DE QUÉ ESTOY HARTO

De esos bolsillos pequeños que hay en los pantalones de caballeros para llevar las monedas sueltas. Son pequeños, estrechos y profundos. Muy profundos. Estiro mis dedos pero nunca llego al fondo.Qué lucha para sacar unas pocas monedas, qué esfuerzos. ¿A ningún sastre se le ocurre pensar que todos llegamos a los bolsillos poco profundos y que sólo unos pocos llegan a los más insondables? Qué tortura. Propongo una asociación de afectados.
De aquellos que lucen orgullosos y felices unas horteras camisetas deportivas en las que se lee el nombre de alguna selección extranjera –Brasil, Argentina, Italia- y que jamás llevarían una con el nombre de España porque “ah, no, facha yo, no”, o Castilla porque “¿Y eso qué es?”.
De tanto lenguaraz deslenguado que afirma sin rubor “Nos pidieron la no presencia de la policía”. Chúpate coz lingüística. De tanta flor delicada, rubia, encantadora y megafashion total, que en cuanto abre la boca se convierte en carretero procaz. De que esta bruta confusión entre desinhibición y chabacanería esté de moda.
De que ser jefe en una empresa a veces conlleve ser desagradable, maleducado y prepotente. No se da cuenta que se baja más deprisa de lo que se sube. Ayer no era nada y no se sabe cuando volverá a serlo. De que no te deje hablar. De que después se disculpe por no dejarte hablar. De que siempre quiera tener razón. Toda. De que se crea genial, ultimo modelo de self made man. De que tanto poder esté en manos tan brutas.
De que Cataluña sea una nación según dicen que dice su “Estatut” mientras que Castilla no existe. De que el Partido Socialista de Cataluña opine que Cataluña es una nación mientras que el Partido Socialista de Castilla no existe. De Carod. De Maragall. De Rodríguez. De Aznar.
De esas señoras, señoritas, chicas y chiquillas que creen ser el colmo de la moda y de la desinhibición porque van enseñando los tirantes del sujetador. Si eso se llama ropa interior posiblemente sea por algo. La vulgaridad, la ordinariez y la cochambre han estado de moda desde la prehistoria. Y lo que les queda.
De la insultante superioridad de los jovenzuelos listillos encargados de la tienda de última tecnología. De que te miren con altanería porque no sepas diferenciar el botón multi-tasking PDA “self start underwear” de la mano del almirez. De que se sepan todas las respuestas y sonrían porque no te sabes las preguntas.
De esas señoras, señoritas, chicas y chiquillas que creen ser el colmo de la moda y de la desinhibición porque creen que van enseñando el ombligo cuando en realidad van enseñando la barriga. Por delante. Por detrás, los michelines. Qué horror.
De que bancos y grandes empresas anuncien cada enero que sus beneficios han subido un 25%. Podían darse cuenta. De que ofenden a las mentes sencillas, coño. De que los nuestros suben un 2%. De que los suyos se los proporcionamos nosotros. Ya no pido que renuncien a ellos, sólo que disimulen. Yo prometo mirar para otro lado.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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