El País publica el 5 de marzo de 2013 en su contraportada un artículo de Rosa Montero titualdo Esas caras. Los rostros a los que se refiere son los de dos de los personajes que más aparecen en los medios las últimas semanas. El primero de ellos es Corinna.
Pobres rubias del mundo, altas o bajas, guapas y feas: rubias peleonas y complejas, que vuelven a ser encerradas, por el efecto Corinna, en la caricatura vacía de la chica neumática agarrada a un diamante. Porque neumática es, eso sin duda: su lustrosa tez tiene algo de goma Michelín, con esos pómulos tan esculpidos, esos labios tan colagenados. Plásticos de primera calidad.
Pasa al segundo personaje:
Aún peor es la cara de Bárcenas, sobre todo últimamente, porque ahora, además, ¡se ríe! ¿Han visto la escalofriante sonrisilla que muestra el individuo en su rostro de piedra? Es la mueca del verdugo que disfruta matando.
No hay piedad en el retrato:
Es el malo más malo, un tipo que infunde terror con su presencia, cosa que supongo que le gusta.
Añade una reflexión:
Y estos son, señores, los rostros más vistos de la España de hoy, las caras del momento, dos personas de las que el 80% del país sospecha que están haciendo algún chantaje (almas tan gemelas que deberían casarse).
Concluye:
Qué terrible espejo en el que mirarse: a los demás quebrantos hay que añadir el fastidio de tener que ver estas caras, a estos jetas. Claro que aún podemos empeorar: aún no hemos llegado a la máscara de pesadilla, al rostro recauchutado de Berlusconi. Todo se andará, al paso que vamos.