Gracias, Juantxo; gracias, Greenpeace

Soy de los convencidos del calentamiento global de la tierra, incluso a pesar del gélido invierno que estamos pasando en Europa. Aún recuerdo historias contadas por mi padre de cuando los huertanos de la Palencia de principios del siglo pasado cruzaban el Carrión helado con sus carros y sus caballerías. Me fío tan poco de la especie humana que sé que no nos importaría acabar con la vida si a cambio conseguimos ser los más ricos del cementerio. Lo siento por aquel nefasto primo de Rajoy, el que se tomaba poco en serio todas estas cuestiones.

Así que elogio la existencia de personas comprometidas con la defensa de la ecología y de la naturaleza, porque es la mejor manera de defendernos a nosotros mismos y a nuestro futuro. Greenpeace, por encima de errores humanos que alguna vez hayan podido cometer, son el paradigma de ese compromiso generoso y no violento. Me devuelven la fe en el Hombre y me demuestran que no todo está perdido, que mientras hay vida hay esperanza.

Que gente como Juantxo López de Uralde haya pasado la navidad en una cárcel en vez de hacerlo en su casa es ejemplar, de esos ejemplos que arrastran y convencen, que necesariamente atraen simpatías. Su gesto combativo, inteligente y altruista me ha emocionado. Que Dinamarca, un país nórdico y avanzado, al que los mediterráneos suponemos el paraíso de la Democracia y de los Derechos, le haya dado el trato vejatorio y falto de seguridad jurídica que nos cuentan es también indicativo de que en ningún sitio atan los perros con longaniza. Y de que los españoles nos cogemos nuestros complejos con papel de fumar.

Le han soltado, después de tanto alboroto le han soltado y está de nuevo con los suyos en el Rainbow Warrior. El fracaso de la cumbre de Copenhague, donde los grandes líderes mundiales gastaron dinero a espuertas y se estrellaron nuevamente contra sus propias incapacidades muestra la certeza de la pancarta que López de Uralde portaba y con la que se mofó de la seguridad danesa. En Román paladino se diría menos hablar y más trabajar. Gracias, Juantxo; gracias, Greenpeace.

Apatrida, le he echado de menos últimamente en los post, sería que estaba más o menos de acuerdo conmigo.
PdeH

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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