Pacos

Paco Sande

Vaya jarro de agua fría.

Siempre me sentí admirado hacia Esperanza Aguirre, me parecía una mujer con un gran temperamento y una política con garra, tipo Margaret Thatcher o Ángela Merkel, una señora que no tenia pelos en la lengua a la hora de decir las cosas y no sentía remilgos cuando le tenía que cantar las cuarenta a quien fuese, una señora que siempre me gusto, y vi, como la presidenta ideal para el Gobierno de España.
Me parecía, y lo decía a quien quería escucharme, que, si un día ella llegase a gobernar España, iba a ser mil veces más dura que Rajoy, esto podría traer problemas para el país en forma de manifestaciones y huelgas por parte de las izquierdas, los nacionalistas y toda esa patulea que nunca sabe aceptar el veredicto de las urnas, pero de todas formas pensaba que sería una gran presidenta que sabría poner a cada cual en su sitio.
Y de pronto, sin saber cómo, ni por qué, se va a Barcelona y nos suelta esa sandez de que: “Hay que catalanizar España y aprender a amar a Cataluña”
¿…?
Pues te has lucido Esperanza.
¿Resulta que hay que catalanizar España?
Nos dicen que nos llevan a cuestas desde el principio de los tiempos, que nosotros para ellos somos una rémora, que somos un escollo, que no valemos para nada, que somos unos parásitos y unos inútiles, que si no fuera por el lastre que representamos para ellos, Cataluña seria igual que california o Canadá o Australia. En fin, no nos llaman garrapatas o sanguijuelas, por no ofender, ni a las garrapatas ni a las sanguijuelas y ahora vienes tú, Esperanza, y nos dices que tenemos que aprender a amar a Cataluña.
Pues tía, mira: nos han arreado, ellos a nosotros, todo lo que les ha dado la gana. Nos han vapuleado a diestro y siniestros, nos han dado por arriba por abajo por delante y por detrás, nos han zurrado hasta en el carnet de identidad y ahora vienes tú y nos echas la culpa de que ellos se hayan lastimado la mano de tanto arrearnos.
Pues nos has fastidiado tía, para este viaje no hacían falta esas alforjas.
O, donde quiera que vayas ponte bragas, que hace frio para tangas.

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