Pacos

Paco Sande

A veces, es mejor que no nos ayuden tanto.

Leo en este mismo periódico, Periodista Digital, que, las empleadas de hogar, esas personas, la mayoría mujeres, que limpian plancha o cuidan niños o mayores en casas ajenas, gracias a un Real Decreto aprobado en el último consejo de Ministros del Gobierno de Zapatero, van a ser integradas gradualmente en el Régimen General de la Seguridad Social.
El estar aseguradas como dios manda es un derecho que estas gentes tienen y el tenerlas aseguradas es una obligación de sus empleadores para con ellas

Pues muy bonito, muy cojonudo y tal, pero no hay premio, puesto que esto no va a funcionar.
Esto es uno de esos casos en que el remedio va a ser peor que la enfermedad.
Y es que esta ley ya la hubo siempre. Siempre fue obligación de todo aquel que tuviese una empleada de hogar, darla de alta en la seguridad social.
Pero a esto, lo empleadores, la mayoría gente de clase media o, casi, modesta, ya lo dice el artículo, “hace tiempo que dejaron de ser una presencias exclusiva en los domicilios de clase pudiente”, no podían o no querían permitírselo y, cuando una de estas señoras llegaba ofreciendo sus servicios, la primera consigna era: pero el sueldo en negro ¿Vale? Y tenia que valer.
Luego, hace unos años, el Gobierno introdujo una ley (Régimen Especial de la Seguridad Social de los Empleados de Hogar) que permitía que cada una de estas empleadas pudiese cotizar por su cuenta.
Miles de ellas se dieron de alta y la cosa comenzó a funcionar. Y la realidad de este mundo, dominado por la economía sumergida, comenzó a aflorar.
Pero ahora, a algún “listo” se le ha ocurrido que ellas también tienen derecho a que sus patronos coticen por ellas y hemos vuelto a donde estábamos.
Volveremos a tener a miles de personas que tendrán que volver a trabajar en negro, por que la realidad va a ser, otra vez, lo de: “¡en negro eh! Y, o lo tomas o lo dejas” es lo que hay, y tendrán que tomarlo.
Y miles de personas en su mayoría mujeres sin estudios, muchas de ellas extranjeras, volverán a verse imposibilitadas de poder cotizar para tener derecho a recibir atención medica o poder cobrar una modesta pensión el día de mañana.

Hace uno años saltó a la prensa que una conocida marca de productos para el deporte importaba sus balones de futbol de un país de Asia, no me acuerdo ahora cual, Indonesia, Malasia, Filipinas, bueno, no sé, uno de esos, donde eran cosidos a mano por niños que trabajaban durante diez horas o mas por unas pocas “rupias” y acababan con los dedos destrozados.
El escándalo fue mayúsculo y la firma, temerosa de manchar su buen nombre, se buscó otro lugar y otra forma de manufacturar sus pelotas.
Los niños asiáticos, privados de este mísero trabajo que les reportaba una mísera paga que llevarse a casa, y liberados, gracias a los bien pensantes que en el mundo hay, de su “semiesclavitud”, acabaron prostituyéndose a los pederastas occidentales que, ahora si, pagaban buenos dineros por sus servicios y todos fueron muy felices y comieron perdices.
Y es que, a veces, es mejor que no nos ayuden tanto.

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