LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Alfonso Rojo: «Un juez comprensivo, televisiones variopintas y muchos bobos han animado al independentismo a saturar de esteladas el Calderón»

Repaso de César Vidal a Alberto Garzón: "Le invito a que intente encontrar un empleo decente y bien pagado en Cuba"

Alfonso Rojo: "Un juez comprensivo, televisiones variopintas y muchos bobos han animado al independentismo a saturar de esteladas el Calderón"
Esteladas independentistas junto a banderas escocesas en un partido de la Champions en el Camp Nou. BC

Las esteladas, recaditos sobre lo que es el comunismo para que vaya aprendiendo Alberto Garzón (Unidos Podemos) u homenajes póstumos a Miguel de la Quadra Salcedo salpican las tribunas de opinión de este 22 de mayo de 2016.

Arrancamos con La Razón y lo hacemos con Alfonso Rojo, que dedica su artículo a bochornoso espectáculo que este 22 de mayo de 2016 se podrá presenciar en el estadio Vicente Calderón con decenas de miles de aficionados plagando de esteladas las gradas del recinto colchonero con motivo de la final de Copa del Rey entre el Barcelona y el Sevilla:

Tiene mala prensa la «Ley del Talión». Tuve yo un profesor de Derecho que, hablando de justicia retributiva y para subrayar que la pena debe ser proporcional al delito y moralmente aceptable, nos decía que un rasgo evidente de civilización es que no nos comemos a los caníbales. Es evidente que devorar al antropófago sería ponerse a la altura del salvaje, pero coincidirán conmigo en que resulta de una ingenuidad rayana en la memez alojarlo en tu casa, sentarlo a tu mesa y darle acceso a los utensilios de cocina. Pues algo así pretenden nuestros «progres» nacionales.

Destaca que:

Da casi igual el asunto, porque lo aplican tanto al etarra Otegi como a los fanáticos islámicos, pero hoy lo que me trae aquí son las puñeteras esteladas con las que el independentismo catalán, animado por un juez comprensivo, varios periódicos nacionales, televisiones variopintas y muchos bobos, saturará el graderío del Vicente Calderón. Seguro que se acuerdan ustedes, porque ocurrió hace sólo siete meses y lo dieron en directo hasta las cadenas podemitas, de esa escena en la que Gerardo Pisarello, número 2 de Ada Colau, arranca del abalaustrada del Ayuntamiento de Barcelona la bandera de España, que acababa de colocar el concejal del PP Alberto Fernández, al ver que portavoz municipal de ERC, Alfred Bosch, había colgado una enseña separatista.

Pues el tal Pisarello, nacido en Argentina pero licenciado en España y con sueldo, coche y seguridad social a cuenta del sufrido contribuyente español, es de los que más alto y desaforadamente exige el cese de la delegada del Gobierno Concepción Dancausa «por intolerante». Petición que encabeza el president Puigdemont, el de las multas a los comerciantes que rotulen en castellano y la imposición de la escuela monolingüe, y con la que sintoniza la directiva de ese Barça, que en el partido de ida de los cuartos de Champions tenía a la entrada del Camp Nou pelotones de Mossos de Escuadra dedicados a despojar a los aficionados colchoneros hasta de las bufandas con la bandera española, para ir arrojándolas aun contenedor.

Y concluye:

La docilidad frente a los abusos del secesionismo sólo contribuye a envalentonar a quienes se han propuesto acabar con España. No propongo que coloquemos al caníbal en una fuente, rodeado de patatas, y lo sirvamos cocinado al horno con una manzana en la boca, pero quizá y eso es algo que el presidente Rajoy y otros muchos deberían sopesar, no estaría demás vez en cuando un buen mordisco, para que aprenda lo que duele.

Espectacular César Vidal con un artículo demoledor sobre Alberto Garzón que ha tenido la desfachatez de decir que el comunismo está de moda. El genial escritor y periodista le recuerda lo que ha traído el comunismo:

Alberto Garzón, mitad del dúo dirigente de Unidos Podemos, afirmó hace unos días que el comunismo está de moda. Sus palabras me recordaron una prueba ya sugerida por Alexander Solzhenitsyn en el primer volumen de «Archipiélago Gulag». Señalaba el escritor y premio Nobel ruso que para comprender lo que significaba el paso por el sistema concentracionario soviético conocido como Gulag, bastaba con someterse durante un día, incluso por unas horas o minutos, a algunas de las situaciones que, en su interior, padecían los reclusos.

Dice que:

Yo invito a Garzón y cualquiera de los que piensan que el comunismo es la solución a nuestros males a trasladarse a cualquiera de las naciones oprimidas por esa ideología. Le invito a que sufra cinco horas de cola para intentar – porque no es seguro que lo consiga- comprar harina, leche o aceite en la Venezuela que lleva años respaldando a Podemos. Le invito a que intente encontrar medicinas para psicóticos o enfermos de sida en los hospitales venezolanos. Le invito a que intente publicar cómo una hija de Chávez ha conseguido hacerse con su fortuna, en paralelo a tantos socialistas venezolanos que se han enriqueciendo especulando con alimentos y con el hambre del pueblo o directamente con el narcotráfico.

Le invito a que intente encontrar un empleo decente y bien pagado en Cuba. Le invito a que examine lo que se enseña en las aulas adoctrinadoras de la isla explotada como su feudo particular por los Castro desde hace más de medio siglo. Le invito a que viva con los derechos laborales y la paga de un obrero norcoreano. Le invito a que se quede en cualquiera de las prisiones en las que todos y cada uno de estos gobiernos arroja a los disidentes.

Y le subraya finalmente que:

Le invito a que soporte por unos minutos las torturas que en Cuba, Corea del norte o Venezuela se aplican a los que abren la boca o son sospechosos simplemente de hacerlo. Le invito a que intente encontrar una vivienda digna de tal nombre en cualquiera de esos países de régimen socialista. Le invito a que intente desplazarse en los transportes de cualquiera de esos paraísos. Le invito a que se enfrente con la escasez de electricidad y de agua que existe en ellos y que lleva a algunos a intentar almacenar este último elemento en cubos que se convierten en focos de infección. Ni un año ni un mes. Una semana. Como un esclavo más y no como un jerarca. Luego hablamos de modas.

Alfonso Ussía se mofa a mandíbula batiente de Diego Cañamero, el candidato escogido por Pablo Iglesias para que vaya de número uno por Jaén:

Podemos ha convencido al dirigente del SAT, asaltador de supermercados, defensor de matones y amigo de batasunos Diego Cañamero, para que encabece la papeleta electoral por Jaén. Estamos de enhorabuena los que amamos y respetamos la afición por la caza, los millones de puestos de trabajo que la caza procura en España y la tradición cinegética de nuestra nación. Y estamos de enhorabuena porque resulta muy complicado que en Jaén, la provincia con Toledo y Ciudad Real más cazadera de España, el buenismo de Podemos pretenda, como en otras autonomías, prohibir la caza, dejar en el paro a cientos de miles de personas y considerar que el jabalí, la perdiz o el conejo tienen los mismos derechos constitucionales que los españoles. Estamos de enhorabuena porque si alguien va a defender la caza y sus riquezas deportivas y económicas en Jaén, será Diego Cañamero, un consumado cazador.

Detalla que:

Sus compañeros de caza en El Coronil le dicen «Ojofino el perdicero», tal es su pericia y su tino en el rápido disparo. En Argamasilla de Alba se sabe también del buen tino y excelente puntería de Cayo Lara, pero al lado de Cañamero, Lara es como el que escribe comparado con el conde de Teba. Excelente montero es Baltasar Garzón, al que los venados y arochos de Jaén temían más que a un nublado. Dada su peculiar situación, y en vista de que ya los pelotas propietarios de fincas no le convidan, los malintencionados aseguran que no le acierta a un autobús de dos pisos a más de treinta metros. El que no es aficionado a la caza es Jorge Verstrynge, que un día acompañó a Fraga Iribarne a una montería y a punto estuvo de ser impactado en el codillo por el disparo de un montero de zahones viejos que lo confundió con un gamo con gafas. Después de las pertinentes disculpas en la alubiada posterior a la montería -en las mejores monterías dan bastante mal de comer-, Fraga regañó al montero por haber fallado el tiro. – Lo suyo es inaceptable, y no hablo más-.

Dicho ha Iglesias, que ya es hora de que un jornalero ocupe un escaño en el Congreso de los Diputados. La frase es bonita, pero no más. Cañamero lleva muchos años sin saber lo que es un jornal ganado después de siete horas de trabajo en el campo. Cañamero es un dirigente sindicalista, y desayuna, come, merienda y cena de la sopa boba del sistema. Por otra parte, Andalucía es muy sabia. Tan sabia como prodigiosa. Y un andaluz de Jaén, un aceitunero altivo, no admite que venga un señorito de Sevilla, por muy sindicalista que sea, a hugarle en las narices. Si Cañamero es aceptado por Jaén, será exclusivamente por su condición de cazador de perdices, y ese detalle humaniza socialmente la pretensión de Podemos.

Y asegura que:

Conozco a muchos trabajadores de Jaén que no cuentan las horas de sus jornadas laborales, que trabajan de «sol a sol y luna y luna a luna» sin que Miguel Hernández glose y rime sus honores, cualidades y lealtades. «Andaluces de Jaén», como escribió el poeta, que viven de cumplir con sus obligaciones y no asaltan propiedades, ni supermercados, ni amenazan a las cajeras de los mismos -también «andaluzas de Jaén»-, por defender a su empresa y puesto de trabajo.

Cañamero -según me dicen-, es un simpático y agradable compañero de caza en los cotos inmediatos a «El Coronil». Vuela una perdiz y Cañamero interrumpe de un disparo su fuga en el primer andamio del aire. No falla una. En Jaén, más de trescientos mil puestos de trabajo tienen que ver con la caza. Y resulta saludable la inteligente medida de Podemos de situar como cabeza de lista a un sevillano que no es jornalero ni trabajador del campo, y sí un excelente, educado, y elegante cazador. «Buen tiro, Diego»; «gracias, señor marqués».

En ABC, bonito homenaje de Antonio Burgos al tristemente desaparecido Miguel de la Quadra Salcedo, quien seguramente, en su ya otra vida estará buscando nuevas aventuras:

Cuando otros de su edad andaban con los discos de Carosone, de Modugno o del Festival de San Remo, él cogió el suyo, sin guateque ni picú, y se fue a Roma. No de discjockey como Raúl Matas las tardes radiofónicas en que «desde la SER, con alegría, llega a su casa Discomanía», sino a competir por España como lanzador de disco en la Olimpiada de 1960. Antes creo que había sido lanzador de jabalina, lo cual le pegaba muchísimo más por lo suyo de la defensa del indigenismo precolombino al otro lado de la mar océana que España dominó un día en el que seguía soñando. Hablo, naturalmente, del caballero don Miguel de la Quadra-Salcedo, que yo creo que en su perenne aventura como reportero de guerra de TVE había coincidido un día con Ponce de León por la parte de La Florida y habían encontrado juntos la fuente de la eterna juventud.

Rememora que:

Miguel era de la casta de los descubridores que cantábamos en el himno guasón de la Universidad Hispanoamericana de La Rábida: «Recuerdo a Las Casas/a Alonso de Ojeda/y a Paco Pizarro». Miguel, colega de Paco Pizarro, fue el último descubridor de las Américas en nombre de España. Lo que pasa es que en vez del pendón de Castilla plantaba allí los reales de su Ruta Quetzal, con siete mil millones de chavales a los que les transmitía cada año (¿verdad, Juan Pablo Bellido?) su orgullo por el conocimiento de nuestro pasado imperial y el respeto por las culturas precolombinas, aztecas, toltecas y chichimecas. Y sigo con el Himno de La Rábida: «Encomenderos indianos/y franciscanos de mal vivir». Miguel tenía planta o de espadachín de Pérez Reverte «avant la lettre» o de héroe de la Historia de los Descubrimientos Geográficos. Como en el romance del Conde Arnaldos, Miguel sólo cantaba su canción a quien con él iba. A quien se embarcaba en la locura maravillosa de su Ruta Quetzal. Tuve el honor de que me invitara un año a embarcarme, camino de la Nueva España, en unión de otros guasones del Reino, como mi compadre Alfonso Ussía o Antonio Gala. Embarcamos en Lisboa a bordo del J. J. Sister. Miguel había rebautizado al barco como el Guanahaní. Mi compadre y servidor, junto con el ingenio de Gala, cuando en los diez días de navegación hasta las Antillas Menores como escala hacia Puerto Rico y Veracruz casi habíamos acabado con las reservas de güisqui de la gambuza, sacamos de pila al J. J.Sister con otras iniciales: el J. B. Sister. De la matrícula de Kilmarnock (Escocia), claro.

Subraya que:

En aquella larga travesía comprobé el entusiasmo docente de Miguel con sus chavales de la Ruta Quetzal y su eterna juventud. Cuando desembarcamos en Guadalupe, era el que más rápido caminaba por los fangales del bosque tropical. Se transformaba en descubridor. Había embarcado hogazas de pan en Lisboa, que les iba enseñando a los ruteros para que vieran cómo en tiempos de Colón no había más remedio que comer a bordo galletas como remedio contra el escorbuto, porque las teleras lisboetas cada día tenían más moho verdoso y repugnante.

Y remata:

La Ruta Quetzal era como una universidad flotante, quizá muy en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. Cada hora enseñaba algo novedoso e interesantísimo a los chavales, vestidos todos de Coronel Tapioca. ¡Cuánta América llevaba dentro aquel reportero! La noche que nos aproximábamos a Guadalupe, llamó a la puerta de mi camarote y me dijo: «Te despertaré temprano, para que subas al puente y desde la megafonía de a bordo grites, como Rodrigo de Triana, el «¡tierra a la vista!». Ese grito se dio con acento sevillano y con acento sevillano hay que seguir dándolo siempre, Antonio». Y así lo hice, al alba, que toda la noche se habían visto pasar pájaros. Gracias, Miguel, por haberme dejado hacer de Rodrigo de Triana en tu siempre juvenil entusiasmo por la América Hispana.

José María Carrascal trae a colación el bochornoso episodio de las esteladas:

Sólo nos faltaría que, ahora, la UEFA sancionara al Barcelona por el despliegue de esteladas en el Vicente Calderón, como ya ha hecho repetidas veces, la última, en la final de la Liga de Campeones del pasado año, en Berlín, infringiendo el artículo 16.2 de su código disciplinario, que castiga «el uso de gestos, palabras u objetos que no tengan relación con el evento deportivo». En lo que se apoyó la Federación Española de Fútbol, aparte de en la Ley contra la Violencia en el Deporte, que en el artículo 6 de su Capítulo II prohíbe «introducir o exhibir pancartas, banderas, símbolos u otras señales con mensajes que inciten al odio o la violencia», para prohibir la estelada en el estadio. La delegada del Gobierno, entre cuyos cometidos está mantener el orden público, hizo lo mismo.

Añade que:

El juez Torres, del Contencioso 11 de Madrid, por el contrario, opina que «la estelada no es un símbolo de odio o violencia, sino una mera manifestación de la libertad ideológica y el derecho a difundir pensamientos, ideas y opiniones», protegido por la Constitución, por lo que deben aceptarse en los campos de fútbol, como el Vicente Calderón. Y como en una democracia la Justicia tiene la última palabra, hay que aceptarlo. Pero se nos permitirá advertir que el magistrado ha sido muy benévolo en sus suposiciones. La UEFA y la FEF saben perfectamente que un partido de fútbol puede convertirse en batalla campal, no entre los jugadores, sino entre el público. ¿Pruebas? Entre el 14 y el 18 de julio de 1969, Honduras y El Salvador fueron a la llamada precisamente «Guerra del Fútbol», tras el encuentro que sus selecciones nacionales habían librado días antes en las eliminatorias de los Mundiales de 1970. Menos mal que la OEA intervino y logró un armisticio.

En cuanto a que las banderas no incitan a la violencia, quisiera recordar una de las frases más famosas de la historia. La pronunció Goethe, entonces Consejero de Estado -especie de ministro de Asuntos Exteriores- del Principado de Weimar, al ver morir en la batalla de Valmy a un soldado francés envuelto en la bandera tricolor gritando «Vive la nation!». «Señores -dijo el consejero a sus acompañantes, tras ordenar al palafrenero de su carruaje que diera la vuelta-, han visto ustedes el comienzo de una nueva época». Desde entonces, han muerto no millones, sino cientos de millones por una bandera. Introducirlas en los campos de fútbol es como mezclar gasolina y mecheros.

Sentencia que:

De momento, todos han estado en su papel. La FEF y la delegada del Gobierno previniendo daños mayores y el juez dando prioridad a la libertad de expresión en su sentido más alto. Esperemos que ninguno de ellos se equivoque. Bueno, se han equivocado ya las autoridades catalanas al pedir la dimisión de la delegada, que se limitó a cumplir con su deber. Vamos a ver si los nacionalistas catalanes hacen lo mismo y obedecen las disposiciones judiciales como en Madrid se hace. Mucho me temo que seguirán violándolas con recochineo.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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