LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Santiago González sentencia al ministro del Interior: «Debe dimitir por no limpiar los bajos fondos policiales de excrecencias»

"El ministro ha acumulado méritos para no repetir en el próximo Gobierno, si le tocara encabezarlo a Rajoy"

Tal vez cupiera algún reproche que hacer al medio que lo publica, pero en esto practico la indulgencia corporativa

Las columnas de este 24 de junio de 2016 no llevan, como es evidente, el tema del día, el ajustado triunfo del Brexit y la salida automática de la Unión Europea. Las tribunas de opinión de la prensa de papel se centran en las grandes cuestiones que afectan a nuestro país, principalmente las últimas reflexiones en el cierre de la campaña electoral y las ‘anacletadas’ del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, dejándose comer la tostada en su propia casa.

Arrancamos en El Mundo y lo hacemos con Santiago González, que pide que Jorge Fernández Díaz, no vuelva a ser ministro, pero no ya por la conversación mantenida con Daniel de Alfonso, el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, sino por haber sido incapaz de limpiar la porquería en el Ministerio del Interior:

El director de la Oficina Antifraude de Cataluña compareció ayer en el Parlamento que lo nombró a propósito de la conversación que le fue grabada con el ministro del Interior en el despacho de su titular. Daniel de Alfonso, un perfecto desconocido para el gran público, hizo una intervención sorprendente, rotunda, en la que podía percibirse la cólera soterrada de los hombres justos.

De Alfonso es magistrado y algo de su oficio dejó entrever en su comparecencia parlamentaria. Reivindicó su derecho a reunirse con el ministro, ¿qué mejor interlocutor podría tener para proporcionarle información sobre los sujetos a investigar por su oficina? El jefe de la OAC considera que de los tres elementos que coinciden en este asunto (los indicios e informaciones que se intercambiaron, la conversación en sí y el hecho de la grabación y su posterior publicación) sólo uno constituye delito: la grabación de una conversación al ministro del Interior en su despacho.

Detalla que:

Tal vez cupiera algún reproche que hacer al medio que lo publica, pero en esto practico la indulgencia corporativa. Los periodistas somos de natural peristas de la información, traficantes de mercancía robada, ya sea wikileaks, ya una grabación ilegal, ya la felonía de un custodio desleal, como en los papeles de Panamá. Sería más grave la hipótesis de lo que le contaban a Herrera sus fuentes, que la receptora de la filtración se la enseñara a Monedero, lo que se confirmaría plenamente si Unidos y Unidas-Posemos y Pamemas, convocan un Pásalo para la jornada de reflexión.

Uno comprende que De Alfonso no pueda triunfar en ese Parlamento. Para empezar se considera español, una provocación extraordinaria en esa cámara. Para continuar, y para más inri, llama hipócritas a los parlamentarios: «No sean hipócritas, señorías, todos se han reunido conmigo, y eso es lo que hay que hacer». Con una excepción: los de la CUP. Ellos fueron, según dijo, los únicos que pasaron de su oficina y no pidieron reunirse con él. Fue llamativo el corte a la discreta Inés Arrimadas, sobre el mensaje que había recibido de Albert Rivera, un político esencial en la oposición a Mas y sus delirios, pero que parece haber alcanzado su nivel de incompetencia en la política nacional: «Me dijo (Rivera) que me apoyarían pero que yo también tendría que darle alguna cosa». Todos le afearon su arrogancia y su chulería, añorantes de los buenos viejos tiempos y las buenas maneras de los santos padres (y madres) fundadores (y fundadoras) del putiferio catalán: la legendaria suavidad de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. También se entiende que si tienen que nombrar a un juez prefiriesen a Santiago Vidal o Pasqual Estevill, tipos mucho más razonables que De Alfonso.

Y sentencia:

El ministro ha acumulado méritos para no repetir en el próximo Gobierno, si le tocara encabezarlo a Rajoy, aunque tampoco es cosa de que lo destituya en la jornada de reflexión, para qué las prisas. Pero que no sea por la conversación, una charla de cuñados, sino por la inseguridad y por no limpiar los bajos fondos policiales de estas excrecencias.

Federico Jiménez Losantos se abona a la misma tesis, la de que el Gobierno de Rajoy sigue sin saber limpiar las cloacas policiales:

Con la rapidez propia de este tiempo, muchísimos medios y políticos dicen que la filtración de las conversaciones grabadas en su despacho al ministro del Interior es un nuevo 11-M o un mini 11-M, cuyo objetivo sería evitar que Rajoy ocupe la Presidencia del Gobierno. «Como siempre, a tres o cuatro días de las elecciones», ha dicho el propio Mariano, sin darse cuenta de que se está responsabilizando de que, en efecto, todo continúe como en el 13-M, jornada de reflexión, cuando, cercado en la sede de Génova 13 por las hordas prisoicas, se dirigió a las 10 de la noche a la opinión pública denunciando su angustiosa situación.

Asiente que:

Naturalmente, como el PP de Rajoy es la raspa del pez-espada que fue con Aznar, ahora no ha hecho falta perpetrar o aprovechar una masacre, pero, dándole la razón a Marx cuando dijo que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa, de nuevo las cloacas del Ministerio del Interior han sido las protagonistas del descalabro del candidato del PP. No han tenido que destruir a toda prisa la escena del crimen -desguazar los trenes y quemar los efectos personales de las víctimas- y crear una escena falsa colocando la mochila de Vallecas, la Kangoo y el Skoda Fabia para dar el cambiazo islamista ante la opinión pública, iniciado con la invención en la SER de islamistas suicidas con tres capas de calzoncillos y rematado con el juicio más monstruosamente manipulado de la historia de España.

En realidad, el PP ha vuelto a demostrar que es incapaz de controlar las cloacas de Interior, que en 2004 rendían cuentas a Rubalcaba y Cebrián y en 2016 han filtrado a un medio de Roures -el Cebrián de ZP- las pruebas de la idiocia de los amigos de Rajoy. Como recordó ayer Florentino Portero en esRadio, el 15-M de 2004, Ángel Acebes estaba reunido en Interior con la cúpula policial para ver cómo iba la investigación de la masacre cuando recibió una llamada de El País. Preguntaban sobre la Kangoo, en la que se había colocado la goma 2-ECO, el arma falsa del crimen, y ni Acebes ni sus polis de guardería sabían nada. Bueno, supieron que el Ministerio lo llevaban otros. Han tenido ocasión de limpiarlo, han querido aprovecharlo y ahora están de cieno hasta los ojos. Si de este 26-J no sale un Gobierno capaz de limpiar estas cloacas, las cloacas seguirán deshaciendo Gobiernos.

Raúl del Pozo asegura que todos los que están yendo contra Rajoy, incluido Albert Rivera, al que al parecer alguien dentro del PP le dio esperanzas de que iban a cargarse a su líder, pueden llevarse una sorpresa:

El ventilador no era para afeitar el calor como dice la greguería, sino para esparcir el hedor de la corrupción en vísperas electorales, cuando Felipe González volvía de Colombia cansado y decepcionado al redescubrir un Partido Socialista en el que cada uno va a lo suyo. A pesar de ello, los socialistas le dan al pico como pollos sin cabeza. El ex presidente (74 tacos) cerrará el mitin de Sevilla y no le será fácil explicar que el PSOE antes de pactar con Podemos debiera ir a la oposición, ya que la dirección actual puede ser derrotada, pero el partido podría seguir siendo importante. Él no lo dirá así de claro pero sus pretorianos lo han expresado en román paladino: el PSOE no formará gobierno con Pablo Iglesias, jamás pactará con los comunistas. Agustín Moreno, uno de los sindicalistas imprescindibles, teme que los veteranos del partido y la oligarquía obliguen al PSOE a abstenerse para impedir un Gobierno del cambio. Las dos únicas salidas para evitar nuevas elecciones son la unidad popular o el centro derecha con la presencia o abstención de los socialistas.

Explica que:

Juan Carlos Monedero se ha pateado España -plazas, librerías, ateneos- protagonizando un tercio de los mítines de Unidos Podemos. «¿Qué quieres ser -le pregunto-: embajador en Washington o Defensor del Pueblo?». «Lo segundo -contesta-, lo que he sido siempre». Considera Monedero que estas elecciones van a ser históricas . ¿Históricas? «Mi hijo -escribe Brecht- me pregunta: ‘¿Tengo que aprender historia?’. ¿Para qué?, quisiera preguntarle. Aprende a esconder la cabeza en la tierra». Monedero no es de los que esconden la cabeza en la tierra y piensa, como Brecht, que estamos asistiendo al putsch del colibrí, y aunque perdieran las elecciones -es un decir- esperan que los que sigan votando al PP se sientan avergonzados con los bolsos, los sobres, los papeles y las grabaciones. «Unidos Podemos ¿puede ganar?», le digo. Y responde: «El Gobierno es una bestia herida que da los últimos estertores y hay una coalición de intereses para retirar a Rajoy. Todo lo que están haciendo ahora contra él, lo hicieron contra mí».

¿Qué va a pasar pasado mañana? Responde un histórico dirigente del PCE. «Con este leñazo al PP no hay nada inverosímil. Unidos Podemos puede ganar. Nosotros apoyaremos o contaremos con el PSOE para un Gobierno de izquierdas, pero hay presiones de los bancos del Estado, del bipartidismo para hacer un Gobierno de dos años, sin Rajoy. Albert Rivera se ha lanzado como una mula contra Rajoy porque le dijeron los del PP que el presidente se iba a ir, pero a Mariano Rajoy no lo echan ni los bomberos. Nosotros lo tenemos claro cómo va gobernar la derecha con un Gobierno no para dos sino para 20 años, con una mayoría de más de 170 diputados de izquierdas».

Y concluye:

Pasado mañana, a votar y a coger que no se acaba el mundo. Que pasen las elecciones, que se coloquen estos charlatanes que llevan dando la tabarra tantos meses. La democracia, dijeron los sabios, garantizará que no seamos gobernados mejor de lo que merecemos.

En ABC, Ignacio Camacho asegura que Podemos está más que preparado para ganar unas elecciones, aunque no cree que pueda ser en la convocatoria del 26 de junio de 2016:

No va a suceder. No ahora, o no todavía. La ventaja del PP sobre Podemos no se ha estrechado como para entrar en el margen de error de los sondeos, aunque es lo bastante corta para que los radicales puedan acceder al poder sin ganar las elecciones. Nadie debe soñar con que el PSOE lo impida: si hay mayoría de izquierdas habrá Gobierno de izquierdas. Pero el viento de la política ofrece barruntos de un cambio de ciclo más profundo. La cuenta atrás del «momento populista» ha comenzado.

Podemos no ganará -probablemente- el domingo. Sin embargo, está en condiciones sociológicas de hacerlo porque se ha asentado en la estructura del electorado español. Datos del CIS: primera fuerza entre los menores de 40 años y entre estudiantes, parados y jóvenes en busca de primer empleo. Líder entre quienes se consideran de izquierdas. Al alza entre profesionales y funcionarios del sector sanitario y educativo. Eso no es un partido marginal ni minoritario -ay, los frikis de Arriola-, sino la organización con más futuro biológico del país. Y con la más eficaz maquinaria de guerra electoral, dueña de la hegemonía propagandística, perfecta en el manejo de las redes sociales. La campaña ha discurrido a su compás: sobre sus ideas, sus eslóganes, sus propuestas. Incluso sobre sus imposturas, salidas de tono y contradicciones. Pero siempre bajo su pauta.

Subraya que:

El éxito de Podemos es el fracaso del sistema y de todos los que minimizaron su irrupción. Muy en especial del marianismo, que nunca ha detectado ni entendido el cambio de mentalidad de la sociedad española. Que ha permitido -quizá creyendo que su apoyo nunca pasaría de lo justo para debilitar al PSOE- el relato nihilista del apocalipsis que presentaba a España como una nación hundida y a la democracia como un modelo amortizado. También de los socialistas, incapaces de levantar un proyecto de alternativa moderada. De las élites que trataron de contrarrestar -demasiado tarde- el auge extremista con el apresurado patrocinio de Ciudadanos. Y por supuesto es la consecuencia del devastador impacto moral de la corrupción, que ha acabado convertida por el discurso demagógico en la hoguera perfecta para abrasar a un régimen colapsado.

Las huestes de Iglesias no necesitan ganar esta vez para salir vencedoras en términos estratégicos. Porque su objetivo del asalto al Estado quedará reforzado tanto si entran a gobernar en coalición como si se enfrentan a un Gabinete frágil, minoritario y breve. Su cohesión es consistente; su convicción, iluminada, y sus adversarios, débiles. Ante un país moral e intelectualmente desarmado han levantado una distopía embaucadora y planteado una catarsis emocional que seduce con la mitología rupturista de la destrucción. Y no encuentran a nadie que les oponga un proyecto de esperanza sin conformismo. Podemos ganará más pronto que tarde porque es el partido que mejor interpreta a esta España.

Carlos Herrera cree que lo que ha pasado con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no hubiese acaecido, por ejemplo, con alguien como Alfredo Pérez Rubalcaba. Incluso intuye que se ha intentado resucitar el espíritu de las algaradas del 2004, cuando en la jornada de reflexión previa al 14-M se cercaron las sedes del Partido Popular:

El diseño no era malo: una grabación demuestra que el Gobierno conspira contra diversos demócratas sueltos a izquierda y derecha del referéndum, un airado candidato llama a sus bases a enfrentarse al totalitarismo asombroso de la casta, la calle Génova se llena de velas encendidas en defensa de la democracia la noche de la jornada de reflexión… y al día siguiente el adelanto es un hecho. El adelanto al propio PP, no al PSOE. Hoy o quizá mañana aparecerá, tal vez, una segunda parte de la grabación delictiva que se realizó al ministro del Interior en su propio despacho: es previsible que resulte mediáticamente atractiva, aunque sustancialmente sea pobre, como el contenido de la primera entrega. Con ello, una aparición el mismo sábado del candidato de pelo largo al estilo de «merecemos un gobierno que no nos mienta» pondría las bases para un nuevo «Pásalo», ese del que tanto presumen ser sus creadores. Es pronto para saber si va a ser así, pero parece que, en esta ocasión, el operativo no va a ser tan sencillo.

Explica que:

Un magistrado nombrado por el Parlamento catalán, merced a gestiones policiales, pasa consulta ante el ministro de lo que antiguamente se llamaba «gobernación». Alguno de esos policías graba la conversación y la guarda. Dos años después y a cuatro días de las elecciones se la filtra al diario «Público», ejemplo de tantas cosas, después de que este se lo comunique a algunos miembros de Podemos. Bien. No existen las casualidades. Ustedes se preguntarán cuál es la razón para no haberlo filtrado poco antes de las elecciones pasadas, en el caso de que lo que quisiera es perjudicar al PP. Muy sencillo: aún no se había cabreado el interfecto, ya que el puesto a alcanzar todavía no estaba vacante. Hoy sí, y tal vez el filtrador no está entre los primeros candidatos, siendo miembros cercanos a Podemos los que le garantizan que, de formar gobierno, ese puesto será para él siempre que filtre la grabación. El diario edita convenientemente las conversaciones de manera que parezcan un escándalo -incluida la segunda parte pendiente de publicación que habrá de aparecer hoy o mañana, en el caso de que no se reconsidere por parte de los Roures y compañía-, y la agitación hace el resto del trabajo.

El rasgamiento de vestiduras, especialidad virtuosa del nacionalismo desde la noche de los tiempos, ha llegado a la cima merced a la representación puesta en marcha por el conglomerado independentista catalán y por los tontos colaboracionistas de siempre. Han llegado, incluso, a calificar a las autoridades de Interior como «conspiradores antiindependentistas», cuando lo único que conspira, en puridad, es el independentismo y lo hace contra el orden y la ley establecidos. Todos los que se «estremecen» con lamentos cursis y amanerados por el hecho de que el Estado utilice sus estructuras para defenderse de quienes quieren destruirlo deberían reconocer que, ante enemigos que manipulan y horadan a diario la estabilidad de un país, el Gobierno tiene derecho a buscar entre los enemigos cualquier atisbo de irregularidad. Déjense de ser los tontos útiles del nacionalismo independentista: ¿o se creen ustedes que Rubalcaba no mantenía reuniones de este jaez en su despacho?

Y se pregunta no sin cierta sorna:

¿He dicho Rubalcaba? Vaya, ya he cerrado el círculo. Muy probablemente a él no le hubieran podido grabar cuatro policías conversaciones en su despacho. Pero a esta cúpula ministerial, algo más inocente que la anterior, sí, y de nuevo han estado a punto de organizarle una noche semejante a la previa del 14-M. Primero se insinúa, como hizo ayer el «líder emergente», que no está garantizada la limpieza de los recuentos electorales y luego se moviliza a los jóvenes gudaris mediante el «pásalo» correspondiente. Y así. Pásalo otra vez, colega.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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