La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Cuando Unamuno se encarnó en Fuerteventura

Escribo estas líneas, casualmente, horas después de anunciarse la muerte de Fidel Castro, cuya revolución utópica frente a un régimen corrupto y títere del Imperio acabó sin embargo sumiendo a Cuba en una burbuja congelada en el tiempo, sin libertad, justicia, ni igualdad (una élite corrupta está muy por encima de un pueblo llano igualado en la pobreza). Pero yo venía aquí a escribir de Miguel de Unamuno… y la única película que se le ha dedicado (para vergüenza de la cultura en este país, no pudiendo obviarse además que apenas se emite en un puñado de cines) desde que muriera hace ya casi siete décadas. Afortunadamente, La isla del viento, estrenada hace una semana, hace justicia a quien fue, es y será el alma de España. En ella está, auténticamente, Unamuno. Y encarnado en la utopía que construye.

En un gran acierto del director, Manuel Menchón, la cinta se centra en dos momentos importantísimos en la vida de Unamuno, interpretado por José Luis Gómez como si fuera un espejo: uno muy conocido (su encendido discurso ante Millán Astray, el 12 de octubre de 1936, donde el “venceréis pero no convenceréis” arrojado a la cara de la barbarie en el “Día de la Raza” le costó su último ostracismo, apenas dos meses antes de morir) y, sobre todo, su exilio durante unos meses de 1924 en Fuerteventura (desterrado por Primo de Rivera por oponerse a su dictadura y antes de poder huir finalmente a París). Aquí es donde nos encontramos al Unamuno de siempre: al hombre educado pero sin pelos en la lengua, lanzando fuego por la boca en un susurro; al alma angustiada que, incapaz de consolar a una niña que ha perdido a su hermano, antes bien eleva al cielo una inmersión en el abismo donde aparentemente vivimos sin sentido; al San Manuel Bueno que le clava un aguijón a un sacerdote clavado en la ortodoxia hasta desvelarle su secreto más íntimo, la verdadera falta de fe; el huracán que hace que un terrateniente con corazón ilustrado coja la lanza y se lance a construir un molino para los desterrados… Sí, en La isla del viento está Unamuno. Desnudo.

Pero también, y he ahí su gran logro, está el Unamuno que se encarnó en una tierra desconocida para él. Está el sabio ignorante de una cultura fascinante y que, roca habitualmente dura, se convierte en porosa para que sus almas llenen la suya: el marinero que le aconseja desde la sencillez popular trabajo manual y esfuerzo físico para alejarse de la melancolía; el cura sin fe que finalmente se entrega al servicio a los últimos contraviniendo “lo establecido” (fantástico ese Víctor Clavijo danzando bajo la lluvia del agua libre que nutrirá a un pueblo); la quijotesca admiradora que planta a su familia en Buenos Aires para intentar amenazar la integridad del hombre más íntegro; la niña pastora alejada de toda cultura y para la que el maestro sueña un futuro de ideales y eternas preguntas, hasta el punto de acompañarle ella luego en su vía crucis en Salamanca, quitándole la venda del miedo para que clame contra “los hunos y los otros”. Todos ellos son personajes que interpelan a Unamuno, que le hacen evolucionar. Que le hacen, en definitiva, encarnarse, poner rostro a sus ideas justas.

Gracias a La isla del viento por ser una maravillosa excepción. Aunque pasen otros 70 años y otra hipotética película tampoco llegue al gran público. Con que un solo ciudadano en nuestra convulsa España de hoy (en eso no mejoramos) o mañana quiera saber quién fue realmente Miguel de Unamuno, habrá merecido la pena. La utopía nació con un grano de mostaza.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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