El grave error de Del Bosque

Reconozco que de fútbol, tácticas y alineaciones entiendo menos que la media española, puede que cada español lleve en su interior un seleccionador de fútbol, pero ése no soy yo. Es más, me da igual cómo se llame el que desempeñe temporalmente el puesto. Aunque me alegra que sea Del Bosque, bueno.

Hace años mantuve una discrepancia en las páginas de un periódico donde escribo mi columna semanal con el jefe del área de deportes. Debió ser, supongo, cuando al salmantino le echaron del Real Madrid. Mi teoría, corregida y aumentada en la actualidad, venía a decir que si se afeitase el bigote, fuese a un buen peluquero y emplease todos los días el doble de tiempo en afeitarse, su carrera como entrenador del Real Madrid habría sido magnífica. Ah, además debería cambiarse el apellido: Van de Wald, pongamos, sería una opción que le habría hecho ganar posibilidades de triunfo en el Real Madrid.

Sigo en esencia pensando lo mismo, aunque sin hacerme el menor caso ya ha alcanzado mayor éxito de lo que nadie sospechaba en aquel momento. Vivo en una zona habitualmente muy tranquila de las afueras de mi ciudad y aún así desde el casco urbano llegan hasta mi mesa ecos profundos, sonoros y duraderos que prueban claramente que sus logros deportivos han enloquecido a toda España.

Y sin embargo Vicente Del Bosque sigue con su cara triste y su aire de seco castellano. Apenas sonríe, contesta con extrema moderación y sin la prepotencia ni la altanería tan propias de muchos de sus compañeros de profesión. Es discreto, callado y trabajador. Su aire sobrio, de gestos y respuestas escuetas le hace demasiado castellano, demasiado noble y comedido también. Salamanca debe estar orgullosa de él. Claro que nadie dice de él que es castellano; sabemos de Puyol, de Piqué, de Busquets y de otros que son catalanes. Harán bien en sentirse orgullosos de serlo, sin duda. Sin embargo nadie habla del entrenador castellano.

Pero no quiero ahora entrar en eso, hoy quiero escribir de cuánto me alegro de que el entrenador de España no sea un chulo que salga ante las cámaras comiéndose a los rivales, de lo que me alegro de que sea castellano viejo, circunspecto y callado. Y educado y sensato en un puñetero mundo que no valora suficientemente esas raras cualidades. Lástima que no se llame Vincent Van de Wald, ya digo, lastima que no vista trajes de Armani ni corbatas de seda veneciana. Ése es su grave error.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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