TENSIÓN Y EXPECTATIVAS EN LA HAYA ANTE LA CUMBRE

Solo uno manda: la cumbre de la OTAN gira en torno a Trump y pone en jaque a Europa

La presión de Trump domina la cumbre de la OTAN mientras Europa debate su seguridad y España, con Sánchez, queda en el punto de mira por sus errores

Trump, Rutte y la OTAN
Trump, Rutte y la OTAN. PD

Este sábado, 21 de junio de 2025, el pulso geopolítico en Europa se intensifica a las puertas de la cumbre de la OTAN en La Haya.

El evento, que reunirá a los líderes de los 32 países miembros, se celebra bajo una atmósfera de máxima seguridad y una tensión palpable: todas las miradas están puestas en Donald Trump.

Su regreso al liderazgo estadounidense ha transformado lo que debería ser una reunión multilateral en un escenario donde solo una voz parece importar realmente.

La cita llega marcada por el conflicto abierto en Ucrania, la amenaza constante de Rusia y una creciente inquietud por la seguridad europea.

Pero lo que más resuena es la presión de Washington, personificada en un Trump que exige más compromiso financiero y militar a sus aliados.

El presidente estadounidense ha dejado claro que quiere que los países europeos aumenten su gasto en defensa hasta el 5% del PIB, una cifra inédita que sacude los cimientos políticos y presupuestarios del continente.

Un solo hombre, 32 naciones: el factor Trump

El regreso de Trump al foco internacional no solo ha devuelto el escepticismo hacia el compromiso estadounidense con la OTAN. Ha radicalizado el debate sobre cómo debe repartirse la carga de la defensa atlántica. “España es conocida por gastar poco en Defensa, la OTAN tendrá que lidiar con ello”, soltó Trump apenas días antes del inicio de la cumbre. Estas palabras han provocado inquietud entre los socios europeos —y muy especialmente en Madrid— por las consecuencias políticas y económicas de no cumplir con las nuevas exigencias.

La insistencia del líder estadounidense ha puesto a prueba el tradicional modelo cooperativo de la Alianza Atlántica. Ahora, frente a los desafíos rusos y las incertidumbres globales, el mensaje es claro: Europa debe asumir mayores responsabilidades o arriesgarse a perder el respaldo militar norteamericano. Esta presión llega justo cuando algunos Estados miembros —incluida España— apenas rozan el antiguo objetivo del 2% del PIB en gasto militar.

Seguridad al límite y protestas en las calles

La magnitud del evento ha llevado a los Países Bajos a desplegar unas medidas de seguridad sin precedentes: cerca de 27.000 policías y más de 10.000 militares vigilan La Haya durante estos días críticos. El centro internacional de conferencias se ha blindado con barricadas, patrullas navales y vigilancia aérea constante, mientras manifestantes organizan protestas para denunciar tanto el aumento del gasto militar como la deriva política que imprime Trump.

Todo este despliegue refleja no solo el temor ante amenazas externas, sino también una creciente preocupación interna sobre el futuro mismo de la OTAN y su cohesión. La sombra del unilateralismo estadounidense planea sobre cada negociación, cada sesión privada entre líderes.

Sánchez en apuros: pifias políticas y consecuencias

En este contexto tan delicado, Pedro Sánchez llega debilitado por recientes errores diplomáticos y políticos que han mermado su autoridad dentro del bloque europeo. Su incapacidad para asegurar un aumento sostenido del gasto militar español lo convierte en blanco fácil para las críticas estadounidenses y europeas. Las pifias más recientes —desde declaraciones ambiguas hasta una gestión poco transparente sobre los compromisos financieros— han generado dudas sobre la fiabilidad española como socio estratégico.

Las posibles consecuencias no se limitan solo al ámbito internacional:

  • Pérdida de influencia española dentro del núcleo duro europeo.
  • Amenaza a futuros fondos o proyectos conjuntos si persiste la percepción de incumplimiento.
  • Mayor presión interna para reorganizar prioridades presupuestarias y justificar ante la opinión pública un aumento sustancial del gasto militar.
  • Deterioro de la imagen internacional de España como socio fiable.

Trump ha aprovechado cada oportunidad para subrayar estas debilidades: “España siempre ha pagado muy poco”, repitió antes de volar hacia La Haya. Este tipo de mensajes calan no solo entre aliados escépticos sino también entre adversarios estratégicos como Rusia o China, que observan atentos cualquier señal de división o descoordinación occidental.

Ucrania y Rusia: trasfondo inevitable

Aunque todo gira en torno a Trump, la guerra en Ucrania sigue marcando el ritmo político. Los líderes buscarán reforzar su apoyo a Kiev mientras intentan evitar una escalada directa con Moscú. El secretario general saliente, Mark Rutte, advirtió recientemente sobre el riesgo real de una agresión rusa contra algún país aliado en menos de cinco años. Este escenario apremia aún más a quienes dudan sobre aumentar el gasto militar.

El dilema es claro:

  • Si Europa acepta las condiciones estadounidenses, deberá afrontar duros ajustes económicos e incluso sociales.
  • Si resiste o demora, corre el riesgo de aislarse militarmente justo cuando más vulnerable se siente ante las amenazas externas.

¿Hacia dónde camina la Alianza?

La cumbre no solo escenifica un choque político entre Washington y Bruselas. Representa también un punto crítico para redefinir el papel estratégico europeo: ¿seguirá dependiendo del paraguas norteamericano o avanzará hacia una defensa propia? La respuesta dependerá tanto del resultado inmediato como —sobre todo— del clima político posterior.

El futuro inmediato apunta hacia:

  • Un probable acuerdo para elevar el gasto militar progresivamente.
  • Nuevas fórmulas híbridas (como el modelo 3,5+1,5) para suavizar el impacto presupuestario y político en países reticentes.
  • Una creciente presión interna para reformar estructuras militares nacionales y adaptar prioridades económicas.
  • Un debate encendido sobre si esta “OTAN centrada en Trump” es sostenible a largo plazo o si precipitará nuevas fracturas dentro del bloque atlántico.

Lo cierto es que hoy —21 de junio— ni siquiera los símbolos tradicionales importan tanto como antes: solo un hombre marca la pauta. En La Haya no se decide únicamente cuánto gastará Europa; se dirime también quién manda realmente en Occidente.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído