Libro «Poema de la Caballada de Atienza, la luna en harina baila», de Mañueco

Libro "Poema de la Caballada de Atienza, la luna en harina baila", de Mañueco

Libro «Poema de la Caballada de Atienza. La luna en harina baila».

http://www.amazon.es/Poema-Caballada-Atienza-h…/…/B01BLQ74KA

Autor: Juan Pablo Mañueco (Febrero, 2016)

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XIV. La Caballada: ¡Ya han salido en pos del campo!

Oh, Tú, Señor poderoso,
Padre que en el cielo estás,
que hiciste el cielo y la tierra
y al tercero hiciste el mar,

ya que esta historia en Atienza
está a punto de acabar
dame a probar la ventura
que la pueda rematar.

Porque en los hechos no fuese
nada aún lo relatado,
si por ellos hoy no hubiese
gente montada a caballo.

Que cofradía aún hoy
los conmemora cada año
-Pentecostés, el domingo-
aquellos hechos lejanos.

Ya se abocan los festejos,
como abocan los caballos,
ya se abocan los festejos
a los novecientos años.

Caballada es de atencinos,
sólo cofrades hermanos,
según viejas Ordenanzas
lo tienen reglamentado.

Sancionadas por el rey,
por el propio Alfonso Octavo,
que dentro de Caballada
solo cabalguen hermanos.

Y que ni él mismo pudiese,
noble, hidalgo, juez o mando
cabalgar en aquel día,
salvo que fuese invitado.

Cofradía más antigua
-por documento probado-
civil de España. ¡Las calles
de Atienza ya está bajando!

Siete tortillas comieron
la tarde del día sábado,
en recuerdo de los siete
días en que cabalgaron.

Y en la ermita de la Virgen,
de dulzaina acompañados,
bailes de las Ordenanzas
son bailes que ya han danzado.

De oscura capa cubiertos,
de camisa blanca honrados,
sombrero alto en la cabeza
y en los pies, negros zapatos.

¡Ya van por las plazas quietas,
ya cruzan los gruesos arcos,
ya bajan las calles curvas…!
¡Ya han salido en pos del campo!

Pertenecen a la historia
aun corriendo hoy a caballo
y galopan bajo soles
o plateados relámpagos.

Quienes cruzaron montañas
llevando a Alfonso Octavo,
no tienen hoy horizonte
que no tiemble bajo cascos.

Es el documento vivo
que en Atienza, el alcor alto,
y en Guadalajara anuncia
que está llegando el verano.

XV. Gracias a Dios todopoderoso, de este juglar castellano

Gracias, Señor poderoso,
Padre que en el cielo estás,
que hiciste el cielo y la tierra
y al tercero hiciste el mar.

Gracias a ti de buen grado,
por permitirme cantar
esta historia que he contado
de estremecido lugar.

Las peñas cortan relámpagos.
Luego se dan a albergar
citas de reyes casados
y rocas con tajamar,

y de arrieros que a caballo
salen cada año a trotar.
Como juglar castellano
pongo aquí el punto final.

XVI. Coda.
Una posibilidad festiva que debería impulsarse y potenciarse de similar modo

Pero antes de terminar
esta historia de caballos,
de reyecitos y reinas,
de cabriolas y de un barco,

que está encima de la tierra,
erguido sobre un peñasco,
al que los soles limón
en zumo dan con sus rayos,

y junto al que centinelas
son amarillos topacios,
mientras esperan a Alfonso
las tropas del rey Fernando,

decir quiero este galope
de versos que voy rimando,
racimos de mediodías,
mi corazón a pedazos,

hojas de puro rocío,
colgados en el recio árbol
de mi tuétano sediento
de la historia que a pedazos

he venido a relatar
y aún estoy relatando,
historia llena de hazañas,
ambición, treta y caballos.

Muchas veces en la tierra
que mía tierra es a lo ancho,
me puse a considerar
cabalgata de caballos

entre el pico alto del Águila,
tres kilómetros al cabo
allá de Guadalajara,
segunda edición por campo

y calles se celebrara.
Ni es el recorrido largo
ni día que golpeara
otro son que el de los cascos

corriendo entre la mañana.
Carrera sean sus trancos
por las cuestas y las plazas.
De galopes mejor marco

calles de Guadalajara.
Si por la ciudad los pasos
de los caballos viajaran
no habría asueto tamaño

en ningún lugar de España.
Y se quedasen pasmados
turistas, viajeros, caras
de gente que todo el año

fiestas tales aguardaran
para cubrir en los fastos
cada una y todas las vallas
por donde equinos pasaran.

Este es el último tranco
de mi verso, que a ti mana,
y que por ti haya manado
mi tierra, Guadalajara.

Fin del Poema de “La Caballada de Atienza, la luna en harina baila”


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Contenido:

Largo poema narrativo de casi mil versos de extensión que relata, con influencias lorquianas, la guerra entre Fernando II de León y el rey niño Alfonso VIII de Castilla, cuyo lance más conocido es el sitio y cerco de la villa Atienza (España), donde se encontraba refugiado el niño Alfonso VIII.

Los arrieros de Atienza burlaron el cerco de las tropas enemigas, mediante una sucesión de ardides, y cabalgaron durante siete días y siete noches para llegar primero a Segovia y luego a Ávila, donde pusieron al rey niño tras la protección de sus más fuertes murallas.

El poema recuerda los principales acontecimientos de aquella guerra, las causas que la provocaron y su resolución final.

Después refiere las bodas del reyecito Alfonso VIII, cuando tenía 14 años de edad, con la princesita inglesa Leonor de Plantagenet, de tan solo 10 años. Una especie de cuento de hadas, extraído de la Historia más real.
Por último, se refieren las conmemoraciones ininterrumpidas que la «Cofradía de la Caballada» lleva celebrando de aquel hecho a lo largo de los últimos nueve siglos, en la fecha del domingo de Pentecostés.

Asímismo, el Poema cuenta con un largo prólogo, donde se analizan los recursos literarios, poéticos y metafóricos que le han dado origen, y que aporta también algunas ideas para potenciar este festejo, que podría convertirse -sólo con algunos retoques, que se señalan en el prólogo- en uno de los más atractivos del planeta, por su antigüedad, vistosidad y alegría que entraña.

Precio: 2,99 euros

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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