Entre los políticos gallegos con los que comparar a Rajoy, Raúl del Pozo escoge al republicano masón de Casares Quiroga
¡Cómo les gusta a los columnistas comer o jugar al golf o recibir confidencias de los poderosos, a los que se supone, según el corpus académico elaborado por las facultades de periodismo de EEUU, han de vigilar!
Después de elaborar una biografía de Mariano Rajoy, Lucía Méndez cuenta en El Mundo que se reunió con Esperanza Aguirre y que ésta le confesó que echaba de menos a Felipe González.
El otro día tuve una conversación sobre política con Esperanza Aguirre y ella opinaba -en serio- que lo mejor para el PSOE sería que Felipe González volviera a liderarlo con todas las consecuencias. Ya basta de experimentos como Zapatero o Pedro Sánchez. Incluso el pretendido liderazgo de Susana Díaz se queda en nada comparado con el de González. Mucha gente en España suspira por la vuelta de nuestro primer hombre de Estado.
¡Felipe González! El de los GAL, la corrupción, las conspiraciones contra Suárez y el referéndum de la OTAN para salirse y luego para quedarse. Cómo están de ‘sonaos’ algunos. ¿Responsabilidad o identidad generacional?
Lo interesante de la columna de Méndez es que describe la inmensa soberbia del One.
Si González se ha remangado de verdad -muy de verdad- es para frenar la osadía y el atrevimiento de un político nuevo que dice querer ser el Felipe del 80. ¿Igual que él? ¿Cómo se atreve? Igual que él no hay nadie. Nadie sacó 202 diputados, nadie fue capaz de enamorar a toda España, nadie pasó a ser el ex presidente más respetado en el mundo. Nadie es escuchado con veneración allá por donde va. Nadie sabe tanto como él de la marcha de la civilización. Nadie puede ser como él, y mucho menos un populista de tercera que no le llega ni a la suela del zapato.
La reacción de Felipe, convertido en latifundista extremeño, es identificar al Coletas con el Bigotes; es decir, a Pablo Iglesias con José María Aznar, el gran ogro de la izquierda española.
El líder de Podemos -le dijo a Pepa Bueno en un sofá- es clavadito a José María Aznar en su «lenguaje corporal» y en «su carácter». Ni en un millón de años se nos hubiese ocurrido al común de los mortales esta comparación. Iglesias y Aznar sólo pueden estar unidos en la mente de González, concretamente en el lugar de su cerebro donde se almacenan los nombres de las personas a las que más detesta. Podía haber dicho también que le recuerda a Zapatero y tal vez algún día no lejano lo haga.
Por último, Méndez se pregunta cómo va a pactar el PSOE con este Aznar bis en los ayuntamientos y las comunidades autónomas. Así no debe de sorprendernos que los votantes del PSOE estén tan desorientados.
Entre González, Díaz, Sánchez y los barones se están haciendo un lío. La dirección del PSOE quiere que las elecciones del 24 de mayo sean una reedición de las primeras municipales de 1979. Aquellas en las que los socialistas pactaron gobiernos de izquierda en capitales importantes con el PCE. De ser así, parece que el PSOE tendría que negociar con Podemos gobiernos municipales y autonómicos. ¿No es un poco raro que acaben pactando con alguien como Aznar? Sus votantes tienen que andar algo despistados.
Jaime González, en ABC, hace un descacharrante retrato del ‘nuevo’ Pablo Iglesias:
Desde que Pablo Iglesias entró en el carril de la política, el secretario general de Podemos ha perdido ese puntito golfo y bronco que le permitía mostrarse radicalmente irredento; descamisado el frenillo de su lengua, lo que salía antaño de su boca no tenía ni una gota de almidón. Ahora que sus asesores de imagen le han sometido al planchado de la mercadotecnia, ya no hay arrugas en sus respuestas y su oratoria no exhibe aquellos gloriosos lamparones que adornaban un pensamiento rancio, pero recio, como si el peso de la púrpura le hubiera dejado sin fuerzas. Mantiene la coleta, pero más cuidada, lo justo para afirmar que el juego de la política ha obrado en Pablo Iglesias el mismo efecto que produjo Dalila sobre el pelo de Sansón.
Y añade:
Su música era de una inédita violencia; el estribillo de sus letras, primitivo, seco y áspero, pero la gente repetía su canción. Desde que le han capado parece un castrato; ya no ruge, a lo sumo gorgorea con rabia, pero comparado con el Pablo Iglesias de antes, parece de cartón. Es verdad que sigue cargando como antaño, pero sus críticas se han vuelto recurrentes, previsibles e ignífugas: la gente ya no arde ni se inflama al escucharle.
PARA ESPADA, RAJOY RECURRE A LAS «ALCANTARILLAS» CONTRA MAS
Arcadi Espada (El Mundo) está indignado con el ‘prucés’, pero no con Mas, que no es novedad, sino con la actitud de Rajoy, mostrada de nuevo estos días. Para el periodistas, el Gobierno se limita a recurrir a las alcantarillas del estado.
El Gobierno se muestra incapaz de poner a Mas en su sitio -y es el sitio de un desleal, imputado por la Fiscalía de un grave delito de desobediencia-, y además le brinda áureas tribunas para que propague su mensaje. Pero aún hace algo mucho peor: incapacitado para la gran política, la política de la claridad, de la convicción y de la firmeza, envía a su inefable pocero Fernández Díaz a hacer trabajo en las alcantarillas. Así ha sucedido con buena parte de las acusaciones relacionadas con la familia Pujol y así sucede ahora con esa delirante contaminación entre independentismo y yihadismo que el ministro persigue.
Nada hay políticamente más inmoral en España que el proceso de secesión catalán. La obligación del Gobierno es no solo combatirlo sino lograr que siga ocupando en solitario el pódium de la vergüenza. Un trabajo refractario a la bajeza. Político, mal que le pese al cinismo con que se disfraza a menudo la incompetencia.
David González añade en La Vanguardia unos matices a las palabras de Espada sobre la amenaza catalanista-yihadista.
Hace unos días, en plena operación de los Mossos contra una peligrosa célula yihadista dispuesta a atentar, oí al ministro del Interior vincular islamismo violento y soberanismo catalán y me acordé de la Chanson. Entre los once arrestados no había ningún soberanista catalán pese a que el líder y cuatro miembros más del grupo eran de aquí. Uno de los catalanes, y, por tanto, españoles, era, además, un nazi -sólo antijudío, parece ser-. Y otro era paraguayo, lo que deja en franca minoría al resto, marroquíes. Que el Parlament o los Mossos fueran los objetivos del grupo terrorista acaba de completar el cuadro, ciertamente complejo. La sombra del soberanismo en el yihadismo catalán brilla por su ausencia. Pero es sabido que los mitos siempre responden a una lógica propia, siempre esquiva a la plena comprensión.
Ignacio Ruiz Quintano nos cuenta en la última de ABC la tabarra que le dan en el bar los propagandistas de Podemos y Ciudadanos.
Al entrañable moro con alfombras lo ha sustituido en el bar el candidato emergente de Ciudadanos o Podemos, los dos partidos nuevos que salen en las encuestas empatados en expectativas con los dos partidos viejos.
En el bar siempre te entran igual: -¿Autónomo? -preguntan, mientras te acercan el servilletero. Y en lo que das las gracias por el servilletero se arrancan con las ofertas de cariño para autónomos, que es la consigna electoral.
Si para arreglarme lo de autónomo me hablan de lo bueno que era Suárez (al que conocen del aeropuerto de Barajas) o de lo malo que es el AVE, sé que son de Ciudadanos. Y si me piden que lea «El minotauro global» de Varoufakis, el chulo que hace peinetas a los alemanes, o «La muerte de un viajante» de Miller, el desgraciado que se casó con Marilyn, sé que son de Podemos.
Edurne Uriarte (ABC) arremete contra Albert Rivera por el ocultamiento que ha hecho de su militancia en Nuevas Generaciones del PP, pero lo hace con mucho análisis sociológico.
Se trata más bien de que Ciudadanos no tiene la «mancha» de origen que afecta al PP. Ser de derechas, y en Cataluña, que es peor. Como en el País Vasco. Demasiadas manchas juntas, demasiada españolidad tradicional concentrada para liderar la renovación de los viejos partidos, según algunos. Así no hay forma de parecer moderno, cool, nuevo. De ahí que a Rivera y a Ciudadanos ese dato del pasado les parezca poco presentable, un muerto en el armario, como escribí hace algún tiempo. Como si a Pablo Iglesias le saliera ahora un pasado en traje y corbata, pelo corto y discurso socialdemócrata. Destructivo para el nuevo look y, sobre todo, para sus valoraciones de los adversarios.
Entre los errores de José Antonio Zarzalejos como director de ABC destaca la promoción de la periodista Irene Lozano a opinadora con acceso a la Tercera. En su columna de hoy la elogia, sin citarla, por dar la batalla por el control de UPYD frente a Rosa Díez, en vez de marcharse a Ciudadanos, y propone, cómo no, una relación fraterna entre el partido magenta y el partido naranjito.
Los partidos políticos mueren también con agonías largas y penosas y este puede ser el caso de UPyD -pero también para estas organizaciones debería haber un código social que reprobase la autodestrucción que provoca la traición y el transfuguismo-. La advertencia, más que a los obscenos tránsfugas magentas, se dirige al partido de Albert Rivera, que podría perder su inocencia si no da con la puerta en las narices a los oportunistas y no espera a que el Congreso extraordinario de UPyD defina una política oficial de relación con Ciudadanos. Porque lo bien hecho bien parece.
EL ÚNICO MARXISTA DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA ES…
Sigo con otra de las aportaciones originales de los columnistas. Enric Juliana (La Vanguardia) sale con que el PP puede ganar las elecciones gracias al nuevo bienestar de la clase media. ¡La misma idea que expresaron ayer Francisco Marhuenda y Enrique Gil Calvo y que ha llegado a Barcelona un día más tarde!
España no se halla en situación prerrevolucionaria -ni Catalunya en puertas de la independencia- y a medida que se acerquen las elecciones generales, orladas por un crecimiento estadístico de la economía del 3%, los instintos de conservación de las clases medias menos perjudicadas por la crisis serán más visibles.
En el mismo periódico, Miguel Ángel Aguilar está convencido de que Rajoy no suma votos, sino que los espanta.
Un somero análisis de las intervenciones registradas y del ambiente permite concluir que los concernidos que subirán al cuadrilátero para batirse en unos casos pretenden contar con la presencia del líder máximo porque estiman que favorecería su candidatura, mientras que otros quieren ahuyentarle porque sólo restaría apoyos. Hay líderes que suman y líderes que restan. En este segundo caso se encuentra Mariano Rajoy, como acaba de verse en Andalucía.
Raúl del Pozo (El Mundo) busca similitudes entre Rajoy y otros políticos gallegos, y encuentra la mayor semejanza con el republicano masón y azañista Santiago Casares Quiroga.
El político gallego no se parece nada a sus antecesores; ni al Fraga carpetovetónico, ni al Pío maquiavélico, ni al intelectual Canalejas, ni al patriota Calvo Sotelo. Recuerda lejanamente a Casares Quiroga, aunque no sea tan señorito como aquel. Sí se le parece en la tranquilidad que el padre de María Casares, amante de Camus, aparentaba ante los sucesos catastróficos. Aquel gallego tranquilo, jefe del Gobierno republicano el 18 de julio de 1936, le contestó a un periodista que le avisó del alzamiento: «¿Se levantan? Pues yo me voy a acostar». Al jefe del Gobierno español le han roto la tranquilidad los sondeos que colocan a su partido en la segunda posición; quizás por eso ha precipitado la escapada.
Para Ignacio Camacho (ABC), Rajoy es el único marxista de la política española, ni los de Podemos.
En un un momento tan ideológicamente ambiguo que ni Pablo Iglesias se atreve a confesar su inequívoca filiación comunista, el único análisis en puridad marxista de la realidad española es el que hace Mariano Rajoy, convencido de que todos los males de la nación provienen de la economía y por tanto se curarán cuando ésta mejore de forma sustantiva.
Este economicismo pragmático y rudimentario contrasta sin embargo con las percepciones sociales de una crisis política e institucional de fondo; lo que las encuestas señalan es un deterioro de los mecanismos de representación y un desgaste de las costuras del sistema mucho más intenso que un simple agujero en el bolsillo de las monedas.
Cayetano González (Libertaddigital.com), en cambio, se centra en el relativismo moral y político del PP en el asunto del aborto.
En el PP saben que, efectivamente, hay un sector de su electorado muy enfadado con esta cuestión y que en las circunstancias actuales unos miles de votos que se pierdan por esta marcha atrás del Gobierno con respecto a lo que figuraba en su programa electoral les puede hacer perder cotas de poder. Por eso han decidido hacer un guiño a ese electorado; eso sí, lo mínimo posible, no sea que se pasen de frenada y molesten en exceso todos aquellos que dentro del PP son partidarios de no modificar ni mucho ni poco la actual ley del aborto, aprobada por el Gobierno de Zapatero.
Esta concepción mercantilista del voto en una cuestión tan importante, tan sensible y tan delicada es la expresión más clara del relativismo absoluto en el que desde hace tiempo se mueve la dirección del PP, con Rajoy al frente, y que, aunque ellos no lo quieran reconocer, es la causa principal de las últimas debacles electorales -europeas y andaluzas- y de las que están por llegar.
MARCO: BENEDICTO XVI NO ESTUVO EN LAS SS; GRASS, SÍ
La muerte del escritor Günter Grass vuelve a mostrar la superioridad moral con la que se adorna la izquierda. José María Marco (La Razón) recuerda que hubo alemanes que no se uneiron a las SS y que se opusieron al nazismo.
en su obra jugaba un papel central la denuncia sobre el pasado alemán y, por si eso fuera poco, una militancia política de tono moralista, izquierdista y antiamericana sin matices. Entre los muchos alemanes jóvenes que se encontraron integrados en las filas del ejército alemán estaba, por ejemplo, Joachim Fest, luego gran intelectual y estudioso del pasado nazi de su país. El propio Benedicto XVI pasó por un trance similar. Eso sí, ninguno de los dos ingresó de ninguna manera en las Waffen-SS y ninguno de los dos escondió nunca lo ocurrido. El prestigioso escritor y Premio Nobel había callado durante sesenta años unos hechos que ahora, tanto tiempo después, le comprometían mucho más que si se hubiera decidido a contar la verdad -o al menos una parte, habría dicho Lacan- en su momento
Hermann Tertsch (ABC) asegura que los alemanes y austriacos han investigado su pasado y se han disculpado por él, mientras que en España seguimos con la hipocresía antifranquista.
Tras años de silencio pétreo en la posguerra en la que casi todos tenían algo de qué avergonzarse, todo son preguntas de adolescentes que como niños ya no tuvieron educación hitleriana. Quieren saber qué pasó. Por qué pasó. Y cómo fue posible que pasara. Son el 1968 alemán. Exigen verdades. Hoy sabemos que la educación alemana ha sido, con todas sus imperfecciones, la más eficaz y honrada en el tratamiento del pasado y la culpa. Había más que en ningún sitio. Ni en Francia, ni en Italia, ni en los países comunistas por supuesto hubo algo parecido a lo sucedido en Alemania y Austria.
En mi libro «Días de ira», que se publica este mes, relato cómo fue aquello en mi infancia y en mi casa. En casa de un periodista exdiplomático que fue nazi primero y prisionero de los nazis después. También reflexiono de lo bien que vendría a España una mayor honradez y menos falacias sobre el antifranquismo que han hecho de la sociedad española, como auguraban los Mitscherlich, una prisionera de sus mentiras.
El diario progresista El País ya ha votado a Hillary Clinton para la presidencia de EEUU, y su mayor argumento, en un editorial, es que después de un negro toca una mujer, aunque sea blanca; el mismo argumento, por cierto, que expone la ‘doctora’ Pilar Rahola en La Vanguardia.
¿Vale, pues, Hillary Clinton para el cargo de presidenta de EE.UU? Personalmente creo que de los tres -Hillary, Obama y Bill-, ella es la más sólida y ya tocaba que llegara su momento. La cuestión es si también ha llegado el momento para que una mujer ocupe la Casa Blanca.
Tendría que ser posible, en un país que, en pocos años, fue capaz de pasar del esclavismo a tener un presidente negro. Pero cuando se trata de mujeres, todo cambia, no en balde el sexismo es el primero de los prejuicios y sin duda será el último en ser vencido.
Rafael Navarro-Valls (El Mundo) firma una tribuna bastante más ecuánime. Por ejemplo, subraya el apoyo de los muy, muy ricos, incluso de los responsables de la Gran Recesión, a la ex primera dama.
En torno a Hillary se van agrupando fuentes económicas que parecen inagotables: la gran banca, las más importantes sociedades financieras, las multinacionales y todo el poderío económico de Hollywood. Sin contar -aunque aquí, como veremos, hay un problema- con la Fundación Clinton, con unos fondos cercanos a los dos mil quinientos millones de dólares, los derechos de autor de los libros de Hillary y Bill, y las astronómicas cifras cobradas por conferencias de la ex secretaria de Estado
El País, tan internacionalista él, sigue dando espacio a los partidarios de que Europa se enfrente a Rusia por defender a Ucrania. Después del multimillonario George Soros y del inepto Bernard-Henri Levy, que se jactó de haber convencido a Sarkozy de bombardear Libia, le toca al profesor Timothy Garton Ash, que afirma nada menos que la «sociedad civil» ha despertado en Ucrania.
La guerra ha liberado grandes reservas de energía popular. La sociedad se ha movilizado. En las calles se ve a voluntarios que piden dinero para el Ejército y los desplazados. La guerra que divide el extremo oriental del país ha unido al resto. No es la primera vez en la historia que una nación se forja en el conflicto.
Nuestra obligación, como europeos, es impedirle que lo consiga. Sin embargo, lo máximo que podemos hacer es crear las condiciones para que los propios ucranios aprovechen la oportunidad y construyan una nueva Ucrania. El resto depende de ellos.
PABLO IGLESIAS RECIBIÓ LA BENDICIÓN LAICA DE GALEANO
El humilde Pablo Iglesias recuerda en una tribuna en El País los elogios que pronunció el uruguayo Eduardo Galeano cuando él y otros profesores de la Complutense fueron a buscar su bendición laica.
Poco después, algunos compañeros que estábamos trabajando para -como él decía- cambiar lo que somos, le visitamos en Montevideo. Él escuchó lo que le contábamos, y luego nos dijo: «Ustedes son los enemigos de la impotencia». Quizá no le dijimos entonces que a superar la impotencia nos ayuda lo que encontramos en sus libros: esa manera suya de mirar el pasado que es también un modo de ayudarnos a mirar el futuro. «La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás», nos dejó escrito: «Por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será». Acompañados de tu memoria, Eduardo, seguimos caminando, contra la impotencia.
Carlos Alberto Montaner (Libertaddigital.com) recuerda otro punto en común entre Iglesias y Galeano: ambos admiraban el chavismo, el ‘socialismo del siglo XXI’.
Uno de los últimos gestos de Galeano ha sido apoyar al mandatario venezolano Nicolás Maduro contra la política del Presidente de EEUU Barak Obama.
Rosa Montero (El País) se pregunta qué hemos hecho mal los occidentales para que haya europeos que quieran convertirse en terorristas, y da la explicación típica de los progres: nosotros, las víctimas, somos muy malos y antipáticos. En su columna incluso
Cuatro españoles conversos, entre ellos su inenarrable líder, Aalí El Peluquero, todos ansiosos por degollar a alguien. Más la conexión con los neonazis, porque en la caverna del dogmatismo criminal se juntan todos. ¿Por qué una persona decide rebanarle el cuello al prójimo? Creo que hay diversas razones para entregarse al odio; los terroristas de las Torres Gemelas eran saudíes de clase alta, grandes señores de su sociedad feudal que se fueron a estudiar a Oxford, en donde es probable que se sintieran despreciados: la humillación es una emoción venenosa. Creo que uno recurre al consuelo ferozmente fraternal del fanatismo si se siente ninguneado, solo y no querido, si piensa que no pinta nada. Más de 2.000 europeos han entrado en el EI en los últimos meses. No parece que estemos sabiendo ofrecer un modelo ilusionante de sociedad a nuestros jóvenes.
Carlos Rodríguez Braun, el funcionario liberal que pide la supresión de los funcionarios, escribe la columna ridícula del día en La Razón: un elogio a un politólogo (ah, Podemos, Podemos) que descubrió las razones de la riqueza europea en un vistazo de turista al Danubio.
Creo que fue Thomas Sowell quien en una oportunidad, mirando el Danubio desde un puente, comprobó que casi no era capaz de distinguir en qué sentido fluía el agua. Y entonces pensó: ya sé por qué Europa es rica y África no. En efecto, aunque algunos europeos puedan fantasear con que ostentan una supremacía histórica, intelectual o racial, acaso la modesta verdad sea que no pasa de ser fluvial. Es notable la cantidad de ríos navegables que atraviesan el continente, desde el Volga hasta el Rin, desde el Sena hasta el Ebro, y desde el Po hasta el Danubio.
Las mismas ideicas que tenía el profesor que inspiraba al agente de la CIA descrito por Graham Greene en ‘El americano impasible’.