Pacos

Paco Sande

¿Quién tiene que pedir perdón?

El Gobierno vasco reclama a Madrid que pida perdón por «los crímenes cometidos en nombre de España»
La declaración institucional también incluye la petición al Ejecutivo central y al Congreso para que condenen la dictadura franquista
El Gobierno vasco ha aprobado hoy una declaración con motivo del 70 aniversario del bombardeo de Gernika en la que ha emplazado al Ejecutivo y al Parlamento español a «condenar la dictadura franquista» y a «pedir perdón por los crímenes cometidos en nombre de España».
La portavoz del Ejecutivo autonómico, Miren Azkarate, que leyó el texto tras el Consejo de Gobierno, ha recordado que pasado mañana se cumplen 70 años desde que «los aviones de la Legión Condor a las órdenes de Franco, sembraran de muerte y destrucción Gernika». «Por si eso fuera poco, quisieron arrasar moralmente Gernika y Euskadi , por medio de la mentira, los mismos que lanzaron las bombas y la metralla sobre Gernika», ha criticado.
En ese sentido, ha denunciado el ataque que supuso contra la población civil y ha recordado que los motivos del bombardeo «fueron de índole ejemplarizante y experimental, contra Gernika y el pueblo vasco por su resistencia al fascismo».
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Ya hay que ser acémila, o sea burro e ignorante, para, a estas alturas de la película, seguir creyendo que los del lado nacional, franquistas o como se quiera llamarlos, fueron unos asesinos sin escrúpulos y los del otro lado, (todos) un pueblo inocente que se defendió de un dictador. Fueron las izquierdas en Casas Viejas, fueron las izquierdas en la revolución del 34, y fueron las izquierdas las que siempre se saltaron la ley y todos los derechos a la torera, una y otra vez, fueron las izquierdas las que empezaron a asesinar sin tregua por el mero hecho ser religioso, de ir a misa, o simplemente de no pensar como ellos, y fueron las izquierdas que nunca aceptaron el pronostico de las urnas las que acabaron con toda legitimidad que pudiera tener aquella republica. Y por culpa de las izquierdas empezó aquella maldita guerra.
Recuerdo el día que murió Franco y durante los días siguientes a su muerte, como miles de españoles desfilaron ante su féretro, españoles a los que nadie obligaba a hacer tal cosa. Sin embargo durante estos últimos treinta años mucha gente parece haber cambiado de opinión, los antifranquistas se han multiplicado por cien o mas, y suelen mostrar una notable combatividad cuando acaso no haga ya tanta falta luchar contra el. Podría pensarse que ese fenómeno revela una profunda devoción por las libertades y una firme decisión de defenderlas a ultranza, pero mucho me temo que no sea así. En caso de sobrevenir otra dictadura, seguramente veríamos a esos furibundos antifranquistas acomodarse y hacer carrera en ella.
Y en cuanto a defensores de las libertades: podemos empezar con los separatistas y racistas vascos en su versión etarra y no etarra (pero la última, complaciente con el terrorismo) todos ellos comparten un odio ferviente a Franco, no por haber sido un dictador, sino por “españolista”. Esos nacionalistas han hecho retroceder las libertades en Vascongadas, han extendido el miedo en la mitad de la población y fanatizado a miles de vascos. No existe nada parecido a una democracia en aquella región, donde la falsificación de la historia ha adquirido rasgos desvergonzados, más aún que en el resto.
También los nacionalistas catalanes distinguen a Franco con una aversión radical. Desde hace mucho tiempo instruyen a los jóvenes –usando el dinero publico- con el mito de que la Guerra Civil no fue allí tal, sino una agresión del fascismo español contra Cataluña, la realidad se manifiesta en la caída de Barcelona: La población rehusó movilizarse contra los fascistas, no hubo la menor resistencia, y si bien es verdad que unas 400.000 personas huyeron hacia la frontera, otras tantas recibían con alborozo al “invasor”.
En cuanto al PSOE, -por ya ni mencionar al PCE- hábil constructor de leyendas como la de los “cien años de honradez”. El PSOE fue marxista, es decir, antidemócrata por definición. Su doctrina le llevo a planificar y poner en marcha la Guerra Civil, a enviar a Rusia las reservas de oro españolas, -y lo que quedo se lo llevo Prieto a Méjico en el buque Vita- a expoliar todo tipo de bienes públicos y privados y a intentar enlazar la guerra española con la mundial, como si la primera no hubiera causado bastante desolación.
Si miramos la situación con sentido crítico percibimos fácilmente que el mayor peligro para la democracia, como el terrorismo, el separatismo, la corrupción masiva o la degradación demagógica de las libertades, provienen de los antifranquistas. Y sin embargo a estas gentes no se les caen de la boca las palabras sagradas de libertad y democracia, pero otro tanto ocurría en la Segunda Republica: Quienes enarbolaban con mayor brío la bandera de la libertad eran los mismos que agredían sin tregua los sentimientos y creencias mayoritarios, practicaban el pistolerismo o se compinchaban con el, pretendían ignorar la herencia cultural e histórica del país, utilizaban el erario o saqueaban bienes privados en su propio beneficio y procuraban reducir a la impotencia a la oposición.
Si alguien tiene que pedir perdón, son los que se sientan herederos de aquellos “héroes”.

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