La planta de Fordow se ha convertido en el símbolo máximo del desafío nuclear iraní.
Enterrada bajo cientos de metros de roca y hormigón, resiste ataques e inspecciones en medio de una escalada regional sin precedentes.
La instalación, ubicada a unos 100 kilómetros al suroeste de Teherán y cerca de la ciudad sagrada de Qom, es mucho más que un complejo técnico: es un mensaje al mundo sobre la determinación y capacidad de Irán para sostener su programa nuclear frente a sus adversarios.
La construcción de Fordow comenzó en secreto en 2007.
No fue hasta 2009 cuando Irán notificó su existencia al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), después de que servicios occidentales detectaran el emplazamiento.
Desde entonces, la planta ha evolucionado hasta convertirse en la joya del plan nuclear iraní: un fortín bajo la montaña, rodeado por baterías antiaéreas y protegido por gruesas capas de hormigón armado.
Hoy sigue operativa pese a los recientes ataques israelíes, como confirmó el OIEA tras inspecciones realizadas tras los bombardeos.
Fordow: blindaje extremo y resistencia antibúnker
Fordow está diseñada para soportar incluso los ataques más sofisticados. Los expertos estiman que parte de sus instalaciones se encuentran a unos cien metros bajo tierra, protegidas por varias capas de hormigón y roca compactada. Este nivel de refuerzo supera con creces las capacidades actuales del arsenal israelí: ninguna bomba antibúnker convencional puede penetrar semejante profundidad con eficacia. Solo las armas GBU-57/B estadounidenses —bombas antibúnker de más de 10.000 kilos— podrían alcanzar esos niveles, y ni siquiera su uso garantizaría la destrucción total sin múltiples impactos repetidos en un mismo punto.
Israel ha reconocido este desafío estratégico. En palabras del exfuncionario israelí Ephraim Asculai, «Fordow y Natanz son las instalaciones más importantes para el enriquecimiento de uranio con fines militares». Los recientes bombardeos israelíes han mostrado tanto la determinación como los límites del poder militar israelí: aunque han golpeado objetivos clave e incluso eliminado a científicos nucleares iraníes, las plantas siguen funcionando. Por ello, Israel ha pedido apoyo directo a Estados Unidos para neutralizar Fordow, consciente de que sus propios recursos no bastan para destruirla por completo.
El programa nuclear iraní: avances, riesgos y puntos críticos
El plan nuclear iraní atraviesa una fase crítica. Tras décadas de desarrollo tecnológico —y un sinfín de sanciones internacionales— Irán domina ya todas las etapas clave del ciclo del combustible nuclear. Según estimaciones recientes del OIEA y centros occidentales, Teherán dispone actualmente del material suficiente para fabricar hasta nueve armas nucleares si decidiera enriquecer uranio hasta niveles militares (90% o más).
En las últimas semanas, tras los ataques israelíes y una resolución inédita del OIEA declarando a Irán «no cooperativo», Teherán ha acelerado el ritmo: ha puesto en marcha nuevas centrifugadoras avanzadas e incluso amenazado con abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). La ruptura definitiva con los inspectores internacionales aumentaría el riesgo de proliferación y podría desencadenar una carrera armamentística regional.
El tiempo estimado para que Irán logre suficiente material fisible para una bomba es prácticamente cero según analistas occidentales; sin embargo, transformar ese material en un arma operativa requeriría entre uno y dos años adicionales debido a desafíos técnicos relacionados con la miniaturización y sistemas balísticos asociados. Este margen mantiene viva la esperanza diplomática, pero deja al mundo ante una cuenta atrás incierta.
El papel central de Fordow
Tras el sabotaje sufrido en Natanz en 2021 —atribuido a Israel— Fordow se convirtió en el epicentro operativo. Allí comenzó el enriquecimiento al 60%, umbral desde el cual solo hacen falta días para alcanzar pureza militar. Si los ataques continúan o fracasan las negociaciones internacionales, Fordow sería clave tanto para responder militarmente como para acelerar la fabricación efectiva de armamento nuclear.
Las armas israelíes frente al “búnker” iraní
Israel dispone de uno de los arsenales militares más avanzados del mundo, pero enfrenta límites claros ante la estructura subterránea y fortificada de Fordow:
- Bombas antibúnker convencionales: pueden penetrar hasta seis metros de hormigón armado.
- Aviones F-35I “Adir”: diseñados para ataques furtivos y penetración profunda.
- Sistemas de inteligencia electrónica avanzada.
- Capacidad cibernética ofensiva.
Sin embargo, ninguna munición convencional puede perforar más allá de ciertos niveles sin apoyo estadounidense directo. Solo Estados Unidos posee bombas “Massive Ordnance Penetrator” (GBU-57/B) capaces —en teoría—de dañar estructuras tan profundas; su uso requeriría luz verde política y logística compleja.
En resumen:
| Arma | Capacidad estimada | Disponibilidad |
|---|---|---|
| Bombas antibúnker convencionales (Israel) | Hasta 6 m hormigón | Sí |
| GBU-57/B (EEUU) | Más de 60 m tierra/roca | Solo EEUU |
| Ciberataques | Sabotaje temporal | Israel/EEUU |
| Ataques aéreos masivos | Daños parciales | Sí |
La opción militar está sobre la mesa pero es arriesgada e incierta; un ataque fallido podría acelerar la carrera nuclear iraní.
Aliados regionales: redes frente al aislamiento
En este escenario tenso, las alianzas se redefinen:
- Irán lidera lo que denomina “el eje de la Resistencia”, con apoyos sólidos como Hezbolá en Líbano (su aliado militar más fuerte), Hamás en Gaza y milicias chiíes en Siria e Irak.
- Los hutíes en Yemen actúan como brazo armado contra intereses saudíes e israelíes.
- Rusia y China mantienen diálogo diplomático con Teherán; aunque no ofrecen apoyo militar directo abierto ante un conflicto total, sí contribuyen a romper el aislamiento internacional iraní.
- Frente a ellos, Israel cuenta con respaldo abierto de Estados Unidos, así como apoyo político y logístico europeo (Reino Unido, Francia, Alemania).
- Los Acuerdos de Abraham han sumado cooperación árabe moderada: Emiratos Árabes Unidos o Bahréin colaboran discretamente con Israel.
Este equilibrio precario hace que cada movimiento sea observado al detalle por potencias globales.
Perspectivas: ¿hacia dónde va Fordow?
Fordow representa hoy el mayor reto estratégico para Occidente e Israel. Su mera existencia complica cualquier solución militar rápida e impulsa la urgencia diplomática. Si Irán acelera hacia el umbral nuclear —y abandona el TNP— podría cambiar radicalmente todo el tablero regional.
El conflicto ya no es solo entre dos países enemigos: involucra alianzas militares formales e informales que van desde Washington hasta Beirut o Moscú. Cada día que pasa sin acuerdo multiplica riesgos: desde una catástrofe ambiental hasta una guerra regional abierta.
En definitiva, Fordow simboliza el pulso entre tecnología defensiva extrema e intentos internacionales —diplomáticos o militares— por contenerla. El futuro inmediato dependerá tanto del cálculo estratégico iraní como del margen real que tengan sus adversarios para neutralizar esa fortaleza oculta bajo la montaña.
