Palpito Digital

José Muñoz Clares

Que ante Nos pende

Andan PSOE y PP intercambiando cromos a ver quién se lleva por delante la presidencia del CGPJ, la del Tribunal Supremo y, en el mismo lote, el juicio de los golpistas catalanes. Han puesto sobre la mesa el nombre de Manuel Marchena Gómez. Hay quien lo alaba por representar la línea dura que se cargó a Garzón por prevaricador, y se le tiene por fogueado en asuntos complejos. Si ellos lo dicen… Lo que a mí sí me consta, sin duda, es que hasta el año 2012 venía encabezando sus sentencias con un mayestático «que ante Nos pende», muchos años después de que el Papa de Roma y el Rey dejaran de utilizar esa fórmula que convierte a quien la usa en figuras de bronce de las que, según le dijo Mozart al emperador, «cagan mármol». O en el demonio de El Exorcista.

Todavía hoy utilizan esa ridícula fórmula otros como Monterde Ferrer, Berdugo Gómez de la Torre, un tal Palomo – compruébenlo en el CENDOJ: es gratuito – y hasta la única mujer que forma parte de la sala se ha puesto el galardón que consiste en tratarse a sí misma como se trataban los césares de Roma y, más lejanamente, los faraones. En eso denota lo moderna y progresista que es, pues de eso va la moza o así lo entienden los J.J. para la democracia. Vaya también para ella lo dicho del bronce y del mármol.

Sólo cabe decir que cada cual puede hacer el ridículo como mejor le plazca pero es mal precedente el haber incurrido en semejante ridiculez hasta tiempos tan recientes si es que por entonces ya pensaba el hombre escalar en la carrera judicial, pues anunciarse por escrito como «Nos» es mucho más que sentirse casta: supone saberse ascendido a los cielos de la gloria profesional sólo porque se lo dicen sus amiguitos y compañeros de farra con los que se reparte raimundas para festejar el haberse conocido. A todo el que se trate a sí mismo de Nos hay que imaginarlo con ropa interior de seda adornada de encajes almidonados, no vaya a ser que las costuras le hagan llagas en el pedigrí, de modo que viene el mozo con adorno extra de puñetas.

No le puedo reprochar, como sí hice con el difunto Maza Martín, el haber formado parte de aquella sala que en 2006, salvo tres honrosas excepciones, pisoteó a su gusto los más sagrados derechos de los ciudadanos – Res Iudicata, Reformatio in Peius, Incongruentia extrapetita, Irretroactividad de las disposiciones sancionadoras – en un supuesto de prevaricación encaminada a la prolongación de la prisión de unas cien personas, pero como Fiscal del Tribunal Supremo que entonces era Marchena, y adscrito a la Sala Penal, nada hizo por impedir la tropelía y, qué casualidad, en 2007 fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo. Si fue por lo que no hizo para impedir lo que nos costó no una sino dos vergüenzas mayúsculas ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no me consta: nada entiendo de las alturas judiciales donde, como me dijo un inteligente presidente de audiencia, «todas las cumbres son borrascosas».

A todos estos mayestáticos señores, magistrados y fiscales por igual, les dije yo por escrito en 2014 (Doctrina Parot. El Estado y sus enemigos), que habían obrado «al margen de la legalidad, apartándose grosera y clamorosamente del procedimiento y de la regulación del fondo del asunto»; los acusé expresamente de haber invadido competencias que no le eran propias  y de haber prolongado ilegalmente unas penas de prisión que hasta el Tribunal constitucional dijo en cuatro ocasiones que estaban cumplidas – aunque luego se unió a la orgía y en otros 36 supuestos dijo que le parecía muy bien el desafuero -, y me aseguré de repetirles que lo habían hecho con plena conciencia y voluntad de quebrantar aquellos principios. Les señalé los delitos cometidos – arts. 506 y 530 Cp, aparte de la prevaricación – y me limité a esperar a que transcurriera un año a ver si se atrevían a presentar una querella por calumnias. Pasó el año, prescribió la acción y no hubo nada, salvo que  seguimos estando en sus manos hechas a torcer la vara de la justicia.

El fantoche de Iglesias ni se entera. De Sánchez, de cuya tesis no se salvan ni las comas – alguien lo ha publicado, yo lo hago mío -, qué les puedo decir a estas alturas. Al PP se le llena la boca de decir que respeta a la justicia pero nunca dice que para eso la justicia tiene que ser respetable. Ciudadanos ni está ni se le espera. Sólo los ignorantes podemitas han formulado querella por lo de la sala tercera, y la sala del 61 ha despachado el asunto sin más. ¿Qué esperaban? ¿Que se hubiera recuperado la decencia en las borrascosas cumbres de la justicia de este país? Los golpistas y supremacistas catalanes, otros que tal, se plantean igualmente querellarse. ¿Es que no saben quién compone la sala del 61? Son ellos mismos, los magistrados del TS, los llamados a juzgarse entre ellos, y ya pueden imaginar con qué mimo se tratan pensando en el hoy por tí, mañana por mí.

Cuando creíamos que era sólo la sala de lo penal la que hacía mangas y capirotes con la ley se nos descuelga el presidente del CGPJ y la sala de lo contencioso administrativo apuntándose un tanto todavía mayor: yo con las sentencias hago lo que me da la gana, estén firmadas o no, sean firmes o no. Y no me hablen de tú que nosotros somos «Nos». Por eso hacemos con las sentencias esto que ven que hacemos, porque quien digiere y echa mármol no deja huella en los papeles. Y ustedes se callan, porque ustedes no son Nos.

Y la guinda que corona el pastel: ya sabemos que será Marchena el afortunado de una votación que aún no se ha producido. Es el candidato del PP, que el PSOE y Podemos han tolerado a cambio de contar con mayoría en el CGPJ. Trump no lo hubiera hecho mejor. Y Nos, el pueblo soberano, tragando porque, en efecto, nosotros no somos Nos.

 

 

 

 

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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