Hay un tú en ti

En Occidente en general y en España en particular podemos avergonzarnos de crear una sociedad cuyos futuros miembros serán la generación más fácilmente manipulable de cuantas han existido. Les hemos criado en mantillas facilitándoles la vida en todos los terrenos, sean familiares, sociales, estudiantiles o profesionales. Mis intentos como padre de mantener una alta exigencia familiar se han visto violentamente entorpecidos una y otra vez por una sociedad que se empeñaba en exhibir su lado más hedonista y desvergonzado, menos exigente y más acomodaticio.

La imagen de negación del sacrificio, de rendición popular ante los medios de comunicación social y el endiosamiento del placer por el placer representan el camino opuesto al que desearía para los míos; son una batalla cotidiana en la que con frecuencia doy con mis huesos en el suelo; la frivolidad vital, la falta de trascendencia y el hecho de que todo da igual es la antítesis del ejemplo que me gustaría que percibiera mi familia de la sociedad que nos rodea.

¿Qué importancia tienen las relaciones sexuales precoces, la consumición de alcohol también precoz y excesiva, los alborotados horarios inadecuados si está prohibido prohibir nada a los adolescentes, si todo les debe ser consentido, si nada hay ilícito, si se les debe alejar de todo esfuerzo o compromiso? Para algo está el aborto, caramba, por si ha habido algún pequeño e insignificante error en aquella aventurilla con el chaval de aquella noche. O el de la semana anterior. O el otro o el otro. Viva la vida, viva la intrascendencia, viva la ligereza. (Al hilo: Con los siglos los bárbaros conquistarán Occidente por nuestra propia decadencia, barriéndonos sin demasiado esfuerzo, tan blanditos y exquisitos nos estamos poniendo. A joderse, yo no lo veré)

Por eso me gusta la campaña episcopal. “Hay un tú en ti” tiene el sentido contrario a la inconsistencia vital por la que se desliza nuestra sociedad, intenta enviar un mensaje de seriedad y compromiso que será sin duda rechazado mayoritariamente por una sociedad alejada de lo trascendente, amante de la vida fácil, incapaz de pensar más allá del propio ombligo. No, del ombligo no, me refiero a una sociedad incapaz de pensar en algo distinto de lo que hay algo más abajo del ombligo. Los obispos no saben donde se han metido, la que les va a caer por intentar llevar la contraria a la sociedad, a la corriente dominante de la vida muelle, por intentar hacernos creer que la vida debe ser algo más que hedonismo y cachondeillo popular. Populachero, quiero decir.

Y si alguien se pone cursi y me relaciona esto con los casos de pederastia: que antes de hablar de ello en este blog se lea lo que escribí ayer o antesdeayer al respecto, no vaya a ser que se equivoque.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

Lo más leído