Estuvimos desde celdas tapiadas, al principio. Un espacio muy reducido, con un hueco con el piso, en el suelo, para las necesidades fisiológicas, para todas las necesidades fisiológicas… Sin luz, fétidas, infectadas de mosquitos, de cucarachas, de ratas.
De esta manera describe Regis Iglesias (La Habana, 1969) a Periodista Digital el primero de los sucesivos y duros regímenes penitenciarios por los que pasaron él y el resto de los presos políticos cubanos del denominado como ‘Grupo de los 75’, detenidos durante la oleada represiva conocida como ‘Primavera Negra’ de 2003. El sufrimiento acumulado por las duras condiciones carcelarias que vivió no se refleja en el comportamiento de Iglesias, portavoz del opositor Movimiento Cristiano de Liberación (MCL). Su relajada sonrisa aparece de forma constante y natural, su hablar es pausado y sus modales tranquilos.
Tras pasar siete años y medio en prisión por su activismo a favor de la democracia en Cuba, Iglesias fue excarcelado y desterrado a España el verano de 2010. Aterrizó en Barajas el 10 de agosto. Iglesias fue detenido y condenado por su actividad como uno de los principales dirigentes del MCL y gestor del Proyecto Varela, una iniciativa de recogida de firmas para promover un referéndum sobre reformas políticas en Cuba.
El político y activista de derechos humanos tiene una doble faceta artística que también contagia su militancia en la resistencia pacífica a la tiranía: es poeta y rockero. Tiene dos hijas, que fueron el motivo por el que aceptó marchar al destierro como precio por salir de prisión. En un principio contestó que prefería seguir en la cárcel a marchar al exterior. «Pero ellas fueron mi Troya», confiesa.
Tenían ganas de estar conmigo después de siete años y medio, y después de veintidós años suscritas a una persecución por causa de mi militancia en el Movimiento Cristiano de Liberación.
Dice que desde que aterrizó en Barajas los españoles le han tratado
Como una familia, como uno más. Con mucho cariño, con mucha solidaridad. He sentido el cariño del pueblo español constantemente y me siento como en una segunda casa.
Sin embargo:
He echado un poco de menos un poco más de contacto con el Gobierno español, que fue en definitiva el que nos trajo acá a España, y con el cual no hay ningún canal de diálogo para intercambiar ideas.
También dice que el reconocimiento de su condición, de él y los otros desterrados, de refugiado político ha sido demorado y los expedientes ya aprobados están pendientes de la confirmación «del Ministerio» (falta la firma de Pérez Rubalcaba), que no termina de llegar. El proceso lleva casi medio año de retraso.