Palpito Digital

José Muñoz Clares

Pantallas, mártires y dilemas

No sé cómo anda Mariano y su gente en cuentión de dilemas pero en materia de pantallas de videojuegos están lo que se dice pez. Se ve que cuando jóvenes  jugaron poco a Mario bros y ahora no se manejan con la progresión del juego: creen estar en la primera pantalla, a tiempo de todo, mientras que Mas y los suyos andan pidiéndole relaciones a la ONU y a la mismísima UE que, por cierto, y según adelantó Pilar Rahola, menudo papelón están haciendo los señoritos si las cosas acaban como es de esperar. Así que o espabilan los nuestros – si sigue habiendo alguien que sea de los nuestros – o acabaremos en colonia de los paísos catalans que se están montando con los restos de lo que alguna vez fue España.
El lunes día 9, festividad de la Almudena – encima fiesta en Madrid -, pasamos a otra pantalla que asegura gran diversión para niños y niñas: una sucesión de dilemas y de encrucijadas en forma de i griega que obligan a elegir no lo mejor sino lo menos malo, es decir, manteniéndonos siempre en el riesgo de que al final nos suelten aquello de «haber elegido muerte» y nos dejen tal cara de tontos que el asunto no tenga ni operación de estética. Partimos de un parlamento autónomo que declara extinta la legalidad de la que proviene – el monstruo del Submario Amarillo que todo lo engullía por la boca-trompeta hasta que se chupó a sí mismo por los pies -, un TC que se limita a enarcar la ceja y decir que no son formas y un ejecutivo al que sólo le falta ponerle a Mas la alfombra roja para que entre en las Cortes a caballo ya que en las suyas no lo quieren. Y todo eso con un horizonte de mártires en plan santo súbito. Pero los que han de actuar se lo están pensando porque – primer dilema – hay unas elecciones el 20D y pretenden no perder votos haciendo lo que saben que tienen que hacer para ganar votos, es decir, gobernar y transmitir la sensación de que estamos en buenas manos en asuntos de enjundia constitucional, los votáramos o no. Un lío, porque la Forcadell, a la que el resto de la pandilla le dijo que se adelantara que a ellos les daba la risa, va a oír las censuras del TC como quien oye la música del NODO y seguirá con el raca-raca del «prusés» ejerciendo la política pese a las inhabilitaciones; y algo habrá que hacer entonces pero ese algo es la bicha democrática – el uso de la fuerza – y el asunto presenta un segundo dilema de senderos que se bifurcan: ¿Lo ordena Madrid y lo ejecutan los Mozos, como se hace con la delincuencia organizada, o se envía directamente al Cuerpo Nacional de Policía? Porque el recurso a los Mozos pasa por que se reciba la orden, se acate y a su vez se retransmita por parte de los sediciosos, y no parece que estén por condescender;  y la alternativa es casi peor porque enviar directamente al CNP puenteando a los Mozos aboca al riesgo de dar la razón a quienes quieren ver en España una metrópoli que se ensaña con sus colonias, y que los catalanes que aún quieren seguir en España puedan sentirse agredidos en cabeza ajena, les brote la pena autóctona que le dan sus chicos – ya pasó en el País Vasco … – e inclinen la balanza definitivamente, lo que abocaría a un resultado de las generales, si no las boicotean, que lamine todo resto de españolidad, pero antes pondría a los de momento sediciosos no tumultuarios (art. 544 del Código penal) en escenario de tumulto, con manifestaciones, esteladas y, a última hora, contenedores ardiendo, oficinas bancarias apedreadas, botes de humo, cargas y todos los sacramentos que conlleva un achuchón antisistema como los saben organizar la CUP y sus amiguitos. Y a todo esto hemos llegado por no haber hecho en su día cada cual lo que tenía que haber hecho, hombres e instituciones, para, como dijo el pastor sobre los trenes a la vez que le daba varazos a uno de juguete, «a estos hay que  romperlos cuando son pequeños porque cuando crecen echan mucha mala leche».

 

 

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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