Vamos camino de la extinción.
Como pueblo, como sociedad, como nación.
Hablar de maternidad en España hoy es hablar de récords, pero no precisamente de natalidad. El dato más reciente lo deja claro: la edad media para tener el primer hijo supera los 33 años y sigue creciendo.
Si hace apenas una generación era habitual ver a mujeres siendo madres antes de los 30, ahora ese escenario es casi una rareza.
Este retraso, lejos de ser una tendencia pasajera, refleja cambios profundos en la sociedad, la economía y las expectativas vitales.
El fenómeno tiene raíces claras.
La clave es que la gente se ha hecho más cómoda y egoista, pero la precariedad laboral, el precio de la vivienda, la dificultad para conciliar y un modelo cultural que prioriza la estabilidad personal y profesional antes que la crianza influyen en que muchas mujeres pospongan la maternidad hasta una edad impensable hace no tanto tiempo.
- En los años 60, el 54% de las mujeres ya tenía al menos un hijo a los 29 años; entre las nacidas en los 90, solo el 24% lo ha hecho a esa edad.
- En 2013, la edad media del primer hijo era de 32,2 años; en 2023 ya alcanza los 33,1 años entre españolas.
- Para madres extranjeras residentes, la media ronda los 30 años.
Esta tendencia no distingue entre clases sociales ni regiones: familias cada vez más pequeñas y partos cada vez más tardíos.
Maternidad tardía: un fenómeno imparable
El auge de lo que se conoce como maternidad madura es evidente: casi uno de cada diez niños nace gracias a tratamientos de reproducción asistida. De hecho, España se sitúa a la cabeza en este tipo de técnicas en Europa. El retraso biológico tiene consecuencias directas sobre la fertilidad, forzando a muchas mujeres a recurrir a la ciencia para lograr ser madres.
- El 40% de los nacimientos en 2023 fueron de madres con más de 35 años.
- El porcentaje de nacimientos de madres mayores de 40 ha pasado del 6,8% en 2013 al 10,8% en 2023. Un aumento del 59% en una década.
- En dos décadas, los partos de mujeres mayores de 40 se han disparado un 120%.
El uso creciente de técnicas como la fecundación in vitro o la inseminación artificial ha cambiado incluso el perfil familiar: cada vez son más habituales los partos múltiples y las familias monoparentales por elección.
Listas y rankings: España frente al espejo europeo
Algunos datos curiosos y rankings ayudan a entender hasta qué punto España se ha convertido en un caso singular:
- Edad media del primer hijo en España: 33,1 años (2023).
- Edad media europea (UE): ronda los 30-31 años según Eurostat.
- País con maternidad más tardía: Italia (ligeramente por delante), seguido muy cerca por España.
- Países con maternidad más temprana: Bulgaria y Rumanía (primer hijo antes de los 27).
- Ranking europeo: España está entre los tres primeros países donde más tarde se tiene el primer hijo.
- Porcentaje de partos tras los 40 años: uno de los más altos del continente.
Curiosidades y datos locos
Este cambio social deja anécdotas y cifras llamativas:
- ¿Sabías que criar un niño cuesta ya unos 758 euros al mes en España? Un factor nada menor para quienes dudan si lanzarse a tener familia.
- Uno de cada diez niños nace gracias a reproducción asistida; en algunas clínicas privadas ese porcentaje se eleva al 20%.
- Hace solo cuarenta años era raro ver embarazadas con más de 35 años; hoy es casi lo normal en las grandes ciudades.
- En algunas comunidades autónomas como Madrid o Cataluña, la edad media supera incluso la nacional.
- La esperanza de vida femenina roza los 86 años, lo que supone que las españolas tienen su primer hijo cuando ya han cumplido el 38% del tiempo que vivirán, si se cumplen las previsiones actuales.
Impacto social y cultural
El retraso de la maternidad no es solo una cuestión demográfica. Modifica todo el ciclo vital: desde la educación hasta el mercado laboral. Los abuelos llegan más tarde (y menos disponibles), los niños tienen menos hermanos, y muchas mujeres deben recurrir a tratamientos médicos para lograr ser madres. Esto afecta tanto a la estructura familiar como al sistema sanitario y educativo.
Además, crece una percepción social nueva: muchas mujeres (y hombres) reivindican su derecho a no tener hijos o a hacerlo mucho más tarde sin sentir culpa ni presión social. Los datos del INE muestran que aumenta el número de hogares sin hijos y también quienes opinan que se puede ser igual o más feliz sin descendencia.
¿Qué futuro le espera a España?
La pregunta clave es si este fenómeno tiene marcha atrás. Los expertos coinciden: salvo grandes cambios económicos o políticas realmente ambiciosas para favorecer la conciliación y el acceso a vivienda digna, lo más probable es que sigamos viendo familias pequeñas y embarazos cada vez más tardíos. La medicina reproductiva seguirá creciendo como solución técnica —pero también como reflejo— del reto demográfico español.
En definitiva, ser madre o padre en España es hoy una decisión cada vez más meditada, tardía… y cara. Los datos no mienten: la maternidad no solo se retrasa; está cambiando su significado mismo para toda una generación.
