Hoy, su omertá digital se convierte en cómplice de la cultura de la mentira que impregna la política española. Es lo que tiene la era digital
Menos mal que Olvido Hormigos ha retirado su solicitud de dimisión del Ayuntamiento de Los Yébenes. Que España ha podido dormir algo más tranquila, sin el peso en la conciencia de que una concejala tuviese que inmolarse por un vídeo íntimo, personal e intransferible.
Como un efecto Fuenteovejuna incorporado a las redes sociales, el «todos a una» de Lope de Vega se ha trasladado al siglo XXI a través de miles de cuentas de Twitter, con Elena Valenciano, Eduardo Madina y Esperanza Aguirre al frente de una multitudinaria manifestación en la que no se han utilizado trasnochadas pancartas, sino almohadillas de última generación digital: #olvidonodimitas, #yotambienmemasturbo.
Olvido provocó un «eclipse de Merkel»
Cientos de miles de españoles virtuales se concentraron durante 48 horas en un municipio al pie de los Montes de Toledo, ante seis mil vecinos con división de opiniones, para sacar a hombros por la puerta grande de la plaza a una mujer que ya va a ser difícil que caiga en el olvido, como su propio nombre de pila indica.
Entre otras cosas, porque ha conseguido un hito mediático que no está al alcance de cualquiera, como muy bien saben los Hollande, los Monti, los Rajoy y diversas personalidades de esas: provocar un eclipse de Merkel.
Queda solventada pues la cuestión trascendente de este asunto: el derecho de un ser humano, civil o político, a hacer con su cuerpo y sus manos lo que le dé la gana en privado.
¿Ha mentido Olvido Hormigos Carpio?
Pasemos ahora, si les parece, a esa otra cuestión menos trascendente, sobre todo en España, de que un político, sea cual sea su rango, pueda hacer lo que le dé la gana con su lengua. Por ejemplo, ¿puede mentir e irse de rositas? Si nos atenemos a los antecedentes, todo parece indicar que sí. En España han caído más políticos en acto de servicio por decir la verdad que por contar una mentira.
Esto sería impensable en el mundo anglosajón, entre políticos que a sus homólogos latinos les parecen unos hipócritas. O sea, si Los Yébenes apareciese en los mapas de Gran Bretaña, si Olvido Hormigón formase parte de una corporación municipal «made in England», los flemáticos rotativos del Reino Unido aparecerían esta mañana haciéndose preguntas y reflexiones parecidas a estas:
- ¿Había destinatario para el vídeo o era un autorretrato animado de exposición personal?
- ¿Si había destinatario, era el padre de sus hijos, como declaró públicamente la representante municipal?
Se tenía la idea de que los futbolistas eran tipos que esperaban que les llegase un balón para colgarlo en el área. ¡Estábamos equivocados, a pesar de ser los inventores del futbolín! Presuntamente, existen futbolistas que esperan que les llegue un vídeo para colgarlo en la red.
La dimisión en conciencia siempre es un acto que honra a un político. Otra cosa distinta es la dimisión como maniobra de distracción doméstica.
Un vídeo que va con la verdad desnuda por delante es un paradigma de la inocencia. Una mentira, en cambio, se puede perdonar, pero nunca se «olvida».
¡Que todo el peso de la Ley caiga sobre el presunto violador o violadores de la intimidad de la señora concejala, off course!
Pero, ¿por qué la víctima disfrazó de vendetta política, lo que todo parece indicar que es una vendetta o una frivolidad digital de índole privado?
¿Ha mentido o no ha dicho la verdad Miss Olvido Hormigos?
La elocuente omertá digital
Esa última pregunta, en esa extraña cultura política del norte de Europa, sería esta mañana el quid de la cuestión en la opinión publicada y la opinión pública. Las Valencianos, las Esperanzas, los Madinas y los solidarios twitteros de ahí arriba, no le perdonarían a una política que los hubiese dejado en evidencia con una aparente y flagrante mentira.
Pero aquí abajo, tras el terremoto en las redes sociales con epicentro en Los Yébenes, las cuentas de Twitter cañís permanecen en silencio. Ayer, defendían justa, solidaria y apasionadamente el derecho de una política a hacer su voluntad con su cuerpo en privado.
Hoy, su omertá digital se convierte en cómplice de la cultura de la mentira que impregna la política española. Es lo que tiene la era digital.
Una anónima concejala, de un municipio de 6 mil habitantes, se convierte en pocas horas en paradigma nacional.
#olvidonodimitasporelvideo
#olvidodimitesihasmentido
NOTA.- Parece que las imágenes, bastante tórridas, comenzarona circular pro WhatsApp y enseguida cogieron velocidad y aparecieron en Youtube, de donde han sido retiradas.
En cualquier caso, hay numerosas páginas donde se puede ver con detalle.