Castilla como excusa de España

Todavía me acuerdo de que mi primera columna en la prensa escrita, hace ya tantos años, trató sobre una carta al director de una madre agobiada por la televisión. Las cartas al director son el canal por el que navegan las inquietudes de los lectores hasta los profesionales del periodismo. Los actuales blogs, con la permanente interacción entre columnistas y lectores, son una versión electrónica de las cartas al director. Algunas veces más he repetido la acción de glosar las cartas de los lectores, hoy voy a ello una vez más. Con permiso de todos ustedes.
Porque el lunes pasado se publicaba en prensa una carta con firma de Francisco Javier Sánchez Sinovas enviada desde Santander en la que una vez más pone en solfa la artificial división de Castilla en cinco regiones de la “señorita Pepis” (el entrecomillado es mío) y el grave perjuicio que esto pudiera suponer para España.
Hablando de unas declaraciones de Esperanza Aguirre sobre las posibles alianzas del PP, dice Francisco Javier Sánchez: “ Lo que nadie termina de decir es que el peligro de la falta de cohesión de España y de sus acuciantes desequilibrios territoriales se solventaría si Castilla tuviera el peso político y económico que le corresponde por población y territorio, y si no se la mantuviera desmembrada en artificiales regiones que sólo interesan a la clase política local.”
Y servidor, que siempre ha pensado y defendido en televisión y por escrito cosas semejantes a ésas, sólo puede aplaudir y celebrar que estas ideas empiecen a salir en público por ver si los castellanos, siempre tan silentes, tan pacientes, tan sumisos, empiezan a darse cuenta del absurdo en que la Transición les envolvió sólo porque ésa, la ruptura de una Castilla fuerte política, económica, cultural y demográficamente, era la condición que pusieron los partidos nacionalistas catalanes y vascos para aceptar como buena la Democracia y nuestra actual Constitución. Sabían lo que les interesaba. ¿Acaso Madrid no es Castilla? ¿Y Guadalajara o Toledo? Pues ya sabemos quién sacó beneficio de todo esto. Y quién claudicó, permitiéndolo.
Tales ideas expresadas desde Cantabria y por un cántabro tienen especial valor pues Santander fue el puerto de Castilla a lo largo de cientos de años de Historia común, estúpidamente rotos por la actual Constitución. Aún recuerdo que en aquellos años existía en Reinosa un cartel de bienvenida aludiendo a la pertenencia de aquellas tierras a Castilla.
Sólo se me ocurre poner un “pero” a esta Carta al Director de un ciudadano al que por supuesto no conozco de nada. Me parece elemental la atención y la importancia que el señor Sánchez Sinovas dedica a España, nadie que plantee el más primario enfrentamiento entre Castilla y España tiene ni una posibilidad electoral entre cien mil. Si algún político tuviere tentaciones soberanistas (al hilo de lo que está ocurriendo en otras partes) se ha equivocado de pueblo. De Pueblo.
Pero Castilla se ha visto secularmente abandonada por España, a España Castilla sólo le ha servido de excusa. Con Franco fuimos vivero de emigrantes que repobló Europa en general y Cataluña y el País Vasco en concreto; con UCD se nos sirvió en el ara de sacrificios de España, hasta Martín Villa lo reconoció. Añádase además la discriminación impositiva que suponen para los castellanos estatutos como el navarro y el vasco, o el privilegiado estatuto catalán que tanto ha apoyado e impulsado el Partido socialista.
Con González, Aznar y Zapatero (castellanos éstos últimos) se nos ha ninguneado, no pintamos nada en la cultura, en la política, en la economía. Aznar “habló” catalán en la intimidad cuando le interesó políticamente porque los políticos catalanes pesan más que los de Castilla y León por ejemplo.
¿Y Castilla mientras tanto? Dividida y con estatutos de risa simplemente no pinta nada, casi ni existe, en una España que se ríe de ella.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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