La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

La Nada, el horror que hizo a San Unamuno

Este y no otro fue el horror que, a modo de motor, movió la entera vida de San Unamuno: la sospecha de que, tras la muerte, está la Nada. Esto, que casi todos lo podemos pensar, él lo profundizó de verdad, lo acurrucó en sus entrañas; con ello aguijoneó su alma hasta destrozarla.

La Nada. Morir y dejar de ser. Para siempre, por toda la eternidad. No ser sueño, ni siquiera algo-alguien existente aunque no pensante, ni sensitivo. Nada, nada, nada de verdad. En medio de la inmensidad del inabarcable Universo, por los tiempos de los tiempos de los que no se ve el fin. En medio de toda esa masa informe, los vivos parecemos entes muy pequeños. Cada vida, una insignificancia, pasajera. Pero, ¿y los muertos? ¿Y los caídos en la muerte? ¿Y los que mueren… y se acabó? Ni abrir los ojos tras morir, ni nada. Nada, nada, pero nada de verdad.

Esa sensación la he pensado-sentido-experimentado muchas veces. Cierro los ojos y me veo nada entre tanta eternidad, sabiendo que no volveré a ser jamás. Ni reencarnado en otro, que sería poco de mí, aunque algo. Ni resucitado en la gloria absoluta. Si de verdad caes en esto, no puedes decir auténticamente que no te interesa lo que pase tras la muerte; que te es indiferente este cáliz. ¿Lo has pensado-sentido-experimentado… de verdad?

Don Miguel sintió ese aguijón muchas veces, pero sobre todo a partir de la noche de 1907 que ya siempre recordaría como la de “la crisis”. De esa crisis salió San Unamuno: un alma individual que se negó a dejarse llevar por la desesperanza, que se agarró agónicamente a la fe, desde la contradicción, desde el examen permanente, desde la ceguera que quería sumergirse en el abrazo de su madre. Ya fuera la que le parió, la que le dio los hijos o su España-madre. Todas ellas le abrazaron: “Hijo mío”.

San Unamuno, en esta noche cercana a la Pascua del Resucitado, que lo fue tras sufrir muerte, y muerte de cruz, me es un modelo de fe mucho más grande que cualquier santo del santoral. Él, como nadie, señaló la necesidad de querer vivir. Como fuera. Incluso aunque detrás de la muerte estuviera la terrible verdad de la Nada.

¡San Unamuno, ora pro nobis!

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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