Huelga de pasta: Me gusta Italia

He vuelto este verano una vez más a Italia, un país tan semejante al nuestro en algunas cosas y tan distinto en otras. Después de conocerle casi de cabo a rabo he decidido que le admiro, que admiro a Italia. Claro, claro que ustedes me van a decir los innumerables defectos que encuentran a los italianos. Ya, sí, claro, pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Lo mismo me pasa con Francia, otro país hermano, lleno de defectos al decir de muchos, al que también admiro.

Una de las cosas que más llama la atención de Italia es que siendo un país mediterráneo, tan parecido al nuestro, no tengan nuestro eterno problema de carencia de agua que arrastramos en España desde tiempos de la “pertinaz sequía” del franquismo. Ver correr las fuentes de todo el país camino directo del río más próximo sin necesidad de reciclarla es algo que no deja de llamarme la atención cada vez que me acerco a Roma.

Los italianos han sido maestros en mantener sus diferencias regionales, sus peculiaridades, sus lenguas regionales, sus costumbres y sus tradiciones dentro del ámbito de la cordura y la cordialidad. Sintiéndose miembros de cada región se sienten miembros de un mismo país, casi recién nacido en comparación con España. Aquel invento de la Padania tuvo el recorrido que tuvo y nunca más se volvió a hablar de ello.

Y ahora se han vuelto contra su gobierno, y han protestado por el alza de los precios de los cereales mandando al carajo su ancestral costumbre de comer pasta. Hoy media Italia ha hecho un corte de mangas a su gobierno y con un sacrificio gastronómico, pequeño, seguro, le han mandado un “recadito”, un primer aviso que quiere decir “ojo y a ver hasta donde llegamos que hay determinadas cosas por las que no pasamos”.

Y eso también es de admirar en una Italia que ha tenido más gobiernos que un país bananero y que tiene un Parlamento altamente dividido y enfrentado. Necesariamente muchos votantes del partido en el Gobierno han hecho huelga de pasta contra ese mismo Gobierno. ¡Huelga de pasta! ¡En Italia!

Y eso ha de ser admirado por los ciudadanos de un país cuyos principales partidos tienen una elevadísima fidelidad de sus votantes, fidelidad que les lleva a olvidar lastimeramente las sucesivas tropelías que cometen los dirigentes, a los que una y otra vez les es perdonado todo. Carecemos de capacidad de crítica, todo nos vale si quien lo lleva a cabo es alguien de “nuestro” bando. Carecemos de un juicio crítico, nos sometemos una y otra vez a los dictados de los partidos, aceptamos las motos sin ruedas que nos quieran vender y les volvemos a votar una y otra vez, sin determinar en un elemental proceso de raciocinio si se han merecido o no nuestro apoyo.

Siendo un país altamente indisciplinado (sí, en eso nos gana Italia, o al menos una parte de Italia) aceptamos sin rechistar la autoridad de nuestros políticos, les seguimos mansamente con la cabeza gacha y nunca los someteremos a presión si son de los “nuestros”.

Porque los españoles somos muy nuestros, claro.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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