víctimas, que los bávaros fueron ayer el estilete de nuestra hartazón. Es una humillación tan merecida la que han recibido en Múnich, que la mayoría de los españoles nos hemos sentido del Bayern durante unas horas.¿Los árbitros? Si el árbitro (aquí un amigo, el gol en fuera de juego de Messi al Milán, por ejemplo) hubiera actuado con los criterios que padecieron sus adversarios durante todos estos años de una UEFA barcelonista y un Villar puesto por ellos, el Barcelona ayer se habría llevado siete. Sin Ovrebo, sin Stark, sin el gol anulado al Milán en el Camp Nou en el 2006, estos pájaros no habrían ganado ni una sola de las tres copas de Europa de los últimos años. En fin, los del “Espanya nos roba”, los del mercado cautivo, los de la queja eterna, los que han mandado al exilio a su mejor gente, los que prohíben la lengua española en sus colegios, los mentirosos de la Historia, los del somos los Laikers, los santurrones, los que presentaron como logro propio un estilo inventado por Holanda y perfeccionado por el talento de un español genial, el madrileño Luis ¡Aragonés!, sufrieron ayer una lección inolvidable. Y entre los que se la dieron había un Martínez. A ver si ya nos dejan en paz y se van para siempre. Lo que me temo es que ese día nunca llegará.

Coda: Lo del Madrid ha sido fútbol. Siempre lo han breado en Alemania. Y este año ha llegado mucho peor que el pasado, que fue cuando debió ganar la Copa de Europa. Pero lo del Barça, como es más que un club, y el fútbol más que fútbol (Ejercito catalán con ‘pilota’, neutralizador de la inacabable frustración histórica que les constituye, ensueño de una nación que nunca existió…), también sus debacles son más que una debacle. Son un destino. Y dan mucha más risa.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído