Un día debería dar un homenaje a Escolar El Chico, la más constante de las estrellas invitadas en este espacio. Hay química entre nosotros, una conexión casi mágica. El otro día hablaba de la hipocresía progresista y ayer, oh, Nacho titula su última contribución a la historia del periodismo digital «Gallardón y la hipocresía estructural«. Ni que se lo hubiera pedido.
La tarea del Trasgo tiene estas cosas, que al repasar simultáneamente las noticias de varios medios de la zurda encuentra deliciosas yuxtaposiciones. Digamos, Nacho hablando de hipocresía y este titular de la coartada rouresí online: «El PSOE carga contra la reforma del desPPido del Gobierno». ¿No es delicioso? Nuestro gurú favorito y primer director de Público hablando de hipocresía mientras la versión online del diario arremete contra la neoliberal reforma de la que se ha servido para despedir a sus chicos. No tiene precio. Salvo, claro, que la nueva normativa laboral, que yo sepa, no prevé que no se paguen nóminas atrasadas o indemnización alguna, lo que estaría haciendo el multimillonario trotskista, según informan los propios afectados.
VALOR TESTIMONIAL
Pero, hey, Nacho envió todo un mensaje en Twitter -menos de 140 caracteres, ya saben- solidarizándose con sus compañeros. ¿Quién puede pedir más? ¿Es que la plebe nunca tiene bastante?
A estas alturas, todo el mundo debería saber que ser de izquierdas no exige hacer nada ni variar en nada la búsqueda de los próximos intereses; es sólo una cuestión declarativa, y ya estás en la tribu. Uno puede acogerse a la implacable ley que critica con la conciencia tranquila, siempre que sepa apoyar las causas correctas. ¿No es maravilloso ser rojo? ‘El progresismo sin esfuerzo’, podríamos decir.
Pero dejemos que lo explique por mí Insurgente.org en su noticia «El director del diario Público apoya al nuevo partido de Llamazares»: «El muy cuestionado director del diario, que en estos días está despidiendo a decenas de trabajadores, volvió a demostrar su progresismo». No podríamos parodiarlo más que repitiéndolo. Uno puede colaborar activamente, desde una posición con un sueldo espectacular, en el despido más rastrero de unos redactores ilusionados con el proyecto, que basta una mera declaración, cual purísima agua bautismal, para lavar todas las culpas. ¡Oh, ser de izquierdas!
Para mayor delicia del Trasgo, la hipocresía de la que hablaba Nacho era la del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, al decir a las claras lo que cualquiera con ojos en la cara puede ver, a saber, que el aborto en un número significativo de los casos es una decisión de la mujer condicionada por un hombre, un asunto, en sus palabras, de «violencia estructural». Es decir, podríamos definir el artículo de Escolar como hipocresía sobre la hipocresía o hipocresía de segundo grado.
No entenderemos nada de todo este debate si no partimos del hecho de que el aborto es el gran sacramento de la izquierda. Si se tratara de la intervención médica normal que a veces pretenden que es, tanta histeria estaría un poco de más. Elena Valenciano, leo en Público.es, ha declarado -en el Día de la Mujer Trabajadora, ni más ni menos- que «Las mujeres no quieren salvadores, sino libertad para abortar». Saboreen, si pueden, el terrible insulto que ha lanzado a sus congéneres la vicesecretaria general del PSOE. Las mujeres no quieren dignidad, respeto, libertad para vivir su vida como mejor les parezca y para no ser explotadas, más tiempo para estar con sus hijos y más oportunidades para tenerlos -¿hijos?, ¿qué tienen que ver los hijos con las mujeres?-, sino que les permitan matarlos tranquilamente, que es lo que les sale de dentro. Te has lucido, Elenita.
Pero qué quieren que les diga: el propio Nacho decía el otro día en Twitter que si el PP se preocupa tanto por las mujeres, en vez de restringir el aborto debería alargar el periodo de lactancia (pagado). Vamos, que entre recortar la lactancia o recortar al niño, mejor al niño.
Contorsiones prisaicas
El País, en un editorial que me cuesta comentar sin vomitar, «Contorsiones ideológicas«, habla de «argumentos ideológicos» de Gallardón para limitar el aborto. Es curioso. Ayer fue el Día Internacional de la Mujer, una de esas iniciativas estalinistas de la ONU que tanto gustan a la progresía, y los medios de progreso han aplaudido con las orejas a cada acusación, por peregrina o esperpéntica que suene, de discriminación contra la mujer.
Estos coherentes rojos están dispuestos a respaldar las denuncias más cogidas por los pelos, pero niegan fervorosamente que un hombre diga a su pareja que no seguirá con ella si no aborta, que unos padres presionen en el mismo sentido a su hija o un jefe se lo insinúe a su empleada con un contrato en precario. Los varones, en fin, abusan de todas las maneras y en todos los sentidos salvo, curiosamente, en ese. Esto es verdadera hipocresía estructural, Nacho.
Lea La Gaceta