El surrealismo del “Monte Rushmore” trumpiano

Las frustraciones de Trump: ¿Han llegado Putin y algún otro a la conclusión de que el presidente de EEUU no es tan poderoso como cree?

La política exterior de la Casa Blanca acumula obstáculos mientras aliados y rivales ponen a prueba su autoridad internacional

Trump vs Putin
Trump vs Putin. PD

¿Y si le han tomado la medida?

Porque a veces la impresión de Putin y algún otro han llegado a la conclusión de que Donald Trump no es tan poderosos como él supone.

En las últimas horas, las tensiones en torno a la política exterior de Trump han vuelto a ocupar titulares.

El presidente estadounidense se enfrenta no solo a crisis internacionales enquistadas, sino también a una percepción creciente entre líderes mundiales de que su influencia tiene límites claros.

En este contexto, varios mandatarios parecen haber calculado que Trump no es tan poderoso como él mismo presume, y aprovechan el momento para desafiarlo o marcar distancias.

Frustraciones en Ucrania, Gaza y el canal de Panamá

El conflicto en Ucrania sigue siendo el mayor dolor de cabeza para la Casa Blanca. Trump prometió una solución rápida, pero la realidad es que Vladimir Putin mantiene sus exigencias máximas y no muestra señales de ceder. Lejos de presionar al Kremlin, Trump ha ofrecido concesiones significativas mientras arremete contra el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, al que acusa de bloquear la paz. Esta estrategia no solo ha generado críticas en Europa, sino que debilita la posición negociadora estadounidense en la región.

En Oriente Medio, Trump tampoco logra imponerse. Su propuesta de transformar Gaza en “la Riviera de Oriente Medio” ha sido recibida con escepticismo y rechazo en capitales árabes. La ofensiva militar sobre los hutíes en Yemen tampoco ha restaurado el control marítimo estadounidense en el mar Rojo: los ataques continúan y los drones estadounidenses derribados por los hutíes han puesto en duda la eficacia del enfoque militar.

En América Latina, Trump ha presionado a Panamá para restringir las actividades chinas en el canal y permitir la rotación de tropas estadounidenses, pero no ha recuperado el control directo sobre esta infraestructura estratégica. Estos movimientos han generado inquietud tanto entre aliados como entre rivales regionales.

Relación con aliados: distancia y desconfianza

Los roces con aliados históricos son cada vez más evidentes. En Canadá y México, la amenaza de imponer aranceles del 25% —en contravención del propio acuerdo comercial negociado por Trump— ha tensado gravemente las relaciones. Además, la idea de fusionar Canadá con Estados Unidos como un “quincuagésimo primer estado” o adquirir Groenlandia han sido descartadas tajantemente por sus respectivos gobiernos, pero muestran hasta qué punto Trump busca redefinir el orden tradicional.

En Israel, los desencuentros han alcanzado un nuevo nivel. Trump habría cortado comunicación directa con Benjamin Netanyahu tras sospechar que el primer ministro israelí intentaba manipularlo para beneficio propio. Este distanciamiento refleja no solo diferencias tácticas respecto al conflicto en Gaza sino también una pérdida de confianza personal clave en la diplomacia estadounidense reciente.

En Bruselas, la inquietud es palpable. Los dirigentes europeos perciben que Estados Unidos ya no ofrece el paraguas de seguridad firme del pasado. Hay voces que reclaman a la Unión Europea asumir mayor protagonismo ante la posibilidad de que Trump ceda ante Rusia o abandone a Ucrania a su suerte. La preocupación es clara: si Washington acepta las demandas territoriales rusas o frena su apoyo militar a Kiev, las consecuencias para la seguridad continental serían profundas.

La “teoría del loco” y sus límites

Trump parece abrazar la llamada madman theory, una táctica inspirada por Richard Nixon basada en mostrarse impredecible e irracional para forzar concesiones. Sin embargo, lo que sobre el papel podría ofrecer ventajas tácticas, en la práctica está erosionando alianzas y generando desconfianza incluso entre socios estratégicos. Esta inestabilidad complica acuerdos multilaterales y deja a Estados Unidos aislado frente a desafíos como Irán o Corea del Norte.

En paralelo a las tensiones políticas, las guerras comerciales impulsadas por Trump han elevado costes para consumidores estadounidenses y creado incertidumbre en los mercados financieros globales. El presidente insiste en que estas medidas traerán grandes victorias económicas, pero hasta ahora los datos muestran más bien volatilidad y preocupación empresarial.

El surrealismo del “Monte Rushmore” trumpiano

Mientras tanto, dentro del ambiente político estadounidense surgen propuestas insólitas: desde bautizar infraestructuras icónicas —como carreteras o trenes— con el nombre de Trump hasta iniciativas para erigir un “Monte Rushmore” simbólico dedicado al expresidente. Estas ideas muestran tanto la polarización interna como el deseo de parte de su base política por consolidar su legado más allá del mandato presidencial.

¿Hacia dónde va la política exterior estadounidense?

El panorama internacional deja claro que Trump afronta una acumulación inédita de frustraciones. Sus intentos por imponer su voluntad encuentran resistencia o indiferencia tanto entre adversarios como entre aliados históricos. La percepción global es que el margen real de maniobra estadounidense se ha estrechado.

Los próximos meses serán decisivos para comprobar si Trump logra reconducir alguna crisis hacia resultados tangibles o si, por el contrario, se consolida una imagen internacional debilitada, con países estratégicos optando por caminos propios ante la incertidumbre sobre el liderazgo norteamericano.

Por ahora, lo único seguro es que las apuestas personales del presidente están generando más preguntas que respuestas y alimentando un debate global sobre los límites reales del poder estadounidense bajo su administración.

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