La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

El mayor fracaso de la Historia

Aparentemente, era un hombre normal y corriente. Hasta que, de un día para otro, supo ver en su interior que estaba destinado a transmitir a la humanidad un mensaje que transformaría para siempre su destino errático. Consciente del abismal peso de esta concreta misión, el hombre salió de inmediato a la calle para proclamar su verdad a los cuatro vientos.

Sin embargo, la soberbia le pudo con la primera persona que encontró. Era una mujer de mediana edad que, horrorizada ante el ímpetu y los malos modos de su interlocutor, lo mandó a freír gárgaras. Algo parecido sucedió en la escena siguiente, en la que dio con un anciano de sonrisa beatífica. “Estoy ya muy mayor como para aguantar que alguien como tú, tan pagado de sí mismo, me sermonee y me enjuicie”, dijo mientras lo apartaba de un manotazo.

Pero los dos fracasos no hicieron sino fortalecer la vehemencia del hombre, quien masculló para sí mismo: “Estos pobres seres son unos iletrados e ingenuos, que no tienen absolutamente nada que aportar a la sociedad. Peor para ellos. Si supieran el tesoro que traigo conmigo… Si se dieran cuenta de quién soy yo… Me tendré que centrar en quienes sé que piensan como yo y, por tanto, serán más proclives a seguirme. En el fondo, es mejor, pues no hay peor que el que no quiere ver y la morralla sobra hasta para gozar del bien con mayúsculas, aquel del que solo yo conozco la fórmula”.

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos el hombre, cuyo pecho se había hinchado hasta parecer un Hércules, que ni siquiera vio a la masa humana que desfilaba tras él, silbando despreocupada. Solo se dio cuenta cuando el eco de las pisadas de la tropa dominaba ya en el horizonte. Gritó y gritó, pues sabía que las multitudes, más fáciles de convencer, habían de ser sus objetivos prioritarios. Tanto gritó el hombre que su pecho se desinfló y, de pronto, quedó reducido a la nada. Con un soplido insonoro y preñado de vanidad, exhaló el espíritu y cayó muerto.

Fue así como se perdió la única oportunidad por la que la humanidad se hubiera podido redimir de sus desvaríos y haber vivido para siempre de acuerdo a la esencia de la convivencia auténticamente fraterna. Pero erró el testimonio más que la voz recta del elegido, que transmitía un mensaje indudablemente purificador. Y fue el mayor fracaso de la Historia. Aconteció hace ya mucho. ¿O fue hoy?.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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