‘Todos somos Ana Julia’, decía la secta ‘progre’ en el digital de Jesús Maraña. Argumentaban, no lo olvidemos, que la asesina es la víctima y los verdugos son las personas que, horrorizadas por el asesinato, piden que este tipo de crímenes sean penados con cadena perpetua y, según él, «pena de muerte».
Patricia Ramírez, madre del pequeño Gabriel, les desafía exigiendo que la asesina de su hijo de 8 años, Ana Julia Quezada, se pudra en la cárcel: «Me da igual que se llame prisión permamente revisable o como se llame, pero esta mujer si sale volverá a hacer daño otra vez. A mí me ha hecho un daño irreparable. Se ensañó con mi hijo y debe pagar por ello».