Palpito Digital

José Muñoz Clares

¡Comunismo, qué cojones!

Desde la mañana del día después se agiganta el ridículo de aquel pasillo de aplausos que a sí mismo se dedicó el Gran Narciso y se empequeñece hasta la desaparición la figura del arribista que se nos vendió como ideólogo y resultó ser mero marchante de sí mismo en busca de un medro personal ya definitivamente consolidado, lo que lo ha dejado sin argumentos para seguir fingiendo que trabaja. En su renuncia no había atisbo alguno de sensación de fracaso, ni la sólida épica de Bal dando la cara ni valor alguno identificable. Su discurso era la constatación en clave esotérica del objetivo cumplido: rico para siempre, libre, lejos ya de esa molesta confusión de ámbitos con la estúpida y decepcionante portavoza de sus hijas hijos hijes, pensionado vitalicio y con el futuro por delante para construir la nueva imagen de manipulador profesional al mando de cualquier medio que, al parecer, ya le han ofrecido. Vive el señor marqués por el sistema de camas calientes de los submarinos: sólo se va de un lugar/persona si tiene ya apestillado el siguiente lugar y persona. Seguiremos sabiendo de él por las páginas rosa. Galapagar ya está quemado como búnker.  

Periodistas de la equidistancia ensalzaban anoche, post mortem, el sacrificio de Iglesias, a la vez que señalaban a una supuesta peor y más cruel campaña mediática de acoso y derribo. Nadie recordó los acosos personales que dirigió contra aquellos a quienes señaló como enemigos de la democracia, las listas del periodismo desafecto que elaboró y propagó, los desprecios que prodigó a las más altas instituciones responsables de nuestra estabilidad, su intento radicalmente bolivariano de asaltar la justicia que sólo a medias ha conseguido ese Sánchez, traidor de sí mismo y de todos, que le dio cobijo y nos obligó durante una larguísima temporada a soportar la imagen ridícula de un lumpen de apariencia tras el que se camufla  un Creso vocacional. Se va con todos sus objetivos cumplidos y nos deja en herencia al Gran Narciso, momentáneamente aturdido por el estrépito de la caída mientras profundiza en su engaño a todos: dice a la UE que se acabó un beneficio fiscal que alivia a la clase media/baja mientras sus perros -y perras- hablan de meros ajustes técnicos, escondiendo tras un lenguaje oficinesco el impulso depredador y mentiroso del Jefe que azuza a la jauría.

Es un buen comienzo la brecha que Ayuso ha abierto en el horizonte del tirano. Ya ni los suyos se ahorran las dudas que hasta hace poco sólo en privado se atrevían a exponer. ¿Hacia dónde nos lleva, se preguntan? Lo saben: a la irrelevancia a la que ya la corrupción los arrastró a mediados de los 90 para dar paso a Aznar, que luego dio paso a Zapatero. Una sucesión de desastres encadenados que nos han devuelto a los lodos de entonces, que vuelven a ser los de hoy.

Se acabó, por tanto, la espantosa alternativa entre comunismo y libertad, a la que contestaba el miserable con un «comunismo» subrayado: ¡qué cojones! Ha hecho falta esta campaña para perfilar su imagen, la de un tipo atribulado por su decadencia, por el rechazo de los que alguna vez fueron los suyos, por su huida permanente de casa y oficio, de estatus, de empeño, en torno a un solo eje permanente: la fe comunista como paradigma de libertad y como coartada. Y la duda leninista que la acompaña sin mencionarla: Libertad ¿para qué? Mientras yo sea rico… 

Madrid le ha contestado. Todos juntos no valéis lo que vale Ayuso, la tabernaria mujer de las tabernas. Tú, marqués, no vales ni lo que vale Vox a ojos de la gente. Y el Gran Narciso no vale ni lo que vale Más Madrid.

El camino está trazado: ahora, a por Sánchez y su organización, a por los que ocultan treinta miles de muertos de los que son directamente responsables. Que no quede ni una miseria que destapar, ni un Ábalos, ni una Lastra, ni un Tezanos a los que señalar y exigir responsabilidades por el descalabro al que nos han conducido.

Que así sea.  

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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