Paiporta: robos, pillaje y miedo en una ciudad vacía y sin policías o militares

La portavoz del Gobierno Sánchez, que racanea con la ayuda, compareció después de 4 alertas de la AEMET y no dijo nada

Casi 200 muertos ya y Sánchez intenta eludir responsabilidades, acusando al popular Mazon de minimizar el riesgo

Pedro Sánchez (PSOE) y los efectos de la DANA en Valencia
Pedro Sánchez (PSOE) y los efectos de la DANA en Valencia. PD

No tienen vergüenza.

Con un aluvión de muertos que se acerca ya a los 200; con decenas de desaparecidos; con pueblos arrasados por miles de toneladas de barro, con las ruinas de edificios y puentes y con miles de coches apilados en sus calles; con cientos de miles de personas sin agua y sin luz; con saqueos y decenas de detenidos, en un espectáculo vergonzoso para una sociedad europea y desarrollada, ¿dónde está el Estado? ¿Quién está al frente de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas?

La tragedia provocada por la DANA ha devenido en un miserable cruce de acusaciones, versiones y evasivas en la asunción de responsabilidades entre el Gobierno Sánchez y el del popular Mazón.

Desde la Moncloa señalan al presidente valenciano por no avisar a los ciudadanos del peligro a tiempo cuando, en realidad, en el Gobierno Frankenstein tampoco dieron a la gota fría la gravedad que tenía hasta bien entrada la tarde del martes.

De hecho, en la rueda de prensa que la portavoz del Gobierno da todos los martes en la Moncloa, Pilar Alegría no hizo una sola mención a las alertas meteorológicas.

A pesar de que, a la hora de su comparecencia, la AEMET había lanzado cuatro avisos.

España vive un drama humano, mientras las autoridades enfrentan una tormenta de críticas por la gestión de la crisis y el aparente desajuste entre las alertas emitidas y la respuesta en tiempo real.

La situación plantea interrogantes sobre la preparación para desastres naturales y la capacidad de coordinación estatal.

Algunos puntos, como las localidades de Chiva, Paiporta y Torrent, alcanzaron cifras de precipitación de hasta 400 litros por metro cuadrado, lo que sobrepasó las infraestructuras de drenaje y causó el desbordamiento de varios ríos y ramblas. Zonas residenciales, comercios, carreteras y cultivos fueron devastados en pocas horas.

Paiporta, uno de los municipios más afectados, cuenta ya con un saldo de 40 muertos confirmados y docenas de desaparecidos. Las labores de rescate en esta localidad y en otras áreas aún no son suficientes para atender a toda la población, con numerosas personas atrapadas en sus casas o buscando a familiares desaparecidos.

En el ámbito económico, el impacto es devastador. Se estima que las pérdidas materiales en viviendas, infraestructuras, y negocios alcanzarán cifras millonarias. Más de 155,000 personas han sufrido cortes en el suministro eléctrico, y las conexiones ferroviarias entre ciudades clave han quedado suspendidas, afectando también al transporte de mercancías y productos esenciales.

Alertas tempranas, pero sin reacción adecuada

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitió múltiples alertas sobre el riesgo de precipitaciones extremas en la Comunidad Valenciana, pero muchos critican que no se tomó en serio el aviso, especialmente desde el ámbito gubernamental. Una comparación con el modelo francés, que emitió una advertencia sobre la peligrosidad de las lluvias en Valencia, genera aún más dudas. Según informaciones de varios medios, la agencia francesa calificó las lluvias de riesgo mortal, mientras que la AEMET española mantuvo su clasificación en un nivel inferior.

La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, compareció en Moncloa y restó importancia a las alertas, indicando que se seguirían los protocolos habituales sin ofrecer una advertencia contundente a la ciudadanía. La falta de una advertencia más explícita y la escasa comunicación hacia los habitantes afectados agravan ahora la crisis, con muchas personas preguntándose si la tragedia podría haberse atenuado con una respuesta más enérgica.

Unidades de emergencia y pillaje en las zonas afectadas

Ante la magnitud del desastre, la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha desplegado a más de 1.700 efectivos en las zonas afectadas, principalmente en la Comunidad Valenciana. La UME se encarga de las labores de rescate y asistencia humanitaria, así como del restablecimiento de servicios esenciales. Sin embargo, el caos generado por las inundaciones ha provocado un efecto inesperado: los robos y el pillaje en áreas desalojadas. Paiporta se ha convertido en una “ciudad fantasma”, con personas saqueando comercios y viviendas abandonadas.

El Gobierno ha anunciado que no tolerará estos actos y ha reforzado la presencia de las fuerzas de seguridad en las zonas afectadas. Se intenta mantener el orden y asegurar que los damnificados reciban la ayuda necesaria en un clima seguro y organizado.

Un sistema fragmentado y falta de coordinación

La tragedia ha desvelado fallos estructurales en la coordinación entre las diferentes instituciones. Algunos expertos y editoriales nacionales apuntan a que la fragmentación del sistema de gestión de emergencias en España dificulta la reacción en crisis como esta. La Generalitat Valenciana y el Gobierno central han lanzado mensajes contradictorios sobre la activación de recursos y el nivel de alerta. Para muchos, esto refleja una falta de preparación y un déficit de cooperación efectiva.

La situación plantea un reto para la estructura de mando y la respuesta en situaciones de emergencia, que parecen estar lejos de poder atender las necesidades de una población afectada por fenómenos climáticos cada vez más extremos.

Causas que contribuyeron al desastre

Más allá de la falta de reacción institucional, varios factores naturales y humanos se han combinado para exacerbar la catástrofe.

  1. Cimatología crónica: Las altas temperaturas del Mediterráneo y el aumento de la humedad en el aire han intensificado la frecuencia de fenómenos como la DANA. Los especialistas alertan de que, sin medidas efectivas para mitigar el cambio climático, estos eventos serán cada vez más comunes.
  2. Urbanización inadecuada: La construcción masiva en zonas vulnerables, especialmente cerca de cauces y ramblas, ha reducido la capacidad de absorción del suelo y ha agravado el impacto de las inundaciones. En muchos casos, los sistemas de drenaje no han sido actualizados para soportar lluvias de esta magnitud.
  3. Infraestructuras insuficientes: La falta de redes de drenaje y la ausencia de barreras naturales han dejado a varias áreas expuestas. Inversiones en infraestructuras de contención y control de agua son demandas de los ciudadanos de estas zonas desde hace tiempo.

Solidaridad y desafíos para la reconstrucción

La respuesta de la sociedad civil ha sido inmediata y solidaria. Organizaciones no gubernamentales y grupos de voluntarios han coordinado donaciones y asistencia para los damnificados, proporcionando alimentos, ropa y apoyo psicológico.

Sánchez, que no cumplió tras el volcán de La Palma y que jamás hace honor a su palabra, ha prometido fondos para la reconstrucción y ha asegurado que se canalizarán recursos desde la Unión Europea para ayudar a las zonas más afectadas.

La reconstrucción, sin embargo, se vislumbra como un proceso largo y costoso.

Las autoridades deberán analizar no solo las pérdidas materiales sino también el impacto a nivel económico y social que esta catástrofe ha dejado en la región. Los daños en la infraestructura pública, especialmente en carreteras, puentes y redes de transporte, afectarán a la economía regional durante un tiempo prolongado.

Medidas urgentes y lecciones para el futuro

La DANA ha dejado claro que España necesita una revisión de su sistema de respuesta ante desastres naturales. Expertos proponen:

  • Mejorar los sistemas de alerta temprana y comunicación pública: Es fundamental que las alertas meteorológicas lleguen de manera clara y oportuna a la población, y que no haya contradicciones entre distintos organismos.
  • Reforzar la planificación urbana: Limitar la construcción en áreas de riesgo y dotar a los municipios de infraestructuras resilientes a fenómenos climáticos extremos.
  • Aumentar la inversión en infraestructuras de contención: En áreas vulnerables, la construcción de embalses, canales de drenaje y muros de contención puede evitar que una inundación se convierta en tragedia.
  • Fortalecer la cooperación institucional: Un sistema de mando unificado y eficaz es crucial para gestionar emergencias, especialmente en regiones donde los recursos locales son limitados.

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