Sostiene mi maestro y amigo Gerardo Landrove que en España, verdaderamente, sólo rigen dos leyes: la de la gravedad, por inevitable, y la del embudo, esa por la cual la misma institución se aplica a unos sí y a otros no por la misma razón por la que los pimientos de Padrón unos pican y otros no: caprichos de la naturaleza, en el caso que nos ocupa naturaleza humana.
Si algo nos quedaba por saber del pequeño Pablicolás era su forma blanda de entender las leyes y los compromisos que, como acuñó un afamado prevaricador murciano – o importó de otro prevaricador –, consistía en dar al amigo el culo, al enemigo por culo y al indiferente la legislación vigente.
Las estrechas pudibundas ven acechanza diabólica en el bailar pegados, en el fumar y en el hecho injustificable de que las mujeres hablen de tú a los hombres. Los estrechos pudibundos en materia política han decidido, aplicando la infausta y nazi doctrina del Derecho Penal del enemigo, adelantar las barreras de protección jurídica al momento de ser investigado, exigiendo a gritos que en tal trance dimita cualquiera… que sea del PP. Porque ya hemos visto que si es de Podemos o de cualquiera de las pandillas asociadas entonces el asunto cambia y ya no hay urgencia alguna derivada de la ética que obligue a dimitir. Es lo del viejísimo chiste de los frentepopulistas que están enumerando todo lo que le van a quitar a los ricos para repartirlo entre los pobres: casas, tierras, coches, joyas, dinero, y así hasta llegar a las motocicletas, que es cuando se levanta uno con el fusil al hombro y de mala manera espeta: ¡Alto ahí, que moto tengo!
Pues así estamos: que dimitan los demás ipso facto, que se vayan, que renuncien al escaño, que les retire el saludo su madre y demás allegados pero eso que lo hagan los otros, porque si le toca a uno de los nuestros – la mafia contagia más de lo que sospechamos – entonces el griterío se vuelve loa: no hay nadie más honesto que quien gasta de tapadillo 100.000 € bajo coartada de que es para querellarse contra el PP; pero si es el PP el que se querella…
Pues les ha salido mal la jugada. El fiel de la balanza dice que lo ostenta Cuidadanos – y eso será hasta que le toque a uno de los suyos: la mafia es universal – y dice Rivera que los ediles pillados en falta feísima deben dimitir de inmediato. El pequeño Pablicolás, sin embargo, ha salido en defensa de los sospechosos de mangoneo: son ciudadanos ejemplares… al estilo Bárcenas cabría decir.
Y eso es todo lo que entiende el mentecato Iglesias sobre la igualdad que hay que exigir en la aplicación de la ley y en el cumplimiento de los compromisos; en general, sobre esa cosa extraña que algunos llaman Estado de Derecho: dura lex, sed lex. Y mientras el mentecato piensa en por qué cito el nombre de una vajilla, dejémoslo a ver si acaba aprendiendo que la igualdad no admite quiebras cuando de manejar dinero público se trata, y que ellos que vinieron a dar ejemplo a las masas de cómo se tiene que ser no pueden dar ahora un paso atrás y que no tenga consecuencias. Que le pregunten a Garzón, que asiste temeroso a la caída en intención de voto de Podemos y, por tanto, de IU.
Y mientras tanto, a ver si conseguimos que al pequeño Pablicolás lo acaben de callar los suyos aunque sólo sea por rentabilidad electoral.