LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Santiago González no descarta que Iglesias acabe como presidente: «Si se eligió para Eurovisión al Chikiliquatre, no hay razón para que no acepte a Pablo»

"Se supone que en el cambio de papeles, Pablo le ofrecerá a Pedro la vicepresidencia que reclamaba para sí"

La única posibilidad, siquiera sea teórica, de que tengamos Gobierno este verano sería la imposible gran coalición, que en el PSOE no quiere nadie

Ya está aquí. La campaña electoral para la cita del 26 de junio de 2016 arrancó hace unas siete horas, a las 0:00 de este 10 de junio de 2016. A partir de ahora todo va a ser analizar y escrutar hasta el más nimio detalle los sondeos que se irán publicando en estos días venideros y, especialmente, el gran debate a cuatro que tendrá lugar el próximo 13 de junio de 2016.

Como se podrá imaginar, el tema en cuestión este 10 de junio de 2016 de las columnas de opinión de la prensa de papel no es otro que el sondeo publicado el 9 de junio de 2016 por el Centro de Investigaciones Sociológicas y que nos pone a los españoles en la tesitura de volver a calcar el mapa que dejaron las urnas un ya lejano 20 de diciembre de 2016.

Arrancamos en El Mundo y lo hacemos con Santiago González quien no descarta en absoluto que Pablo Iglesias acabe siendo presidente del Gobierno de España:

Habló el CIS, rey de todos los arúspices, y ofreció un pronóstico que ya no deja lugar a dudas: por rigor, por metodología y, muy principalmente, porque viene a respaldar todo lo que decían las encuestas precedentes y el sentido común de cuantos mirasen el panorama con un mínimo de objetividad.

Las elecciones del 20-D habían dibujado una España ingobernable, pero, vistas desde los augurios del CIS, eran un retrato optimista de la política española. Si la encuesta acierta, se habrá cumplido el sueño de Monedero, «el fin del régimen del 78» o, por decirlo con metáfora pablista, «se habrá roto el candado del 78».

Detalla que:

La única posibilidad, siquiera sea teórica, de que tengamos Gobierno este verano sería la imposible gran coalición, que en el PSOE no quiere nadie. La alternativa más cercana sería pasar a la oposición, que de momento sólo defienden Felipe y Rodríguez Ibarra. El PP se mantiene en su encefalograma plano de partido más votado, perdiendo entre dos y cinco escaños. Con los que se le caen a Ciudadanos sería todavía más difícil un acuerdo de Gobierno, eso sin contar con la nula predisposición de Albert Rivera.

El PSOE cree que la cocina de la encuesta del CIS le perjudica. Los socialistas no entienden que siendo el partido al que los españoles sienten más cerca y al que prefieren como ganador electoral, no hay manera de que se centren ante la urna y opten por votar a otros. Así son las cosas. El joven Sánchez tenía razón cuando decía que los españoles querían más al PSOE que las encuestas, hasta un reloj parado acierta dos veces al día con la hora.

Hay razones lógicas. Los españoles son un pueblo que se desprecia a sí mismo. Si eligió para representante en Eurovisión a Chikiliquatre, no hay razón para que no acepte como presidente del Gobierno a Pablo. En realidad, esto revelaría a los españoles (y a las españolas, claro) como un colectivo en trance de desistimiento. ¿Cómo votarse a sí mismo pudiendo hacerlo por otro? Se supone que en el cambio de papeles, Pablo le ofrecerá a Pedro la vicepresidencia que reclamaba para sí el 22 de enero y Sánchez tendrá tentaciones. Frente a los barones del partido es más fácil conservar las llaves de Ferraz si eres vice que si no eres nada. Pero si se cumple el hundimiento socialista, 46-48 escaños menos que los que llevaron a dimitir en otra noche electoral a Joaquín Almunia, Pedro no llegará vivo (políticamente hablando) a la madrugada del día 27.

Y añade que:

Él ha cometido un error estratégico al reducir su objetivo al cambio, a desahuciar al inquilino actual de La Moncloa. Si de lo que se trata es de echar a Rajoy, acto que constituye el paradigma del cambio, Sánchez se ha convertido en una amable inutilidad, mientras Iglesias se ha revelado como la herramienta más útil del cambio, la llave Allen de Ikea.

Además, Pablo aporta rencor. Eslava Galán relata en su Historia de España contada para escépticos que esto ya pasaba hace mil años, al recibir con palmas a los almorávides: «Como es sabido, a causa de ese hispánico cáncer de la envidia, el pueblo apoya cualquier Gobierno que jorobe al de arriba, aunque a él no le reporte ventaja alguna: se da por bien remunerado con la venganza social».

Federico Jiménez Losantos ‘felicita’ al PP por haber conseguido lo que perseguía, hundir al PSOE y darle cancha a los podemitas hasta ya ser algo más que un simple barrunto que Iglesias acabe segunda y pueda entrar cual elefante en una cacharrería por la puerta principal del Palacio de La Moncloa:

Casi todo el mundo se ha fijado en el grandioso resultado que el CIS atribuye a Podemikea, naturalmente a costa del PSO, muerto sin la E en Cataluña y con graves síntomas de deshidratación nacional en Andalucía. A mi juicio, sin embargo, lo preocupante para quienes piensan que lo esencial es preservar la democracia del asalto de los ikeos (no pienso comprar una astilla en Ikea mientras le haga el juego al proyecto totalitario podemita) está en el resultado que el CIS, o sea, el PP, le adjudica al propio PP, que bajaría algún escaño pese a que no aumentan los de Ciudadanos ni los del PSOE, que son los dos partidos con los que limita en el espectro electoral.

Explica que:

Aparentemente, la operación desatada hace dos años y absolutamente descarada en los dos últimos meses, de poner las telesorayas al servicio de Podemos para hundir al PSOE es ya un éxito. Y aunque la incoherencia de Snchz, que es la de su partido tras ZP, tenga parte de responsabilidad en el desastre, resulta evidente el poder del duopolio televisivo en una campaña casi sin mítines y con una opinión pública tan teleidiotizada que ve normal que los niños hagan de periodistas con babero de los candidatos y que se celebren debates discriminatorios por sexo, con las politimujeres aparte de los politihombres, como en un concurso de belleza o una piscina marroquí.

Cuando los titiriteros ahora podemitas «defendían la alegría» de votar al PSOE, dijo Gabilondo que era el partido que más se parece a España. Y será verdad, porque con una hegemonía mediática absoluta de la izquierda, facilitada por la derecha, España está irreconocible. Los aprendices de brujo moncloveos han conseguido que, por primera vez en muchos años, la derecha, incluso aliada con el centro, sea incapaz de ganar las elecciones. Porque, insisto, lo grave de la encuesta preelectoral del CIS es que el PP, en su apuesta por la polarización, no gana nada. Hasta perdería escaños sobre los cincuenta y tantos que palmó en las elecciones pasadas.

Y sentencia:

Tras negociar el orden del debate masculino, Moragas se llevó en el coche oficial a la dipunovia del protodictador. Supongo que el catálogo de Podemikea es el regalo de bodas de Montoro y que Soraya les entrega, llave en mano, la Moncloa a los Pablenin. O sea, que Rajoy se suicida, pero se nos lleva a todos por delante.

En ABC, Hermann Tertsch asegura que, mirando la encuesta del CIS, al PP le han faltado arrestos y ahora ve venir a las hordas podemitas sin tener soluciones ni planes B que anteponer:

Ya sabemos todos que las encuestas no sirven para nada como dicen siempre los que aparecen perdedores en ellas. Y que como mucho «son una foto fija» como subrayan también los ganadores con la consabida falsa humildad, cautela o modestia. Pero lo cierto es que la encuesta del CIS publicada ayer ha provocado muchos escalofríos de espanto y reafirmado muchas euforias, reprimidas con esfuerzo. El régimen constitucional ha entrado oficialmente en coma. Y los partidarios de darle un golpe de gracia se agolpan ya en los patios del palacio. En varias regiones desaparecen las fuerzas que defienden la legalidad. Los defensores de dictaduras del pasado y del presente y apologistas de la violencia han conseguido ya la hegemonía política y electoral en la izquierda española. Han irrumpido con tanta fuerza y tantas complicidades en la lucha ideológica que ya discuten a las demás opciones políticas el derecho a su discurso propio. Se intimida y agrede desde hace años allá donde la brutalidad de la izquierda extrema tiene cobertura del nacionalismo separatista. Pero en los pueblos de la España profunda han empezado de un año a esta parte las acciones de intimidación y amenaza por parte de los matones y chequistas bodalos. Y se extienden sin cesar. Llegará la hora estelar de la revancha. Y aun está por salir lo peor del acervo más siniestro. Pero estamos en ello.

Y era evitable. Con algo de grandeza, generosidad, empatía y convicción política se podía haber impedido esta deriva hacia el drama. Con atención y respeto, con sinceridad y coraje para la verdad. Los millones que votan por romperlo todo no actúan movidos por la ruindad del resentimiento ideológico. Al electorado lo mueve el hastío ante la soberbia y la indolencia de quienes no ofrecen nada más allá de su propia permanencia en los cargos. Los mueve la ira que produce el desprecio a las angustias de los españoles honrados cuando se atiende a las «sensibilidades» de ladrones y traidores. Y la indignación y la rabia por el abandono, ante la total ausencia de un discurso inteligente nacional de defensa de la ley y el trabajo que pudiera hacer frente al relato permanente del odio que hacen los talibán leninistas. Pero lo peor no es ya que tengamos como fuerza hegemónica de la izquierda en España a un movimiento neocomunista, enemigo de las libertades y deudor de regímenes criminales extranjeros. Que puede aún hasta superar al PP el 26-J a la vista de que el PSOE se queda sin suelo. Ni que el orden y la ley dependan ya de los humores y caprichos de enemigos de la Constitución y del Estado.

Sentencia que:

Lo peor, lo trágico y humillante es ver a los supuestos defensores de los españoles que quieren una vida en libertad y convivencia en una sociedad abierta bajo el imperio de la ley. Que insisten en presentar como única salvación la opción que simboliza la obstinación en el error que nos han traído hasta aquí. Se oye el grito de «Hace falta más miedo». Hace falta terror para conseguir unas migajas de escaños para quienes han estado sobrados de ellos cuatro años. Lo que haría falta son figuras con grandeza y épica para batirse en campaña con la horda totalitaria. Para convencer a los españoles de que se enmendarán los imperdonables errores y disparates pero que hay que defender las libertades frente a sus enemigos. Pues sacan a bailar a una señora gorda que, como Mariano Rajoy, se congratula de que todo se ha hecho muy bien. Baila merengue. Y encima se parece mucho a Jorge Moragas. La metáfora total. La gorda frente a la horda. Con semejante músculo moral y político en este momento histórico, acabamos todos en el exilio.

Ignacio Camacho pone un ejemplo clarificador, que el PP espera a que un náufrago como el PSOE le ceda el salvavidas para no hundirse:

No funciona. La estrategia del miedo no le arranca el motor al PP y en cambio su efecto de polarización beneficia a la extrema izquierda contra la que llama a votar. Eso es lo que dice el CIS en una macroencuesta cuyo dato más alentador es el número de indecisos, es decir, la posibilidad de que equivoque el pronóstico. Si lo acierta, el empate de diciembre quedará roto a favor de una izquierda con el eje cambiado, dominada por la coalición radical que Pablo Iglesias ha vestido de camuflaje. Con Rivera estancado -su papel conformista de bisagra tampoco convence a más electores-y Sánchez hundido, a Podemos se le despeja la pista de aterrizaje en el poder. Si no en verano, a la vuelta de una legislatura corta de no más de dos años.

Apunta que:

La única esperanza del marianismo se cifra ahora… en el PSOE. En un PSOE descalabrado y en llamas, abierto en canal: la peor situación para generar una expectativa de confianza. Hasta Susana Díaz tiene comprometida su victoria en Andalucía. La derecha se consuela contándose a sí misma el cuento de la lechera: relevo inmediato de Sánchez, una gestora con peso de la vieja guardia socialdemócrata y un rasgo patriótico de generosidad de Estado que deje paso a la lista más votada. Puro voluntarismo. El debate interno abriría en canal al partido y en esas condiciones anímicas lo último que se puede pedir es un sacrificio de estabilidad, un aliento de racionalidad moderada. Pero incluso si se produjese, y si además el PP lograse -con o sin Rajoy-un acuerdo con Ciudadanos, sólo podría salir un Gobierno en minoría condenado a un mandato frágil con una agenda de ajustes antipáticos. Y con Iglesias al frente de la oposición, agitando la calle para acelerar el desgaste y erigido en alternativa de una revancha pendiente y probablemente rápida. Poder precario para hoy, incertidumbre para mañana.

Es cierto que el CIS tiende a sobrevalorar a Podemos. Que tal vez su distancia con el PSOE sea al final más estrecha, aunque no hay un solo estudio que contradiga la hipótesis del adelantamiento. Pero el bloque de izquierda va por delante porque el ómnibus radical arrambla con los escaños que otorgan los coeficientes residuales del reparto. Porque C´s tiene techo bajo y porque la candidatura de Rajoy, pese al amplio y estable respaldo de la franja de edad más alta, no tira de su propio electorado. El bipartidismo va a pagar el precio de enfrentarse a la repetición de los comicios sin resolver el clamoroso deterioro de sus liderazgos.

Y remata que:

Este estado de opinión pública refleja una derecha suicida, renuente a aceptar el peligro, confiada a albures y solipsismos alentados desde el desconocimiento de la realidad. Una derecha que confía en que la salve el PSOE a título casi póstumo, con un inverosímil legado testamentario. Una derecha incapaz de rescatarse a sí misma y que encima espera que le ceda su salvavidas un náufrago.

Luis Ventoso compara con películas la situación que ha dejado el CIS en cada uno de los cuatro principales partidos. Para echarse unas risas:

Ha salido el CIS, con los comunistas de segundos adelantando al PSOE. Pésima noticia para quienes tengan memoria y un dedo de frente (aunque, si me tuviese que apostar una mariscada, yo no otorgaría tanta fiesta a Iglesias y Garzón). Ha comenzado también la campaña electoral de los bostezos. Ya podemos repasar las películas de la cartelera:

-«No es país para viejos». En los cines Génova. Cuenta la historia de Mariano, un alto funcionario de memoria prodigiosa, perfil burgués a la antigua, talante relajado, vanidad baja e ideología vaporosa. Ganó las elecciones a la tercera, impulsado por la nulidad zapaterista, y cayó de cabeza en «el lío»: la mayor crisis desde 1929 y en un país hiperendeudado. Ordenó la casa con economía de guerra y evitó el embargo. Pero descuidó la política y alguna luminaria que lo circunda regaló unas teles donde floreció con ropajes tertulianescos la más rancia extrema izquierda. España se ha entregado además a una ilusa «efebocracia». No es país para viejos. Mariano, majete en la distancia corta, pero que no acaba de caer bien, se atrancará en su techo de cristal, con otra victoria de las que no te permiten dormir con los pies tapados.

Sobre la película del PSOE:

-«El increíble hombre menguante». En los cines Ferraz, que están con goteras. Casi una historia de ciencia-ficción: cómo un economista de buena percha y altísimo concepto de sí mismo se cepilló en solo dos años una marca antaño casi imbatible, el PSOE. Huérfano de ideas, no se le ocurrió nada mejor que dorarles la píldora a los sediciosos separatistas con un mejunje llamado «federalismo asimétrico». Debería haber dimitido hace seis meses, pero no lo hará ni aunque lo atropelle el bus rojo de los comunistas y le parta seis costillas. Le gusta verse en la tele y fuera de la política tampoco se lo va a rifar ninguna empresa. Un talante sobrado le otorga un plus de antipatía personal, que viene de maravilla cuando tienes que pedir el voto.

En cuanto a la cinta para Podemos:

-«El enemigo público». Cines Ikea. Inquietante thriller que narra una conspiración pagada en parte por dictaduras foráneas para convertir a una próspera democracia occidental, el decimotercer país más rico del mundo según el FMI, en un régimen totalitario donde se acogota a los empresarios, se persigue a los que se esfuerzan para ganar más y vivir mejor y se consideran ilegítimas aquellas ideas que no sean la neocomunista. Todo envuelto en una mascarada Bambi y divulgado de sol a sol en televisiones de capital de derechas que se hacen de oro jugando a la ruleta rusa con el futuro de España.

Y finalmente la de Ciudadanos:

-«Mi pobre angelito». En los cines Pepito Grillo. Un biopic sobre un joven empleado de banca de Barcelona, campeón universitario en concursos de buen pico, que hizo un valioso servicio en Cataluña defendiendo con valentía la unidad de España y la democracia constitucional. Lástima que luego se le disparó el pavo profético. Sin haber empatado con nadie, se erigió en el aprendiz de brujo que a todos corrige. Con olor a lavanda fresca, repite los mismos postulados de sentido común que defiende el veterano Mariano, al que sin embargo ha vetado, porque en la nueva política quien gana las elecciones no merece gobernar. Sopa de ganso.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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