Palpito Digital

José Muñoz Clares

Asesinato Alicante (II): El equipo investigador

Desde el primer momento Madrid ofreció un grupo de apoyo a la comisaría de Alicante para investigar el asesinato de María del Carmen Martínez, a lo que contestaron en plan torero “dejadnos solos”, y pasaron a aplicar la famosa y ancestral fórmula: aquí hay colillas, aquí han fumao. Y así les fue.

También desde el primer momento se supo que el asesino aprovechó la ocasión de que el coche estuviera en el lavadero, donde no había cámaras como nos las había en ningún lugar de la empresa. A estas alturas de la serie CSI cualquiera habría pensado en analizar el volante que alguien tocó después de estar el coche limpio, y ello en busca de restos biológicos que no fueran de la víctima. Pues no lo hicieron, pero el asunto es peor: el coche contenía restos de sangre de la víctima además de los restos biológicos que el asesino hubiera podido dejar; los sobrados policías encargados de la investigación devolvieron el vehículo a… el principal sospechoso, según ellos, y se lo entregaron recién limpio, eliminando así todos los vestigios que hubieran podido quedar. Hicieron, por tanto, lo que ya en su día hiciera el juez instructor del 11M, que ordenó destruir los trenes apenas sacó los cadáveres. Y no era – ni es – un mal juez, si tomamos en cuenta el estándar de juez de instrucción español, que no es muy alto. Y no es el instructor del 11 M aquel farsante encubridor que dijo la derechona que era. Al contrario, es un juez honrado y hasta inteligente, pero cometió el error de encerrarse con una fiscal en su despacho – de nuevo ¡dejadnos solos! – impidiendo la contribución de defensas y acusaciones. Y así le fue, pese a que en Murcia, donde está destinado, se dice “no existe dios y Juan del Olmo es su profeta”, de encumbrado que lo tiene la estructura judicial pueblerina que padecemos.

La investigación fue sesgada desde el primer momento. Dentro de poco les diré quién pudo ser la causa pero no es el momento aún. El caso es que la policía pidió al juez instructor que interviniera los teléfonos de todas las hijas de la víctima, de todos lo yernos y de todos los nietos de esa rama familiar, pero omitió voluntariamente solicitar la misma intervención del único hijo, la nuera y los nietos de la otra rama, en la estúpida seguridad en que estaban de que Vicente, el hereu, no podía tener nada que ver en la muerte de su madre, ni yo digo que la tenga, aunque lo diría más fuerte si contara con las llamadas entrantes y salientes desde el aciago día hasta hoy. Y ni siquiera les llamó la atención que, interrogado sobre el impacto en su vida de la muerte de su madre contestara que por una parte le beneficiaba y por otra le perjudicaba, mientras las hijas, ante la misma pregunta, contestaron que la muerte de su madre no les podía beneficiar en modo alguno – contestaron con los sentimientos en la mano – ni perjudicar porque, conocedoras del testamento de su madre, sabían que menos que la legítima estricta no les podía dejar, y esa ya la tenían. Y si a eso se añade que el análisis del móvil económico se basó desde el principio en un muy sesgado informe que hicieron los asesores del hijo no investigado, que dirigieron la investigación contra el hoy preso, pues ya pueden imaginar que la prisión del cuñado era cosa cantada desde las primeras horas de esta investigación.

Cuando hizo la policía una reconstrucción de hechos se les olvidó llamar a la hermana de la víctima, que la había llevado al concesionario a recoger el Cayenne en que la mataron y fue, junto con el yerno preso, la última persona en verla de cerca y viva, pues el yerno preso tiene coartada horaria – Nacho Abad, La Razón, 20 de febrero – y el otro que la vio sí fue citado a la reconstrucción. Tiempo habrá de hablar de él. Tampoco es el momento.

Uno de los indicios que la policía aporta para construir la delirante autoría del yerno preso se basa en el hecho de que a las 18:35 horas se fue a su casa “con prisas”. Conducía otro Cayenne – en esa familia los traían los reyes a razón de uno por año y persona, al parecer – y tardó, pásmense, 42 segundos menos que la hermana de la víctima, de 70 años, que conducía un todo terreno Honda. Así que con un Porsche, con menos de 50 años, aventajó a una mujer mayor en sólo 42 segundos en un trayecto de 10 minutos y pico según Google. Y eso era ir con prisa según la policía.

Puede extraer el lector, de todo esto, la equivocada impresión de que la investigación parece que la hicieron Mortadelo y Filemón, pero eso es un insulto a tan insignes personajes. En realidad la investigación puede que sí la dirigiera Filemón pero los autores materiales fueron Pepe gotera y Otilio. Y eso ellos solos, sin ayuda de nadie, como el instructor del 11 M y como la policía de Alicante.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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