LA CLAVE DEL DÍA

El ‘miércoles negro’ en la bolsa de China sacude los mercados

Temor a que la debacle se extienda a la economía china y al resto del mundo cuando las bolsas europeas se están calmando

En las tres últimas semanas, los índices chinos han perdido un 30% de su valor

En unas tres semanas, los principales índices bursátiles de China han perdido un 30% de su valor, lo que equivale al PIB de Francia o del Reino Unido. Y sólo ayer la Bolsa de Shanghai cayó un 5,9%.

La China comunista es la segunda economía del planeta, superada sólo por la de EEUU, y tiene inversiones de cientos de miles de millones de dólares (deuda pública, tierras cultivables, puertos, nuevas tecnologías…) desde Venezuela a Grecia.

Pekín ha ordenado a los fondos de inversión y agencias de bolsa comprar acciones por valor de 17.600 millones de euros, pero eso no ha impedido que la bolsa siga bajando por el miedo de los inversores.

Las siguientes medidas han sido la prohibición a las empresas estatales de no vender ni una de sus acciones, junto con la obligación de comprar más títulos. Además, durante los próximos seis meses, no podrán vender sus títulos quienes tengan más del 5% de las acciones de una empresa.

El peligro de contagio al resto de las bolsas del mundo es real y podría perjudicar la recuperación económica, que apenas ha llegado a Europa.

Para agravar la situación, la Bolsa de Nueva York estuvo cerrada ayer varias horas por un fallo informático.

El País, ABC, La Vanguardia y La Razón informan a sus lectores de la sombría perspectiva en China; el primero añade  un editorial titulado ‘Riesgos del crash chino’. El Mundo, por el contrario, ignora la debacle de la bolsa china en sus ediciones de papel.

El comportamiento del periódico de Unidad Editorial es tanto más sorprendente cuanto su actual director, David Jiménez, ha sido varios años corresponsal para Asia.

EL PAÍS

La Bolsa se ha desplomado debido a la corrección de una burbuja, causada por la irrupción de unos 90 millones de pequeños ahorradores confiados -una distorsión propia de toda burbuja- en que el precio subiría sin cesar y sin límite. En un año, la euforia disparó las cotizaciones el 150%; pero en las últimas tres semanas el déficit de liquidez ha minado la confianza y los índices han entrado en caída libre. Los intentos oficiales de parar el hundimiento -plan de compra de acciones, impedir que el Fondo de Reserva del Estado venda títulos y prohibir la salida de empresas al mercado- se han quedado cortos. Las empresas han entrado en fase de pánico; más de la mitad de un total de 2.800 han dejado voluntariamente de cotizar.

La hemorragia de valores no se detendrá hasta que no se depure el exceso de valor de las acciones. Mientras, hay dos peligros reales que conjurar. El primero es el contagio del crash a la economía real; diga lo que diga la versión oficial, resulta probable. Una desaceleración del PIB chino significaría colapso social y, quizá, tensiones políticas. El segundo, que el miedo se extienda al resto del mundo. Las Bolsas asiáticas ya caen en cascada y afectaron (con fallo técnico incluido) a Wall Street.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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