La España catalanizada

-A lo que estamos asistiendo es al fin del modelo de una España catalana: disgregada en feudos controlados por castas locales en un auténtico regreso al Antiguo Régimen, a la España austracista cuya derrota en 1714 siempre reclamó el separatismo catalán como el origen de su frustración. Lo que se hizo en 1978 fue ofrecerles a catalanes y vascos una España a su imagen, foralizada, estamental y controlada por los caciques locales, por los notables y las notablas.

-Eso es lo que ha estallado: el sistema de entrega del Estado a las diferentes mafias regionales, que usaron el poder que se les reconocía como pasaporte para la corrupción generalizada de la que empezamos a tener noticia tangible y juzgable.

-Siempre miramos a Italia como un país sin arrestos, horadado por una mafia que se superponía al Estado y que se convertía en una empalizada contra la modernidad de las democracias burguesas que ese Estado significaba. Hoy sabemos que España ha sido durante treinta años el reino de esas mafias, nuestras autonomías no han sido más que el correlato de esas mafias, su instrumento: el modelo vasco, una mafia criminal revestida de racismo y revolución marxista, pero que no era otra cosa que una organización de resistencia al Estado, como la Mafia de los viejos territorios del Reino de Nápoles se presentaba en sus orígenes heredera de esa legitimidad frente al nuevo Estado de los Saboya turineses; y el modelo catalán, el modelo negosi y la pela es la pela, en el que el nacionalismo no era otra cosa que una mafia económica destinada a mantener la supremacía económica de los viejos apellidos, frente a la igualdad ante la ley que representaba el Estado. Lo que ellos, tanto vascos como catalanes, llaman los españoles no era más que el agente externo, el polícía y el juez de Turín o Milán, que venía a poner en cuestión sus privilegios de sangre y fortuna.

-La mímesis en el resto de España fue letal. Pero en ningún caso, salvo quizás, qué curioso, en los otros territorios de la Corona de Aragón que ellos consideran catalanes, viejos reinos de Valencia y, sobre todo, Mallorca, ha tenido lugar un sistema de enriquecimiento mafioso tan podrido, preciso e impune (cualquier ataque lo era contra la nació )como el catalán. Y tan fino. La mafia vasca era a tiros. La mafia andaluza se sustentaba en que ‘la Pesoe’ era una gran máquina de dar trabajo y repartir ‘pá tóh’. La máquina catalana era una gran bomba de succión que les cobraba a ‘tots’, no a mayor gloria del partido, que también, sino de quienes encarnaban el partido neoperonista que siempre fue Convergència.

-nADA PODRÍA HABERSE HECHO SIN ESE PACTO de entrega del poder a las castas locales. Fue, en efecto, una auténtica Restauración.

-Con ese poder, y la coartada nacionalista, la prensa de las regiones se feudalizó. En donde más, en Cataluña, donde todo se puso alñ servicio de la ‘construcción nacional’. En Vasconia hubo oposición, en Cataluña la izquierda se entregó al nacionalismo.

-Ese fue el gran modelo, Cataluña, la impulsora de la España autonómica, catalanizada, que hoy se descompone, podrida y agusanada, ante nuestros ojos, gracias, parece, al fin, a la acción de los poderes de un Estado que nació para eso, para acabar con ‘la nobleza’.

-¡Vivan Isabel la Católica y Ferrán II!

-nUNCA HA TENIDO MÁS RAZÓN aRTUR mAS que al establecer que el affaire Pujol es un asunto de familia. Siempre fue un asunto de familia, o mejor, de familias. Así ha sido en todas las autonomías, que se construyeron a imagen de cataluña, siguiendo su rastro, y donde también las mismmas familias que habían entrado a caballo en el siglo XIII seguían dominando, ahora legalmente, gracias a los regímenes autonómicos que habían puesto en sus manos, además del poder, el gobierno.

-La colaboración de la izquierda fue preciosa ‘i’ utilísima: no destruyeron el poder de las familias: se sumaron a ellas, se convirtieron en una más, se quedaron con el ‘barrio’ de la Administración e hicieron de los puestos vitalicios y los complementos de destino consolidados ‘su terriorio’. Y respetaron a las demás familias.

-En la Italia napolitana, del viejo Reino, la Mafia es un poder paralelo al del Estado, al que intentan comprar y poner a su servicio. En España se quedaron directamente con los gobiernos. No eran delincuentes contra las leyes, eran los que las hacían y los que las transgredían o se servían de ellas.

-El nacionalismo ha terminado por destruir la regiópn que estaba destinada a sustituir a Castilla como eje español. Sin nacionalismo, hoy viviríamos una España plenamente catalana. España sería mejor, pero sobre todo Cataluña sería mucho mejor. Porque lo que han demostrado estos últimos treinta años es que Cataluña era una ilusión, un falso mito crecido al amparo de la necesidad del Sur y la Castilla pobres de creer que había un lugar en España donde en verdad las cosas eran mejores. Pero era mentira su industriosidad, su laboriosidad, su rectitud, su lealtad. No sabemos si alguna vez esa leyenda habría sido verdad, pero desde hacía ciento cincuenta años Cataluña, gracias al catalanismo, no era más que un lobby de chantajistas, de grupos de presión que siempre buscaron ventajas (los aranceles, el Estado (Madrit) a su servicio) y que jamás, frente al mito de sí mismos, habían competido en verdadera libertad y buscando el beneficio de toda España y no el suyo propio. Y esa fue siempre la razón, esa intuición hispana de los catalanes carecían de grandeza e iban siempre a lo suyo, lo que impedía una y otra vez una catalanización abierta y regeneradora: no podía regenerarnos lo que ya venía podrido.

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