Desde el inicio de la guerra entre Hamás e Israel, la llegada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza se ha convertido en un campo de batalla paralelo. Diversos informes israelíes y de inteligencia señalan que Hamás ha aprovechado la crisis no solo para reforzar su control sobre la población gazatí, sino también para lucrarse sistemáticamente con la asistencia internacional que debía aliviar el sufrimiento civil.
Acaparamiento y reventa de ayudas
Se han dado a conocer documentos internos y llamadas interceptadas por el Ejército israelí que describen cómo Hamás confisca entre el 15% y el 25% de la ayuda humanitaria internacional que entra en Gaza. Parte de esta ayuda se destina a sus combatientes y cuadros directivos, y otra parte es vendida en los mercados locales a precios muy por encima del valor de mercado. Por ejemplo, sacos de harina repartidos gratuitamente por la ONU aparecen luego en los mercados con el precio duplicado, según testimonios de comerciantes y documentos filtrados. Además, Hamás habría recurrido al contrabando de productos muy demandados, como cigarrillos, para venderlos a costes exorbitantes y obtener ganancias extraordinarias.
Beneficio económico masivo
El modelo de apropiación y reventa sistemática permitió a Hamás obtener cientos de millones de secuelas, según estimaciones militares israelíes. Estas ganancias —que se suman a las cuotas de “protección” exigidas a comerciantes y organizaciones humanitarias— habrían servido tanto para sostener su maquinaria militar como para mantener su control social sobre la Franja. A este negocio ilícito se suma la coordinación con redes financieras internacionales, especialmente en Turquía e Irán, que facilitan el flujo de dinero bajo la apariencia de remesas humanitarias.
Impacto sobre la población gazatí
El saqueo de Hamás, junto con el caos causado por las hostilidades y la destrucción de la infraestructura civil, agrava aún más la escasez de alimentos y productos básicos en Gaza. Los precios de la harina y las lentejas han alcanzado niveles prohibitivos. Aunque ciudadanos y comerciantes de Gaza han señalado que no solo Hamás, sino también bandas organizadas y comerciantes sin escrúpulos están detrás del negocio negro de la ayuda, numerosos testimonios recalcados en informes internacionales apuntan a la amplia implicación del movimiento islamista. Habitualmente, aquellos con “influencias y músculos” son los primeros en acceder a la ayuda repartida en centros oficiales, dejando a las familias más vulnerables al borde de la inanición.
Debate internacional y controversia
A pesar de las denuncias y pruebas aportadas por Israel, algunas agencias internacionales y gubernamentales estadounidenses recientes afirman que no existe evidencia concluyente de un saqueo sistemático de la ayuda coordinado exclusivamente por Hamás.. Sin embargo, también reconocen que es prácticamente imposible supervisar todo el proceso de distribución en un territorio devastado, donde la inseguridad y el Estado de derecho han colapsado.
La explotación económica de la ayuda humanitaria por parte de Hamás ha generado polémica internacional y una grave crisis para la población gazatí. La escasez, la inflación y el mercado negro agudizan el sufrimiento civil, mientras los grupos armados refuerzan su control político y financiero aprovechando la tragedia.
Lo cierto es que, independientemente de la escalada exacta del acaparamiento, el sistema de distribución de ayuda en Gaza parece estar profundamente viciado y subyugado a los intereses de las facciones armadas.