Mientras algún desalmado dirigente de Podemos y las CUP se reprime a estas horas para no celebrar en Twitter la muerte de del fiscal José Manuel Maza. La corresponsal de ABC, Carmen de Carlos, reconstruye las últimas horas del fiscal en Buenos Aires. —Muere vertiginosamente en Buenos Aires José Manuel Maza, el fiscal general del Estado español–
- El martes, al día siguiente de aterrizar en Buenos Aires, Maza, pese a haber tenido fiebre y no encontrarse bien, fue a Montevideo donde mantuvo una entrevista de trabajo con su homólogo uruguayo. Almorzó con el embajador y volvió a Buenos Aires. «No tenía buen aspecto», insisten en su entorno.
- El miércóles fue Raspall, por decisión propia, la que se puso en contacto con el doctor de la Clínica Bazterrica. Se conocieron durante la visita a España del presidente Mauricio Macri pero el fiscal se negó de plano a ir a la consulta.
- Siguió con su agenda en la Asamblea Iberoamericana de Ministerios Públicos y aguantó hasta el viernes. Esa mañana Maza tenía una entrevista prevista con el ministro de Justicia argentino, Germán Garavano, en uno de las oficinas de la antigua y hoy reciclada ESMA (Escuela Mecánica de la Armada), el centro clandestino de detención por el que pasaron unas cinco mil personas durante la dictadura (197683). La cita se anuló porque el fiscal, en sentido literal, no podía con su cuerpo.
- En la Clínica Bazterrica advirtieron la gravedad del cuadro clínico pero una leve mejoría generó falsas expectativas. Marta Raspall llegó a contemplar la posibilidad de trasladar a Maza a España en algún vuelo pero esa opción quedó descartada dada la gravedad del caso.
- El sábado al mediodía bajó a la cafetería de la Clínica y fue allí donde recibió el mensaje fatal del doctor. El médico la conminaba a despedirse, para siempre, de José Manuel Maza. Subió a la habitación, en compañía de personal de la Embajada y le dio su último adiós. La hora de defunción fue las 15.50. La infección que primero le atacó el riñón y después se hizo generalizada en una septicemia mortal acabó con su vida.
Losantos no se fía del todo de la versión oficial, –en Internet alguna ha lanzado el infundio de que fue asesinado por agentes sionistas con una toxina renal conocida como ‘Shiga’– pero en lugar de rumiar conspiaraciones prefiere ir a las consecuencias de su muerte:
«Era el último fortín en cuya resistencia confiaban los escépticos, entre los que me cuento, para impedir la Operación Suelta Suprema, que el Gobierno y el juez Llarena estaban y temo que aún están perpetrando»
Los columnistas de ABC pasan de Maza, con la excepción del editorial:
Gracias a la determinación y a la iniciativa de Maza, el secesionismo catalán está recibiendo el reproche que merecía en los tribunales penales. Como él mismo declaró en una entrevista, lo que estaban haciendo los independentistas no era política, «era delito». Aquella gratuita reprobación que recibió Maza del Congreso de los Diputados, alimentada por una manipulación interesada de las tensiones internas de la Fiscalía, queda hoy relegada frente al excelente resultado de lo que apenas ha sido un año de mandato, quebrado por su muerte inesperada.
Santi González elige cornear a los miserables que se rieron de su muerte y pide al Gobierno que actúe contra ellos:
Tras la muerte de ese ejemplar de profesional y ser humano que ha sido José Manuel Maza, España, Europa y el género humano están un poco más desasistidos frente a una cuadrilla de desaprensivos. Arran, las juventudes de los antisistema que han sido la brújula de los golpistas, dieron noticia del fallecimiento colgando la foto del que hasta el sábado fue fiscal general, con la leyenda «Hasta nunca, Maza». El presidente del Gobierno calificó el regüeldo de Martita como «intolerable». El ministro del Interior ha dicho que «no habrá impunidad» para quienes llenan las redes de odio e insultos contra Maza. Sólo hace falta saber cómo definen Rajoy y el ministro Zoido «intolerable» y «no habrá impunidad». Y que apliquen toda la fuerza de la democracia a llevar esas palabras al terreno de los hechos.
El vídeo favorito del fiscal Maza ‘Mazinger’ que le hacía partirse de risa una y otra vez