La Inteligencia italiana había señalado sus frecuentes desplazamientos / Se le catalogó como sospechoso de ser un "combatiente extranjero"
Ahora se echan las manos a la cabeza y todo el mundo, incluso los ‘lilas’ que se oponen siempre a cualquier refozamiento de las medidas antiterroristas, se pregunta cómo no le echaron el guante antes.
Pero esa es la extraña debilidad quelos progres y la fiebre de los políticamente correcto ha metido como un veneno en todas las sociedades occidentales.
El tercer terrorista que perpetró el atentado que acabó con la vida de siete personas en Londres es Yusef Zaghba, hijo de padre marroquí y de madre italiana.
El facineroso, para estupor de las autoridades, fue detenido en 2016 en la ciudad de Bolonia cuando pretendía volar a Turquía para llegar a Siria, pero se le dejó enseguida en libertad y con su pasaporte italiano se le permitió viajar sin problemas y organizar sus carnicerías.
Según ha informado este 6 de junio de 2017 el diario Il Corriere della Sera, Zaghba nació en la localidad marroquí de Fez en enero de 1995 y fue arrestado en el aeropuerto de Bolonia en marzo de 2016 cuando pretendía coger un vuelo con destino a Turquía, para llegar hasta Siria.
Según el rotativo italiano, la Inteligencia italiana había señalado la presencia de Zaghba y sus frecuentes desplazamientos a las autoridades de Marruecos y a las de Reino Unido. Los padres de Zaghba estuvieron viviendo juntos en Marruecos y, cuando se separaron, ella volvió a Italia y se instaló en Bolonia.
Zaghba fue varias veces a ver a su madre y en marzo de 2016, tras su detención, fue denunciado por terrorismo internacional. Italia le incluyó entonces en su lista de personas de riesgo. Recientemente había conseguido un trabajo temporal en un restaurante de Londres y seguía teniendo contacto con su madre.
Il Corriere della Sera ha explicado que Zaghba fue detenido en el aeropuerto de Marconi, en Bolonia, el 15 de marzo de 2016 cuando se disponía a viajar a Estambul con una mochila y con un billete solo ida. A su madre le había dicho que se iba a Roma y, cuando le dieron el alto, se mostró nervioso. Entonces, las autoridades italianas le confiscaron el teléfono móvil y el pasaporte.
En su móvil, los agentes encontraron imágenes y vídeos de contenidos religioso pero nada especialmente destacado relacionado con el fundamentalismo yihadista. Los investigadores decidieron entonces catalogarle como sospechoso de ser un «combatiente extranjero» en los archivos internacionales.