Con racistas no se puede pactar

Con racistas no se puede pactar

Cataluña y el País Vasco llevan siendo favorecidas por los gobiernos desde el siglo XIX. Por todos los gobiernos, véase donde se han creado las industrias, véase lo que ha pasado con la antiguamente famosa industria textil de Zamora, Palencia o Béjar, desaparecida y trasvasada a Cataluña, véase lo que ha pasado con la industria alimentaria de los campos de Castilla. O con la correspondiente industria trasformadora. En fin, véase cualquier lista telefónica para comprobar hacia dónde todos los gobiernos de los últimos ciento cincuenta o doscientos años han dirigido la emigración.

Pero sus respectivos partidos nacionalistas se quejan, lloran, protestan, amenazan. Quieren más, quieren ser más (seguramente porque se creen mejores) que los castellanos, andaluces o extremeños. En realidad nos desprecian -sigo hablando exclusivamente de sus partidos nacionalistas- y hablan de baches en nuestro ADN. Son profunda y asquerosamente racistas. La esposa de Pujol cuenta que sus hijos no podían jugar en la calle porque los niños eran todos castellanos. Racistas y clasistas. Nazis.

A pesar de ello la España del 78 confiaba en su lealtad, qué torpeza, y construyó una constitución a su medida, una España de dos velocidades, de ricos y de pobres. Algo falló y aquel referéndum de Andalucía hizo saltar todo por los aires, resultado: café para todos.

Y esto no puede ser, lo ha dejado muy claro el PNV en su último artículo en El País: “Nuestro café que sea capuchino, con zumo de naranja, tostada con mantequilla y que nos dejen poner los pies en la mesa”. Porque yo lo valgo, sin más razones, porque necesitas mis votos.

Y a esta España de dos clases (“España multinivel” es el eufemismo”) nos dirigen por cataplines, queramos o no (faltaría más que fueran a consultarnos, oiga), porque el PSOE necesita sus votos, una España de regiones ricas favorecidas otra vez por el poder y otra España vaciada, pobre, esquilmada y traicionada por sus diputados provinciales. Y avalada, sí señor, por varios millones de votantes socialistas. Esto es progresismo, esto es igualdad, esto es el paraíso socialista, al parecer.

Y, sí, con ellos también ha pactado el PP en su momento, acuérdense del “Movimiento de liberación Nacional Vasco” de Aznar o de cómo, cuando le convino, habló catalán en la intimidad. Sin que nadie, a no ser que surja una nueva izquierda no nacionalista, quiera o pueda hacer nada.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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